cap 19 los ayayai

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Recia y pesadamente caia la lluvia desde unas nubes  oscuras que volaban casi a la altura de las cabezas de los jinetes. Luego empezó a nevar unos copos grandes y pegajosos, y finalmente nevo y llovió a la vez. El viento tormentoso era tan fuerte que hasta los caballos tenían que inclinarse para hacerle frente. Los mantos de los jinetes pesaban húmedos golpeando fuertemente en los lomos de las bestias.

Llevaban ya muchos dias de camino y los últimos cabalgando por aquella meseta. El tiempo había empeorado de dia en dia y el suelo se había convertido en una mezcla de fango y piedras de agudos cantos que hacia la marcha cada vez mas penosa. Aquí y allá había grupos de arbustos o bosquecillos doblegados  por el viento, pero por lo demás no se ofrecía a los ojos variación alguna.

Bastian, que cabalgaba delante sobre la mula Yicha, iba relativamente bien, envuelto en su reluciente manto plateado. Resultó qué, aunque ligero y delgado, el manto abrigaba espléndidamente y el agua formaba perlas sobre él. Hykrion, el de la figura fuerte y corpulenta, desaparecía casi dentro de un espeso manto de lana azul. Hýsbald, el de los miembros finos, se había echado la gran capucha de su hábito pardo sobre los rojos cabellos. Y el capote de lona gris de Hydorn se adheria a sus miembros enjutos.

Sin embargo, los tres caballeros, a su estilo un tanto rudo, estaban de buen humor. No habían esperado que su viaje de aventuras con su señor Bastian fuera una especie de paseo dominical. De vez en cuando cantaban con fuertes voces en medio de la tormenta, con más entusiasmo que afinación, una veces solos y otras a coro. Su canción favorita era, evidentemente, una que empezaba con las palabras:

《Cuando yo era pequeñito, tralarácon viento y lluvia...》,

Según esplicaron, procedia de un viajero de fantasía de tiempos muy remotos, llamado Chéxpir o algo así.

El único del grupo al que ni la humedad ni el frío parecían hacer mella era Atreyu. Como casi siempre desde el comienzo del viaje, se adelantaba volando sobre las espaldas de Fujur, entre los jirones de nubes y por encima de ellas, para reconocer el terreno, y volvía luego a informar.

Todos ellos, incluidoel dragón de la suerte, creian que estaban buscando el camino que devolviera a Bastian a su mundo. También Bastian lo creia. No sabía que, en realidad, había accedido a la propuesta de Atreyu únicamente por amistad y buena voluntad, pero en el fondo no lo deseaba. Sin embargo, la geografía de fantasía esta determinada por los deseos, sean conscientes o no. Y como era Bastian quien tenía que decidir en qué dirección debían ir, ocurría que su camino los llevaba cada vez más profundamente hacia el interior de fantasía... es decir, hacia el centro constituido por la torre de marfil. Lo que eso significaba para Bastian sólo lo sabría luego. De momento ni el ni sus compañeros de viaje sospechaban nada.

Los pensamientos de Bastian estaban en otra parte.

Ya en el segundo día después de salir de Amarganz, habían encontrado en los bosques que rodeaban a Murhu el claro rastro del dragón Smerg. Una parte de los árboles estaban petrificados. Evidentemente, el monstruo se había posado allí, echando sobre los árboles el fuego helado de su garganta. Las huellas de sus enormes patas de saltamontes eran fáciles de reconocer. Y Atreyu, que sabia de eso, habia encontrado también otras huellas: las de caballo de Hýnreck el héroe. Asi pues, Hýnreck le iba pisando los talones al dragón. 

-La verdad es que no me hace ninguna gracia -habia dicho Fujur medio en broma, haciendo girar sus ojos de color rudy-, porque, sea Smerg o no un espantajo, de todas formas, aunque lejano, es pariente mio

No habían seguido el rastro de Hýnreck, sino que habían tomado otra dirección, porque su objetivo era buscar el camino de regreso para Bastian.

Bastian había pensado luego en lo que había hecho al inventarse un dragón para Hýnreck el héroe. Sin duda, Hýnreck necesitaba algo a lo que poder enfrentarse y contra lo que poder luchar. Sin embargo, no era seguro que venciera. Que pasaría si Smerg lo mataba? Y, además, la princesa Oglamar se encontraba en una situación horrible. Era verdad que siempre habia sido bastante altanera, pero ¿tenía derecho por eso Bastian a ponerla en una situación tan comprometida? Y, prescindiendo de todo aquello, ¡cualquiera sabia lo que haria Smerg en fantasía! Bastian, sin pensarlo mucho, había creado un peligro incalculable que, aun sin el, seguiría existiendo y traería quizá desgracias indescriptibles sobre muchos inocentes. La hija de la luna, eso lo sabia Bastian, no hacia en su reino diferencia entre malos y buenos ni entre lo hermoso y lo feo. Para ella, todas las criaturas de fantasía eran igualmente importantes y tenian los mismos derechos. Pero él, Bastian... ¿tenía que comportarse como ella? Y, sobre todo, ¿quería hacerlo?  
No, se dijo Bastian no quería pasar a la historia de fantasía como creador de monstruos y espantajos. Sería mucho mas bonito ser conocido por su bondad y desinterés, ser para todos un modelo preclaro, ser llamado 《hombre bueno 》 o reverenciado como 《gran benefactor》. Si, eso era lo que mas quería.

Entretanto, el terreno se habia vuelto rocoso y Atreyu, que volvio sobre Fujur de un vuelo de reconocimiento. Informo de que, a pocas millas, habia divisado un pequeño valle encajonado que ofrecía un abrigo relativamente satisfactorio contra el viento. Si había visto bien, habia en el valle incluso varias cavernas, en las que podrian encontrar refugio contra lluvia y la nieve.

Era ya tarde avanzada y más que hora de buscar un lugar apropiado para pasar la noche. Por ello, todos se alegraron de las noticias de Atreyu y espolearon a sus cabalgaduras. El camino discurria por el fondo de un valle cerrado por peñascos cada vez mas altos, que quizá fuera el lecho seco de un rio. Al cabo de unas dos horas lkegaron a la parte más baja del valle y encontraron realmente varias cavernas en las paredes que lo rodeaban. Eligieron la más espaciosa y se instalaron en ellatan cómodamente como les fue posible. Los tres caballeros buscaron por los alrededores leña  suelta y ramas desgajadas por la tempestad y pronto una hermosa hoguera ardio en la caverna. Los mantos húmedos fueron extendidos para que se secaran, se entró a los caballos y a la mula se les desensilló, y hasra Fujur, que normalmente prefería pasar la noche a la intemperie, se hizo un ovillo en la parte de atrás de la caverna. En el fondo, el lugar no era nada incómodo.  

  

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