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-¿puedo preguntarte otra cosa más? -dijo Atreyu, reanudando la convesación.

Ella asintió sonriendo.

-¿Por qué sólo puedes ponerte bien si recibes un nuevo nombre?

-Sólo su verdadero nombre hace reales a todos los seres y todas las cosas -dijo ella-. Un nombre falso lo convierte todo en irreal. Eso es lo que hace la mentira.

-Quizá el salvador no sepa el nombre que debe darte.

-Sí que lo sabe -respondió ella.

Los dos se quedaron otra vez silenciosos.

Si -dijo Bastián- lo sé. Lo supe enseguida en cuanto te vi. Pero no sé lo que tengo que hacer.

Atreyu levantó la vista

-Quizá quiere venir y no sabe cómo arreglárselas.

-No tiene que hacer nada más -respondió la emperatriz infantil- que llamarme por mi nuevo nombre que sólo él conoce.  Eso bastará.

El corazón de Bastián comenzó a latir desordenadamente. ¿Debía probarlo? ¿Y si no tenía éxito? ¿Y si no tenía éxito? ¿Y si se estaba engañando? ¿Y si los dos no estaban hablando de él sino de un salvador totalmente distinto? ¿Cómo podía saber si realmente se referían a él.

-Me pregunto -comenzó a decir Atreyu otra vez- si es posible que todavía no comprenda que se trata de él y de nadie más.

-No -dijo la emperatriz infantil-, tan tonto no puede ser, después de todas las señales que se le han dado.

-¡lo voy a probar! -dijo Bastián. Pero sus labios no pronunciaron las palabras. ¿Qué ocurriría si realmente tuviera éxito? Llegaría de algún modo a fantasía. ¿Pero cómo? Quizá tendría que sufrir también una trasformación. ¿Que sería entonces de él? ¿Le dolería o perdería el conocimiento? Bastián quería ver a Atreyu y la emperatriz infantil, pero de ningún modo a todos los monstruos que pululaban por allí.

-Quizá -opinó Atreyu- le falte valor...

-¿Valor? -preguntó la emperatriz infantil- ¿Hace falta valor para pronunciar mi nombre?

-Entonces -dijo Atreyu- sólo conozco un motivo que pueda retenerlo.

-¿cuál?

Atreyu titubeó antes de decirlo:

-Sencillamente, que no quiere venir. No le importáis nada ni tú ni fantasía. Le somos indiferentes.

La emperatriz infantil miró a Atreyu con ojos muy abiertos.

-¡No! ¡No! -gritó Bastián-. ¡No debéis pensar eso! ¡Desde luego, no es así! Por favor, por favor, no penséis eso de mí! ¿Me oís? ¡No es eso, Atreyu!

-Me ha prometido venir -dijo la emperatriz infantil- Lo he leído en sus ojos.

-si, eso es verdad - exclamó Bastián-, e iré enseguida, sólo que tengo que pensármelo otra vez a fondo. No es tan fácil.

Atreyu bajo la cabeza y los dos esperaron otra vez largo tiempo en silencio. Pero el salvador no apareció y ni el más pequeño signo indicó que, al menos, intentara llamar su atención.

Bastián se imaginaba lo que ocurriría si, de pronto, estuviera ante ellos con toda su gordura, y sus piernas torcidas y su cara de queso. Podía ver claramente el desencanto pintado en el rostro de la emperatriz infantil, que le diría:

<<¿Que buscas tú aquí?>>.

Y Atreyu hasta se reiría probablemente de él.

Ante esa idea, Bastián se ruborizó.

Naturalmente, ellos esperaban a una especie de héroe, un príncipe o algo así. No podía mostrarse ante ellos. Era imposible. Prefería quedarse donde estaba... ¡Pero no!

Cuando la emperatriz infantil levantó por fin los ojos, la expresión de su rostro había cambiado. Atreyu casi se asustó ante la grandeza y la severidad de su mirada. Y supo también dónde había visto antes aquella expresión: ¡las esfinges!

-sólo me queda un recurso -dijo ella-, pero no me gusta utilizarlo. Me gustaría que no me obligara a a ello.

-¿Qué recurso? -preguntó Atreyu cuchicheando.

-Lo sepa o no... Pertenece ya a la Historia Interminable. Ahora no puede ni debe retroceder. Me ha hecho una promesa y debe cumplirla. Sin embargo, yo sola no puedo hacerlo todo.

-¿Quién hay en toda fantasía -exclamó Atreyu- que pueda hacer algo que tú no puedes?

-sólo uno -respondió ella-, cuando quiere. El viejo de la montaña errante.

Atreyu miró a la emperatriz infantil con el mayor asombro.

-¿El viejo de la montaña errante? -repitió subrayando cada palabra-. -¿Quieres decir que existe?

-¿Lo dudabas?

-Los ancianos de nuestro campamento hablan de él a los niños muy pequeños cuando éstos son desobedientes o malos. Dicen que escribe en su libro todo lo que se hace y lo que no se hace, incluso lo que se piensa y se siente, y que entonces queda allí escrito para siempre como una historia hermosa o fea, según. Cuando yo era pequeño, también creía en eso,  pero luego pensé que sólo un cuento de viejas para asustar a los niños

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Vale espero que esta vez si quede bien este capítulo no duden en decirme los capítulos que estén malos

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora