capítulo 3 el llamamiento de Atreyu

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Bien o mal, las deliberaciones que afectaban al porvenir de toda fantasía se celebraban normalmente en el salón del trono de la Torre de marfil, que se encontraba, en el interior del verdadero recinto del Palacio, solo unas plantas más  abajo que el pabellón de la Magnolia.

Ahora, el salón amplio y redondo estaba lleno de una confusión de voces apagadas. Los cuatrocientos noventa y nueve mejores médicos del reino de fantasía estaban hay reunidos, susurrando o cuchicheando entre si, en grupos pequeños o grandes. Cada uno de ellos habia visitado a la emperatriz infantil -unos hacia tiempo, otros recientemente y cada uno habia intentado ayudarla con su ciencia. Pero ninguno lo habia logrado, ninguno conocía su enfermedad ni las causas, ninguno sabía como curarla. Y el número quinientos el mas famoso de todos los médicos de fantasía, de quien se decía que no habia hierba medicinal, hechizo ni secreto de la naturaleza que no conociera, llevaba ya horas con la enferma y todos esperaban con impaciencia el resultado de su visita.

Ahora bien una reunión asi no debe imaginarse, naturalmente, como un congreso de medicos humanos. Desde luego, en fantasía habia muchos seres que, en su aspecto exterior, eran mas o menos  parecidos a los hombres, pero había por lo menos otros  tantos que parecían animales o criaturas de especies totalmente distintas. Si variada era multitud de mensajeros que bullia fuera ,igualmente diversa era la concurrencia del salón. Habia medicos enanos con barba y goroba, medicas hadas, con túnicas relucientes de un azul plateado y estrellas centellantes en el cabello; habia genios acuáticos de vientre abultados y membranas natatorias en pies y manos (para ellos se habian instalado expresamente baños de asiento), pero habia también serpientes blancas, enroscadas en la gran mesa del centro del salón, elfos abeja y hasta brujas, vampiros y espectros que, en general no eran considerados especialmente bienhechores y salutiferos.

Para comprender la presencia de estos últimos es absolutamente saber una cosa:

La emperatriz infantil era -como indica su título- la soberana de todos los incontables paises del reino sin fronteras de fantasía, pero en realidad era mucho mas que una soberana o, mejor dicho, era algo distinto.

No gobernaba, nunca habia utilizado la fuerza ni hecho uso de su poder, no mandaba nada ni daba órdenes a nadie 

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora