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-como decias que se llamaba? Preguntó

-Smerg -repitió Bastian-. Hace de las suyas desde hace mil años ya, pues ésa es su edad. Siempre roba una hermosa doncella, que tiene que ocuparse de llevale la casa hasta el fin de sus dias. Cuando la doncella muere, el dragón roba otra.

-cómo es que no he oído hablar nunca de el?

-Smerg puede volar increíblemente lejos y aprisa. Hasta ahora ha elegido siempre otros paises de fantasía para sus correrias. Y además solo aparece medio siglo.

-Y nadie ha liberado hasta ahora a una cautiva?

-No, para eso haria falta un héroe excepcional.

Al oir esas palabras, las mejillas de Hýnreck el héroe enrojecieron de nuevo. 

-Tiene Smerg algún punto vulnerable? -preguntó con interés profesional

-Ah! -Respondió Bastian-. Se me había olvidado casi lo mas importante. En el sótano más profundo del castillo de Ragar hay un hacha de plomo. Podeis imaginaros muy bien que Smerg vigila ese hacha como a las niñas de sus ojos, si os digo que es la única arma con la que se le puede matar. Hay que cortarle con ella las dos cabezas pequeñas. 

-Cómo  sabéis todo eso? -preguntó Hýnreck el héroe.

Bastian no tuvo necesidad de responder, porque en aquel momento sonaron gritos de espanto en la calle:

-Un dragón!... Un monstruo!... Ahi, en el cielo!... Que horror! Se aproxima a la ciudad!... salvense quien pueda!... No, no, ya tiene una víctima!

Hýnreck el héroe se precipitó a la calle y los demas lo siguieron; los últimos fueron Atreyu y Bastian.

En el cielo aleteaba algo que parecía un gigantesco murciélago. Cuando se acercó, fue como si, por un momento, una sombra fría hubiera cubierto la ciudad de plata. Era Smerg, y tenía exactamente el aspecto que Bastian acababa de inventarse. Con sus dos manitas atrofiadas pero terribles, sostenia a una damisela que, con todas sus fuerzas, gritaba y pataleaba.

-Hýnreck! -se oyo en la lejanía-. Socorro, Hýnreck! Sálvame, mi héroe!
Y un momento después habia desaparecido.

Hýnreck habia sacado ya su corcel negro del establo y estaba sobre una  de las balsas de plata que llevaban a tierra firme.

-Mas aprisa -se le oyo gritar al barquero-: Te dare lo que quieras, pero apresurate!

Bastian lo siguió con la mirada y murmuró:

-Espero no habérselo puesto demasiado difícil.

Atreyu lo miro de soslayo. Luego dijo en voz baja:

-Quizá fuera mejor que nos marchemos también.

- A dónde?

-por mi llegaste a fantasía -dijo Atreyu- Creo que debería ayudarte también a encontrar el camino de vuelta. Sin duda, alguna vez querrás volver a tu mundo, no?

-Oh! -dijo Bastian-. En eso no he pensado todavía. Pero tienes razón, Atreyu. Naturalmente, tienes toda la razón.

-Has salvado a fantasía -siguió diciendo Atreyu-, y me parece que a cambio has recibido mucho. Podría imaginarme que quisieras regresar ahora para devolverle la salud a tu mundo. O es que hay algo que te retenga?

Y Bastian, que habia olvidado que no siempre habia sido fuerte, bien parecido, valiente y poderoso, respondió:

-No, no se me ocurre nada.

Atreyu miro otra vez pensativoa su amigo y añadió:

-Quizá sea un viaje largo y difícil, quien sabe?

-Si, quien sabe? -convino Bastian-. Si quieres, vamonos enseguida.

Entonces se produjo una disputa breve y amistosa entre los tres caballeros, que no podian ponerse de acuerdo sobre cuál de los tres debia dejar su caballo a Bastian. Pero puso fin a la discusión, rogandoles que le regalasen a Yicha, la mula. Desde luego, ellos opinaron que una acemilla así  estaba por debajo de la dignidad de su señor Bastian, pero, como el insistió finalmente cedieron 

Mientras los tres caballeros lo preparaban todo para la salida, Bastian y Atreyu volvieron al Palacio de Quérquobad para dar las gracias al anciano de plata por su hospitalidad y despedirse de él. Fujur el dragón de la suerte, aguardaba a Atreyu ante el Palacio. Se puso muy contento cuando supo que iban a marcharse. Las ciudades no le caian bien, aunque fueran tan hermosas como Amarganz.

Quérquobad, el anciano de plata, estaba sumido en la lectura de un libro que habia sacado de la biblioteca de Bastian Baltasar Bux.

-Me hubiera gustado teneros mas tiempo como huéspedes  -dijo un tanto distraido-. No todos los días puede uno albergar a un autor tan importante. Pero ahora tenemos tus obras para consolarnos.

Se despidieron y salieron afuera.

Cuando Atreyu se sentó en las espaldas del dragón, le preguntó a Bastian:

-No querías cabalgar también sobre Fujur?

-Pronto -respondió Bastian-. Ahora me espera Yicha, y se lo he prometido.

-entonces os aguardamos en tierra -grito Atreyu. El dragón de la suerte se elevó por los aires y, en un momento se perdio de vista.

Cuando Bastian volvió al albergue, los tres caballeros lo esperaban ya con los caballos y la mula, en una de las balsas, dispuestos para el viaje. Le habían quitado a Yicha las albardas, sustituyendolas por una silla de montar ricamente adornadas. La razón, sin embargo no la supo ella hasta que Bastian se acercó y le susurró al oído:

-Ahora me perteneces, Yicha.

Y mientras la barcaza se soltaba, alejándose de la ciudad de plata, todavía resonó largo tiempo sobre las amargas aguas de Murhu, el lago de las lágrimas, el grito de alegría de la vieja mula.

Por lo demás, en lo que sé refiere a Hýnreck el héroe, consiguió realmente llegar a Mórgul, el oais del fuego frío. Penetró también en el bosque petrificado de Wodgabay y superó  los tres fosos que rodeaban el castillo de Ragar. Encontró el hacha de plomo y vencio a Smerg, el dragón. Luego devolvió a Oglamar a su padre, aunque ella estaba ya dispuesta a casarse con él. Pero entonces fue él quien no quiso. Sin embargo, ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

 Sin embargo, ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión

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