Pese al cansancio, Fujur seguía como loco buscando a Atreyu, ya llevaba varios días en su interminable búsqueda tratando de no perder la fe.
Se acercó a un lugar porque un brillo tenue le llamó la atención Fujur se acercó volando encima del agua, explorando descubrió que se trataba del talismán. Pero no se podía meter al agua, como era un dragón, el agua del mar era mortal para el.
Pero algo tenía que hacer para sacar al talismán de hay, sin pensarlo dos veces subió lo más que pudo al cielo y de pronto se dejo caer como piedra al río
Al entrar al agua Fujur se dio cuenta de que su color madreperla hiba desapareciendo y el aire fue saliendo de sus pulmones poco a poco, pero no se daria por vencido aun. Logro agarrar el talisman con una mano y se apresuró a salir del agua, ya fuera se colocó el amuleto que por una misteriosa razón sintío que lo guiaba a una direcion.
Atreyu había abandonado hacía tiempo todo intento de librarse de la presa de acero de las mandíbulas del hombre-lobo. Estaba en un estado de semiinconsiencia, en el que veía otra vez al búfalo purpúreo del mar de hierba que no había cazado. A veces, Atreyu llamaba a otros niňos, sus compaňeros de caza,que ahora serían ya, sin duda, auténticos cazadores. Pero nadie le respondía. Sólo el enorme búfalo, inmovil, seguía allí, mirándolo.Atreyu llamó a Artax, su caballito. Pero no vino, y tampoco se oyó en parte alguna su claro relincho. Llamó a la Emperatriz infantil, pero inútilmente. Ya no podía decirle a ella nada. No había sido cazador, no era ya emisario, no era nadie.
Atreyu se había rendido.
Pero entonces notó además otra cosa: ¡la nada! Debía de estar muy cerca ya. Sintió de nuevo aquella horrible atraccion que era como un vértigo. Se incorporó y tiró de su pierna, desgarrándosela. Pero los dientes no se aflojaron.
Y, en aquella ocasión, fue una suerte. Porque si los dientes de Gmork no lo hubieran retenido, Fujur habria llegado tarde a pesar de todo.
Así, sin embargo, Atreyu oyó de pronto arriba, en el cielo, la voz de bronce del dragón de la suerte:
-¡Atreyu! ¿Estás ahí? ¡Atreyu!
-¡Fujur! - Esclamó atreyu. Entonces puso las manos ante su boca, haciendo bocina, y gritó hacia el cielo:
-¡Aqui estoy, Fujur! ¡Fujur! ¡Ayúdame! ¡Estoy aquí!
Y gritó lo mismo una y otra vez.
Vio el cuerpo blanco y llameante de Fujur, como un relámpago vivo atravesar el pedacito de cielo que se iba apagando, primero muy lejos, muy alto allá arriba, y luego, la segunda vez, mucho más cerca. Atreyu gritó y gritó, y el dragon de la suerte le respondió con su voz de campana. Y finalmente, el de arriba divisó al de abajo, pequeňo como un pobre escarabajo caído en un agujero profundo.
Fujur se dispuso a aterrizar, pero el patio interior era estrecho, era casi de noche y, al descender, el dragón derribó uno de los puntiagudos tejados. Las vigas del entramado se rompieron con estruendo. Fujur sintió un dolor punzante: se había hecho una grave herida en el vientre con la aguda arista del tejado. No fue uno de sus elegantes aterrizajes habituales sino que cayó en el patio dando fuertemente contra el suelo húmedo y sucio, junto a Atreyu y el muerto Gmork.
Se sacudió, estornudó como un perro que sale del agua y dijo: -¡por fin! ¿Dónde te habías metido? Parece que he llegado justamente a tiempo.
Atreyu no dijo nada. Había rodeado con sus brazos el cuello de Fujur y enterrado la cara en su plateada melena.
-¡Ven! -Lo apremió Fujur-. ¡Súbete a mi espalda! No hay tiempo que perder.
Atreyu se limitó a sacudir la cabeza. Sólo entonces vio Fujur que tenía la pierna entre las fauces del hombre-lobo.
-Eso lo vamos a arreglar enseguida - dijo revolviendo sus globos oculares de color rubí-. !No te preocupes!
Utilizando ambas garras, intentó abrir las mandíbulas de Gmork. Sin embargo, los dientes no se separaron ni un milímetro.
Fujur jadeaba y bufaba por el esfuerso, pero no servía de nada. Y sin duda no hubiera logrado librar a su pequeňo amigo si la suerte no hubiera venido en su ayuda. Pero los dragones de la suerte tienen precisamente eso, suerte, y con ellos la tienen los que con ellos se portan bien.
Efectivamente, cuando Fujur, agotado, se detuvo y se inclinó sobre la cabeza de Gmork para ver mejor en la oscuridad qué se podia hacer, el amuleto de la emperatriz infantil, que colgaba del cuello del dragón, vino a reposar sobre la frente del hombre-lobo muerto. Y en ese mismo instante se abrieron las mandíbulas y la pierna de Atreyu quedó libre.
-¡Eh! -Gritó a Atreyu-. ¿Has vistó?
Atreyu no respondio
-¿Qué pasa? - Preguntó Fujur -. ¿Dónde estás, Atreyu?
Tanteó en la oscuridad buscando a su amigo, pero este no estaba ya allí. Y, mientras intentaba atravesar con sus ojos candentes la oscuridad de la noche, empezó a sentir él mismo lo que había arrebatado a Atreyu de su lado apenas había quedado en libertad: la nada, que cada bez se acercaba más. Sin embargo. AURYN lo protegía contra aquella resaca.
Atreyu se defendía inútilmente. Aquello era más fuerte que su propia y pequeňa voluntad. Dio puňetazos, luchó y pataleó, pero sus miembros no lo obedecían a él, sino a aquella resaca irresistible.sólo unos pasos lo separaban de la aniquilación definitiva.
Y en aquel momento, Fujur, como un relámpajo blanco y llameante, se situó encima y lo agarró por la trenza negroazulada y larga, tiró hacia arriba y se elevó con él en el negro cielo de la noche.
El reloj de la torre dio las once.
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la historia sin fin
FantasiaBastian Baltasar Bux es un chico tímido al que le encanta leer y tiene una portentosa imaginación. en un extraño libro averigua que el reino de fantasía esta en peligro y asombrado, lee que Bastian Baltasar Bux debe unirse a Atreyu, un vali...