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Aquello fue demasiado para Hýnreack el héroe. Irreflexivamente, desenvaino su gran espada y atacó  a Bastian. Este dio un paso atrás y quiso pronunciar una palabra de aviso, pero Hynreck el héroe no le dio tiempo. Trató  de golpear a Bastian, y sus intenciones eran homicidas. En aquel mismo instante, la espada Sikanda saltó de su oxidada a la mano de Bastian y comenzó a bailar.

Lo que sucedió entonces fue tan inaudito que ninguno de los espectadores pudo olvidarlo en toda su vida. Por suerte Bastian no podía soltar la empuñadura de llegar a espada y tenía que seguir todos los movimientos que Sikanda ejecutaba por si sola. Ante todo,  la espada partió, pieza por pieza, la magnífica armadura de Hynreck el héroe. Los pedazos volaron por todas partes, pero el no sufrió en su piel ningun rasguño. Hynreck el héroe se defendía desesperado , golpeando a su alrededor como un loco, pero los relámpagos de Sikanda lo rodeaban como un torbellino de fuego, cegandolo, de forma que ninguno de sus golpes dio en el blanco. Cuando finalmente estuvo sólo en paños menores, sin dejar de intentar golpear a Bastian, sikanda cortó literalmente su espada en pequeñas rodajas, y con tanta velocidad que los pedazos se quedaron un momento en el aire, antes de caer al suelo repiquetendo como como un puñado de monedas. Hýnreck el héroe miró con los ojos muy abiertos la inútil empuñadura que tenía en la mano. Luego la dejó caer y bajo la cabeza. Sikanda volvió a su roñosa funda y Bastian pudo  soltarla.

Un griterío de entusiasmo y admiración se elevo de mil gargantas en la multitud de espectadores. Éstos irrumpieron en la plaza, cogieron a Bastian, lo levantaron en hombros y lo pasearon en triunfo. El júbilo no acababa nunca. Bastian, desde su altura, buscó a Hynreck el héroe con la mirada. Queria dirigirle unas palabras conciliadoras, porque realmente le daba pena el pobre y no habia tenido la intención de dejarlo en ridículo de aquella forma. Pero no se veia por ningún lado Hýnreck el héroe.

Entonces se hizo de pronto la calma. La multitud retrocedió, dejando sitio. Alli estaba Atreyu, mirando a Bastian sonriente. Y  tambien Bastian sonreía. Lo dejaron en el suelo y los dos jóvenes quedaron frente a frente, mirándose largo tiempo en silencio. Finalmente, Atreyu empezó hablar.

-Si necesitara aún acompañante para buscar al Salvador del reino de fantasía, me bastaría con éste, porque vale más que cien juntos. Pero ya no necesito acompañante porque la expedición de búsqueda no se realizará.

Se oyó un murmullo de asombro desencanto.

- El Salvador de fantasía no necesita nuestra protección - siguio diciendo Atreyu con voz más alta-, porque puede protegerse a sí mismo mejor de lo que podríamos hacerlo todos nosotros juntos. Y no necesitamos buscarlo ya, porque él nos ha encontrado a nosotros. No lo reconocí enseguida porque cuando lo vi en la puerta del espejo mágico del oráculo del sur tenía un  aspecto  distinto.. .muy distinto del de ahora. Pero no he olvidado la mirada de sus ojos. Y es la misma que ahora veo. No puedo equivocarme.

Bastian movió sonriendo la cabeza y dijo:

-No te equivocas, Atreyu. Tú fuiste quien me llevaste hasta la emperatriz infantil para que pudiera darle un nuevo nombre. Y te doy las gracias por ello.

Un susurro respetuoso atravesó como una ráfaga de viento la multitud de espectadores.

-Nos has prometido -respondió Atreyu- decirnos también tu nombre, salvo la señora de los deseos, la de los ojos dorados, nadie lo sabe aun en fantasía. Quieres hacerlo?

-Me llamo Bastian Baltasar Bux.

Los espectadores no pudieron contenerse más tiempo. Su júbilo explotó en miles de exclamaciones. Muchos empezaron a bailar con entusiasmo, de forma que las pasarelas  y los puentes, la plaza entera, comenzaron a balancearse.

Atreyu tendió sonriendo la mano a Bastian y Bastian se la dio, y asi -de la mano- entraron en el palacio, en cuya escalera de entrada los aguardaban Quérquobad, el anciano de plata,y Fujur el dragón  de la suerte.

Aquella noche, la ciudad de Amarganz celebró la mas hermosa fiesta que habia celebrado nunca. Todo lo que tenía piernas, cortas o largas, torcidas o derechas, bailaba y todo el que tenía voz, bonita o fea, profunda o alta cantaba y reia.

Cuando llego la noche, los amargancios encendieron miles de luces de colores en sus barcos y palacios de plata. Y a la media noche se quemaron unos fuegos artificiales como nunca se había visto, ni siquiera en fantasía. Bastian estaba con Atreyu en el balcón y a su izquierda y a la derecha se sentaban Fújur y Quérquobad, en anciano de plata, viendo cómo los penachos de colores del cielo y los miles de luces de la ciudad de plata se reflejaban en las aguas de Murhu, el lago de las lágrimas

 Bastian estaba con Atreyu en el balcón y a su izquierda y a la derecha se sentaban Fújur y Quérquobad, en anciano de plata, viendo cómo los penachos de colores del cielo y los miles de luces de la ciudad de plata se reflejaban en las aguas de Mur...

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Hola perdon por la demora, he tenido últimamente mucho trabajo

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora