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Y luego, desde una distancia cada vez mayor, Atreyu escuchó otra vez las palabras:

<<Todo una vez solamente acontece y una vez sí deberá suceder.
Lejos, alli donde el campo florece, debo morir y desaparecer.>>

Y eso es lo último que oyó.
Se sentó junto a una columna, y apoyó la espalda en ella, miró al cielo nocturno e intentó  comprender lo que habia oído. El silencio lo rodeó como un manto blanco y pesado, y Atreyu se durmió.

Al despertar, estaba envuelto en el crepúsculo matutino. Yacia de espaldas mirando al cielo. Las últimas estrellas palidecían. La voz de Uyulala resonaba en su recuerdo. Y, al mismo tiempo, recordó todo lo que hasta entonces le habia pasado y cuál era la finalidad de la gran búsqueda.

Así pues, ahora sabia lo que tenia que hacer. Sólo una criatura humana del.mundo situado más allá de las fronteras de fantasía podría dar un nuevo nombre a la emperatriz infantil. ¡Tenía que encontrar a una criatura humana y llevarla hasta la emperatriz !

Se puso de pie de un salto.

<<Huy>>, pensó Bastián,<< con cuánto gusto los ayudaría... A ella y también a Atreyu. Me inventaría algún nombre especialmente bonito ¡si supiera cómo llegar hasta Atreyu!  Iria enseguida. ¡Qué cara pondría si yo aparecería de pronto! Sin embargo, no puede ser... O quiza si?>>

Y entonces dijo en voz baja:

-Si hay alguna forma de llegar hasta vosotros decírmelo, ¡Iré sindudarlo, Atreyu! Ya verás

Cuando Atreyu miro a su alrededor, vio que el.bosque de columnas, con.todas sus escaleras y terrazas, habia desaparecido.  A su alrededor sólo estaba aquella llanura totalmente pelada que habia visto detrás de las tres puertas mágicas, antes de atravesarlas. Pero ahora no estaba alli, ni tampoco la puerta sin.llave ni la puerta del espejo mágico

Se puso en pie y miró en.todas direcciones. Y entonces descubrió que, en medio de la llanura, no muy lejos de él, se habia formado un lugar como el que habia tenido una vez ante los ojos en el bosque de haule. Esta vez, sin embargo, estaba más cerca de él. Atreyu se volvió y comenzó a correr en dirección contraria, tan aprisa como pudo.

Sólo después de una larga huida descubrió a lo lejos, en el horizonte, una diminuta elevación que podia ser quizá el terreno montañoso formado por losas de piedra de color herrumbre, en donde se encontraba la puerta del gran enigma.

Se dirigió hasta allí, pero tuvo que andar mucho hasta acercarse lo suficiente para poder distinguir detalles. Y entonces tuvo muchas dudas era verdad que se parecía al paisaje de losas de piedra, pero no pudo descubrir puerta alguna. Y las losas de piedra no eran ya rojizas, sino grises y descoloridas.

Sólo cuando hubo andado otra vez mucho tiempo vio que, entre las rocas, habia efectivamente una hendidura que parecia la parte inferior de una puerta, pero sobre ella no habia ya ningún arco. Qué habiá pasado?

La respuesta sólo la tuvo muchas horas después, cuando llegó por fin al lugar. El gigantesco arco de piedra se habia derrumbado... ¡ Y las esfinges habian desaparecido!

Atreyu se abrió camino entre los escombros y trepó luego a una pirámide de roca, buscando el lugar donde debian de estar los dos colonos y el dragón de suerte. O quizá habian huido entre tanto de la nada?

Entonces vio que, detrás del parapero de roca del Observatorio de Énguivuck, se agitaba una diminuta bandera Atreyu hizo señales con ambos brazos y gritó, haciendo bocina con las manos: -¡Eh! estais alli?

Apenas se habia apagado su voz, se levantó de la quebrada donde estaba la cueva de los dos colonos un dragón de la suerte blanco con brillos de madreperla: Fujur.

Con movimientos sinuosos, elegantes y pausados, vino por los aires, volando traviesamente alguna vez de espalda y describiendo virales con la velocidad del relámpago, de forma que parecía una ondulante llama blanca, y luego aterrizó ante la pirámide de piedra sobre la que estaba Atreyu. Se apoyó en las patas delanteras y era tan alto que su cabeza, sobre el.levantado cuello, quedaba por encima de Atreyu. El dragón hizo girar sus globos oculares de color rubí, sacó complacido la lengua de sus fauces totalmente abiertas y retumbó con su voz de bronce:

-¡Atreyu, mi amigo y señor! ¡ que bien que hayas vuelto por fin! Casi habíamos perdido la esperanza... Es decir, los dos colonos, ¡yo no!

-Yo también me alegro de verte -respondió Atreyu- pero, que ha pasado esta noche?

-Esta noche?  -exclamó Fujur-. Crees que sólo ha sido una noche? ¡Te vas a asombrar! ¡sube, te llevaré!

Atreyu se subio a las espaldas del.poderoso animal. Era la primera vez que cabalgaba sobre un dragón de la suerte. Y aunque había montado ya caballos salvajes y no era miedoso, en los primeros momentos de aquella breve cabalgada por los aires casi perdio la vista y el oido. Se aferró a la revoloteante melena de Fujur, hasta que éste se rió atronadoramente y gritó:

-¡Desde ahora tendrás que acostumbrarte, Atreyu!

-¡En cualquier caso -gritó Atreyu intentando respirar-, me da la impresión de que otra vez estás completamente bien!

-Casi -respondió el dragón-, ¡no del todo aún!
Y aterrizaron delante de la caverna de los colonos. Énguivuck y Urgl estaban uno junto al otro a la entrada y los esperaban.

-Qué te ha ocurrido? -Parloteó inmediatamente Énguivuck-. ¡Tienesque contármelo todo! Qué  pasa con las puertas? Quién o qué es Uyulala? 

-¡De eso nada! - lo hizo callar Urgl-. Ante todo tiene que comer y beber. No he estado cocinando y amasando para divertirme. ¡Ya habrá tiempo de sobra para tu tonta curiosidad!

Atreyu habia bajado de las espaldas del dragón y saludó a la pareja de gnomos. Los tres se sentaron a la mesa, que otra vez estaba cubierta con toda clase de alimentos sabrosos y una pequeña jarrita de tisana humeante.

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora