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A la mañana siguiente lo  despertaron las ruidosas exclamaciones de asombro de los tres caballeros:

-¡Mirad!... ¡por mi vida! ¡Hasta mi jamelgo se rie!

Bastian vio que estaban a la entrada de la caverna y que Atreyu estaba con ellos. Era el unico que no se reía. Bastian se levantó y se les unio.

Por todo el valle gateaban, daban vorteretas y revoloteaban las figuritas más extrañas que habia visto nunca. Todas tenian en la espalda alas de polilla coloreadas e iban vestidas con toda clase de trapos a cuadros, a rayas, con círculos o de lunares, pero cada traje parecia ser muy estrecho o demasiado ancho, demasiado grande o demasiado pequeño y, por decirlo asi, haber sido cosido al azar. Nada hacia juego con nada y por todas partes, hasta en las alas, tenian parches. Ninguno de aquellos seres se parecia a los otros, sus rostros eran de colores como los de los payasos, tenian narices redondas y coloradas o narizotas ridiculas y bocas exageradas. Algunos llevaban sombreros de copa de todos los colores. Otros gorros puntiagudos, unos sólo tenian tres moños de color tomate en lo alto de la cabeza y otros lucian calvas relucientes. La mayor parte de ellos se sentaban en la delicada torre de preciosa filigrana de plata o colgaban de ella daban vorteretas encima, brincaban sobre ella e intentaban destrozarla.

Bastian corrió afuera:

-¡Eh, ustedes! -¡Paren inmediatamente! ¡no pueden hacer eso!

Los seres se detuvieron y lo miraron desde lo alto. Uno, que estaba arriba del todo preguntó:

-Que ha dicho?

Y otro desde abajo le grito:

-El sujeto dice que no podemos hacer eso.

-por que dice que no podemos hacerlo? Preguntó un tercero

-porque no! -gritó Bastian ¡No pueden romperlo todo!

-Claro que podemos -respondió otra, rompiendo un gran pedazo de la toree.

La primera volvio a gritarle a Bastian desde arriba, dando saltos al mismo tiempo como una loca:

-claro que podemos!

La torre se balanceó y comenzo a crujir peligrosamente

-¡pero que hacen! -gritó  Bastian. Estaba furioso y asustado, pero no sabia cómo  actuar porque aquellos seres eran realmente extraños.

-El sujeto -dijo la primera polilla volviendose otra vez a sus compañeras- pregunta que hacemos.

-Es verdad, ¿que hacemos? -quiso saber otra.

-Nos divertimos -declaró una tercera.

Entonces, todas las que habia por los alrededores porrumpieron en enormes risas y resoplidos.

-¡Nos divertimos! -le grito desde arriba a Bastian la primer polilla, atragandose casi de risa.

-Pero la torre se derrumbara si no paran! -gritó Bastian

-El sujeto -comunicó la primera polilla a las otras- cree que la torre se derrumbará.

-y que? -dijo otra.

Y la primera grito desde arriba

-Y que?

Bastian estaba sin habla y, antes de que hubiera podido encontrar algo apropiado que decir, todas las polillas-payaso que colgaban de la torre comensaron a formar en el aire una especie de coro, pero no agarrándose de la mano, sino unas de las piernas y otras del cuello; muchas daban vueltas de cabeza y todas gritaban y reian.

Lo que aquellos tipejos alados hacian era tan cómico y divertido que en contra de su voluntad, Bastian tuvo que reírse tambien

-No pueden hacer eso! -exclamó-. Es obra de los ayayai!

-El sujeto -dijo otra vez la primera polilla-payaso volviendose a a sus compinches- dice que no podemos hacer eso.

-podemos hacerlo todo -gritó otra dando una zapateta en el aire-, todo lo que no nos está prohibido. ¿Y quien nos prohíbe nada? Somos los schlabuffos.

-Quien nos prohíbe nada? -exclamaron a coro todas las polillas-payaso- ¡somos los schlabuffos!

-¡Yo! -respondió Bastian

-El sujeto -dijo la primera polilla a las otras- dice que yo.

-como que tú? -preguntaron las otras-. Tu no eres quién  para decirnos nada.

-¡Yo no! -explico la primera-, El sujeto dice que él.

-¿por qué dice el sujeto que el? -quisieron las otras-. ¿y quién es ese él?

-¿Quien es ese él? -gritó desde arriba la primera polilla.

-Yo no he dicho él -gritó Bastian medio enfadado y medio riéndose-. He dicho que les prohibo echar abajo la torre.

-Nos prohíbe echar la torre abajo -explicó la primera polilla a las otras.

-¿Quien? -preguntó una recién llegada.

-El sujeto -contestaron las otras.

Y la recién llegada dijo:

Yo no conozco al sujeto. ¿Quién es?

La primera grito:

-¡Eh, sujeto! ¿Quien eres? 

-No soy ningún sujeto! -gritó Bastian, bastante furioso ahora-. Soy Bastian Baltasar Bux y he hecho schlabuffos de ustedes para que no lloren ni se lamenten más. Esta noche eran todavia unos infelices ayayai. ¡podrian tratar a su benefactor con un poco más de respeto!

Todas las polillas-payaso dejaron al mismo tiempo de saltar  y bailar y volvieron sus miradas hacia Bastian. Reino de pronto un silencio sofocado.

-¿Que ha dicho el sujeto? -susurro una polilla que estaba más lejos, pero la que estaba a su lado le dio un golpe en el gorro, que se le hundio hasta las orejas. Todas las demás hicieron-: ¡Pst!

-¿quieres repetir eso lenta y detenidamente? -pidio la primera polilla de forma marcadamente cortés.

-¡Soy su benefactor! Exclamó Bastian.

Entonces se produjo una excitacion realmente ridícula entre las polillas-payaso; cada una se lo decia a otra y finalmente todas las innumerables figuras que hasta entonces estaban repartidas por el valle bulleron y revolotearon aglomerandose en torno a Bastian, mientras se gritaban mutuamente:

-Habeis oido? Habéis comprendido? Es nuestro fenefactor! Nastiban Baltibux! No Buxian Fanebector! Que va! Sarafac Buxiben! No, Baldrian fix! Tux! Babeltran Bacfenetor! Nix! Flax! Trix!

Todas parecian fuera de si de entusiasmo. Se daban mutuamente la mano, se saludaban con el sombrero y se golpeaban las espaldas y los estómagos, levantando grandes nubes de polvo.

-Qué potra tenemos! -gritaban- Viva Buxfactor Sanidad Baxtiben!

Y sin dejar de gritar y reir, todo el enjambre se dispersó en las alturas formando remolinos. El ruido se perdio a lo lejos.

Bastian se quedó allí, sin saber como se llamaba de verdad.

No estaba tan seguro ya de haber hecho una buena obra

No estaba tan seguro ya de haber hecho una buena obra

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la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora