Que , con las piernas cruzadas, se sentaba en un lecho de colchonetas y leia un libro. Estaba envuelto en unas mantas grises y desgarradas. Los ojos del.muchacho eran grandes y parecían muy tristes. Detrás de el se divisaban algunos animales inmóviles a la luz del crepúsculo - un águila, una lechuza y un zorro- y un poco mas lejos relucía algo que parecía un esqueleto blanco. No podia saberse con exactitud
Bastian tuvo un sobresalto al comprender lo que acababa de leer ¡ Era el ! La descripción coincidía en todos los detalles. El libro empezó a temblarle en las manos. ¡Decididamente, la cosa estaba yendo demasiado lejos! No era posible que en un libro impreso pudiera decirse algo que sólo se refería a aquel momento y a él. Cualquier otro leería lo mismo al llegar a ese lugar del libro. No podía ser mas que una casualidad increíble. Aunque, sin duda era una casualidad extrañisima.
-Bastian - se dijo a si mismo en voz alta-, estas como una cabra. ¡Haz el favor de dominarte!
Había intentado hablar en el tono más firme posible, pero su voz temblaba un poco, porque no estaba totalmente convencido de que sólo casualidad.
<<Imagínate>>, pensó, <<lo que ocurríría si en fantasía supieran realmente algo de ti. Sería fabuloso. >>
Pero no se atrevió a decirlo en voz alta.
Sólo una pequeña sonrisa de asombro se dibujó en los labios de Atreyu al entrar en la imagen del espejo... estaba un poco asombrado de que le resultará tan fácil lo que a otros les había parecido insuperable. Sin embargo, mientras entraba sintió un extraño y cosquilleante estremecimiento. Y no sospechó lo que en realidad le habia ocurrido.
En efecto, cuando estuvo al otro lado de la puerta del espejo mágico habia perdido todo recuerdo de sí mismo, de su vida anterior, de sus objetivos y sus intenciones. No sabia nada de la gran búsqueda que lo habia llevado hasta allí y ni siquiera recordaba su propio nombre. Era como un niño recién nacido.
Delante de él, a una distancia de unos pasos, vio la puerta sin llave, pero Atreyu no se acordaba de ese nombre ni de que habia tenido la intención de atravesarla para llegar al oráculo del sur. No sabía en absoluto lo quería o tenia que hacer, ni por qué estaba allí. Se sentía ligero y muy alegre, y se reia sin.motivo, y de simple contento.
La puerta que vio ante sí era pequeña y baja como un portillo, y se alzaba aislada -sin muros que la rodeasen- sobre la superficie yerma. Y la hoja de aquella puerta estaba cerrada.
Atreyu la contempló durante un buen rato. Parecía estar hecha de un material que brillaba como el cobre. Era bonita pero Atreyu perdió el interés al cabo de un tiempo. Rodeó la puerta y la contempló por detrás, pero su aspecto no se diferenciaba del que tenía por delante. Tampoco tenia picaporte, ni pomo, ni agujero de cerradura. Evidentemente, la puerta no estaba hecha para ser abierta, ni tenía sentido hacerlo, ya que no conducía a ninguna parte y se limitaba a estar alli. Porque detras de la puerta sólo estaba la llanura extensa, pelada y totalmente vacía.
Atreyu tuvo ganas de irse. Se volvió, fue hacia la redonda puerta del espejo mágico y contempló su parte trasera durante algún tiempo, sin comprender lo que significaba. Decidió marcharse.
-¡No, no! ¡No te marches! -dijo Bastian en voz alta-. Vuelve, Atreyu. ¡Tienes que atravesar la puerta sin llave!
Sin embargo, luego se volvió otra vez hacia la puerta sin llave. Quería mirar otra vez aquel resplandor cobrizo. De manera que se situó ante la puerta, se inclino a la izquierda y derecha y disfrutó. Acarició suavemente el extraño material. Parecía caliente y hasta vivo al tacto. Y la puerta se abrió parcialmente.
Atreyu metió la cabeza y vio algo que antes, al.rodear la puerta, no había visto al otro lado de la puerta: sólo la llanura desnuda. Miró otra vez por la abertura y vio un largo corredor, formado por innumerables columnas poderosas. Y detrás habia escalones y otras columnas y terrazas, y mas escaleras y todo un bosque de columnas. Sin embargo, ninguna de aquella columnas soportaba nada. Porque encima podia verse el cielo nocturno.
Atreyu atravesó la puerta y miro a su alrededor extrañado. Detras de el. La puerta se cerró.
El reloj de la torre dio las cuatro.
La turbia luz del dia que entraba por el tragaluz había ido desapareciendo. Sencillamente, estaba demasiado oscuro para seguir leyendo. Bastian sólo habia podido descifrar la ultima página con esfuerzo. Dejó el libro a un.lado.
Que podia hacer ahora?
Sin embargo, era seguro que en desván había luz eléctrica. Bastian se dirigió a tientas hacia la puerta, en la semioscuridad, y tanteó la pared. No pudo encontrar ningún interruptor. Tampoco al otro lado habia ninguno.
Bastian sacó una caja de cerillas del bolsillo del pantalon (siempre llevaba, porque le gustaba hacer pequeñas hogueras), pero estaban húmedas y solo la cuarta encendió. Al débil resplandor de la llamita, buscó un interruptor, pero no lo había.
Con aquello no había contado. Ante la idea de que tendría que estar allí toda tarde y toda la noche en una oscuridad total, sintió frio del susto. Ya no era un niño pequeño y, en su casa o en cualquier otro lugar conocido, no tenía miedo de la oscuridad, pero alli arriba, en aquel enorme desván con todas aquellas cosas extrañas, era muy distinto.
La cerilla le quemó los dedos y la tiró.
Durante un rato se quedó así, escuchando. La lluvia habia cesado y sólo tamborileaba aún, muy suavemente, en el gran tejado de chapa.
Entonces recordó el oxidado candelabro de siete brazos que habia descubierto entre los trastos. Se dirigió tanteando hacia aquel lugar, lo encontró y lo arrastró hasta sus colchonetas.
Encendió las mechas de los gruesos pedazos -los siete- e inmediatamente se difundió una luz dorada las llamas chisporroteaban suavemente y temblaban a veces en la corriente de aire
Bastian respiro otra vez y volvió a coger el libro

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la historia sin fin
FantasíaBastian Baltasar Bux es un chico tímido al que le encanta leer y tiene una portentosa imaginación. en un extraño libro averigua que el reino de fantasía esta en peligro y asombrado, lee que Bastian Baltasar Bux debe unirse a Atreyu, un vali...