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-Si por lo menos se viera algo! -susurró Atreyu

-Espera! -respondió Bastian-. Tengo a Al-Thahir.

Sacó de su bolsillo la piedra luminosa y la levantó. Su luz era suave como la de una vela e iluminaba sólo débilmente la hondonada, pero el resplandor bastó para mostrar a los dos amigos un espectáculo que hizo que, por el horror, se les pusiera la piel de gallina.

El valle entero estaba lleno de unos gusanos deformes, de un brazo de largo, cuya piel parecía como si estvieran en andrajos y harapos sucios y desgarrados. Entre las arrugas podian sacar algo así como unas extremidades viscosas, semejantes a tentáculos de pulpo. Al extremo del cuerpo de cada uno de aquellos gusanos aparecían entre los harapos dos ojos, unos ojos sin parpados de los que continuamente manaban lágrimas. Ellos mismos y el valle entero estaban húmedos por tal cosa.

En el momento en que la luz de AL-THAHIR los ilumino, se inmovilizaron, y entonces se pudo ver lo que hacian. En medio de ellos se levantaba una torre de la mas fina filigrana de plata, más preciosa que todos los edificios que Bastian habia visto en Amarganz. Muchos de aquellos seres verniculares estaban precisamente trepando a esa torre, para completarla con partes diversas. Ahora, sin embargo, todos se habian quedado inmóviles, mirando la luz de AL-THAHIR.

-Ay dolor, dolor! -se oyó como un susurro consternado por el valle-. Nuestra fealdad se ha hecho pública! Ay dolor, dolor! ¿que ojos son los que nos han visto? ¡Ay dolor, dolor que nosotros mismos nos hayamos visto! Seas quien fueres, intruso cruel, sé compasivo, ten piedad, y aparta esa luz de nosotros!

Bastian se levantó.

-soy Bastian Baltasar Bux -dijo-, Quienes sois vosotros?

-Somos los ayayai -fue el sonido que le llegó- ¡los ayayai! ¡Los ayayai! ¡Las criaturas más infelices de fantasía, eso es lo que somos!

Bastian callo, mirando pasmado a Atreyu, que se puso de pie igualmente y se situó junto a él.

-Entonces -preguntó, sois vosotros los que habéis construido Amarganz, la ciudad más bella de fantasía?

-Así es, ay -exclamaron aquellos seres-, pero aparta esa luz de nosotros y no nos mires. Ten compasión¡

-Y sois vosotros los que habéis llorado Murhu, el lago de las lágrimas?

-Señor -gimieron los ayayai-, es tal como tú lo dices. Sin embargo, moriremos de vergüenza y horror de nosotros mismos si nos sigues obligando a permanecer bajo tu luz. Por qué aumentas nuestros padecimientos de una forma tan cruel? Nada te hemos hecho y nunca hemos  ofendido a nadie con nuestra vista.

Bastian volvió a meterse en el bolsillo la piedra Al-Thahir y se hizo una oscuridad total.
-¡Gracias! -exclamaron las voces sollozantes-. ¡Gracias por tu compasión y misericordia, señor!

-Quisiera hablar con ustedes -dijo Bastian-, Quiero ayudarlos.

Casi se sentia enfermo de asco y lástima de aquellas criaturas de la desesperación. Le resurtaba claro que se trataba de los seres de los que habia hablado en su historia sobre el origen de Amarganz pero, como siempre, tampoco esta vez estaba seguro de si habian existido siempre o habian surgido por su causa. En ese último caso, él sería, de algun modo, responsable de todo aquel sufrimiento.

Sin embargo, fuera como fuese, estaba decidido a remediar aquella cosa horrible.

-Ay -lloriquearon las voces lastimeras-, quien puede ayudarnos?

-Yo -exclamó Bastian- Tengo a AURYN.

Se hizo de pronto el silencio. El llanto cesó por completo.

-De dónde habéis salido tan repentinamente? -Preguntó Bastian en la oscuridad.

-vivimos en las profundidades sin luz de la tierra -le llegó el murmullo de un coro de muchas voces-, para ocultar nuestro aspecto del sol. Alli lloramos continuamente nuestra existencia y lavamos con nuestras lagrimas la plata indestructible de la roca primitiva, con la que fabricamos la filigrana que has visto. Sólo en las noches más oscuras nos atrevemos a salir a la superficie y esas cavernas son nuestra salida. Aqui arriba montamos lo que  hemos preparado abajo. Y precisamente esta noche era suficientemente oscura para evitarnos nuestra propia vista. Por eso estamos aqui. Con nuestro trabajo intentamos desagraviar al mundo por nuestra fealdad y encontramos en ello algún consuelo.

-¡pero ustedes no pueden evitar ser como son! -dijo Bastian.

-Hay muchas clases de culpa, ay -respondieron los ayayai-: por acción, por pensamiento... La nuestra es por existir.

-como puedo ayudarlos? -preguntó Bastian casi llorando de lastima.

-Ay, poderoso benefactor -exclamaron los ayayai-, que llevas a AURYN y tienes poder para salvarnos... Sólo te pedimos una cosa: danos otro aspecto!

-Lo haré, estad tranquilos, pobres gusanos! -dijo Bastian-. Ahora deseo que durmais y que, cuando despertais mañana, salgais de vuestra envoltura y os convirtais en mariposas. Sereis de muchos colores y alegres, podeis reir y divertiros! Desde mañana no os llamareis ya ayayai, los que siempre lloran, sino schlabuffos, los que siempre rien.

Bastian escucho en la oscuridad, pero no se oyó nada mas,

-Se han dormido ya -cuchicheó Atreyu.

Los dos amigos volvieron a la caverna. Los caballeros Hysbald, Hydorn y Hykrion seguian roncando suavemente sin haber notado nada.

Bastian se hecho a dormir.

Se sentia contentisimo de si mismo. Pronto, fantasía entera sabria la buena que acababa de realizar. Y realmente habia sido desinteresada, porque nadie podia decir que habia deseado algo para si mismo. La fama de su bondad resplandeceria con enorme brillo.

-Que dices a eso, Atreyu? -susurró.

Atreyu calló un momento antes de responder:

-Que te ha costado?

Sólo algo más tarde, cuando Atreyu dormia ya, comprendió Bastian que su amigo habia aludido a sus olvidos y no a su abnegación. Pero no penso más en ello y se durmió con un alegre presentimiento.

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la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora