-Quién sabe -dijo ella sonriendo- si no tiene que ver con los cuentos de viejas?
-Entonces, ¿Lo conoces? -quiso averiguar Atreyu-. ¿Lo has visto?
Ella negó con la cabeza
-si lo veo, será la primera vez que nos encontremos.
-Nuestros ancianos cuentan también -siguió diciendo Atreyu- que nunca puede saberse dónde se encuentra la montaña de Viejo, que éste aparece siempre inesperadamente, unas veces aquí y otras allá, y que sólo por casualidad o por un capricho del destino se le puede encontrar.
-si -respondió la emperatriz infantil-. Al viejo de la montaña errante no se le puede buscar. Sólo se le encuentra.
-¿También tú? -preguntó Atreyu.
-también yo -dijo ella
-¿Y si no lo encuentras?
-si existe, lo encontraré -repuso ella con una sonrisa enigmática- y si lo encuentro, existirá.
Atreyu no entendió la respuesta. Titubeando, preguntó:
-¿El es... como tú?
- Es como yo -contestó ella- porque es en todo mi opuesto.
Atreyu comprendió que de esa forma no averiguaría nada de ella. Además, lo inquietaba otra idea:
-Estás muy enferma, señora de los deseos, la de los ojos dorados -dijo casi con severidad- y sola no podrás ir muy lejos. Por lo que veo, todos tus sirvientes y leales te han abandonado. Fújur y yo te acompañáremos con gusto hasta donde sea pero, para ser sincero, no sé si las fuerzas de Fújur resistirán. Y mi pierna... bueno, tú misma has visto que no puedo andar con ella.
-Gracias Atreyu -contestó ella, gracias por tu ofrecimiento valiente y sincero. Pero no tengo intención de llevarlos conmigo. Al viejo de la montaña errante tengo que encontrarlo por mi misma. Y Fújur tampoco está ya donde lo dejaste. Se encuentra ahora en un lugar en donde sus heridas se curan y sus fuerzas se renuevan. Y también tú, Atreyu, estarás pronto en ese lugar.
Los dedos de la emperatriz infantil jugueteaban con AURYN.
-¿Que lugar es ése?
-No necesitas saberlo ahora. Llegarás allí en sueños. Dia vendrá en qué podrás saber dónde estuviste.
-pero, ¿Cómo podré dormir -exclamó Atreyu, y su preocupación hizo que olvidara toda forma respetuosa- sabiendo que puedes morir en cualquier momento?
-No estoy tan desamparada como crees. Ya te digo que hay muchas cosas que para ti son invisibles. Tengo conmigo siete poderes, que me pertenecen como a ti tu memoria, tu valor o tus pensamientos. Tú no puedes verlos ni oírlos y, sin embargo están conmigo en este momento. A tres de ellos los dejaré con Fújur y contigo, para que los cuiden. A cuatro los llevaré conmigo para que me acompañen. Tú, sin embargo, Atreyu, puedes dormir tranquilo.
Con esas palabras de la emperatriz infantil, todo el cansancio que, había sentido Atreyu durante la gran búsqueda cayó de repente sobre él como un velo oscuro. Pero no era de cansancio de piedra del agotamiento, sino un deseo de dormir, tranquilo y apacible. Hubiera querido preguntar muchas cosas aún a la señora de los deseos, la de los ojos dorados, pero era como si ella, con sus palabras, hubiera paralizado todos los deseos de su corazón, dejando sólo uno prepotente: dormir. Los ojos se le cerraron y, sentado, sin recostarse, se deslizó hacia la oscuridad
El reloj de la torre dio las once
Como muy lejos, Atreyu oyó que la emperatriz infantil daba una orden con su voz suave y dulce, y luego se sintió cuidadosamente levantado y trasportado por unos brazos poderosos.
Durante mucho tiempo estuvo en la oscuridad, bien abrigado. Mucho, muchísimo después, se despertó a medias cuando un sabroso liquido mojó sus labios resecos y agrietados y pasó por su garganta. Vagamente vio a su alrededor algo así como una gran cueva cuyas paredes parecían hechas sólo de oro. Y vio al blanco dragón de la suerte echando a su lado. Y luego vio o sintió más que en el centro de caverna brotaba una fuerte y que alrededor de esa fuente había dos serpientes, una clara y otra oscura, que se mordían mutuamente la cola...
Pero entonces una mano invisible pasó por sus ojos, haciéndole un bien indescriptible, y Atreyu se hundió otra vez en un sueño profundo y sin pesadillas.
Al mismo tiempo, la emperatriz infantil salía de la torre de marfil. Iba echada sobre blandos cojines de seda, en una litera de cristal, y era trasportada por cuatro sirvientes invisibles, de modo que parecía como si la litera se desplazarse lentamente por si sola, flotando en el aire.
Atravesaron el laberinto del jardín o, más bien lo que quedaba de él, y a menudo tuvieron que dar rodeos, porque muchos senderos desembocaban ya en la nada.
Cuando finalmente llegaron al borde exterior de la llanura y salieron del laberinto, los porteadores invisibles se detuvieron. Parecían esperar órdenes.
La emperatriz infantil se incorporó en sus cojines y echó una mirada hacia atrás, a la torre de marfil.
Y mientras volvía a reclinarse en sus almohadas, dijo:
-¡Adelante! ¡Siempre adelante... a cualquier parte!
Una ráfaga de viento agitó su cabello blanco como la nieve, que tremolaba, largo y pesado como una bandera, tras la litera de cristal.
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la historia sin fin
FantasyBastian Baltasar Bux es un chico tímido al que le encanta leer y tiene una portentosa imaginación. en un extraño libro averigua que el reino de fantasía esta en peligro y asombrado, lee que Bastian Baltasar Bux debe unirse a Atreyu, un vali...