Bastian Baltasar Bux es un chico tímido al que le encanta leer y tiene una portentosa imaginación. en un extraño libro averigua que el reino de fantasía esta en peligro y asombrado, lee que Bastian Baltasar Bux debe unirse a Atreyu, un vali...
-creía -dijo en voz Atreyu al cabo de un rato- que éramos amigos.
-si -exclamó Bastian-, lo somos y lo seremos siempre. Perdón: he dicho una tontería.
Atreyu sonrió:
-Tu también tienes que perdonarnos si te hemos irritado. No era nuestra intención.
-En cualquier caso -dijo Bastian conciliandose-, seguiré vuestro consejo.
Más tarde volvieron los tres caballeros. Habían cazado una perdiz, un faisán y una liebre. Todos levantaron el campo y continuaron el viaje. Bastian cabalgaba otra vez sobre Yicha.
Por la tarde llegaron a un bosque, formado sólo por troncos derechos y muy altos. Eran de coniferas, y formaban a gran altura una cubierta verde tan espesa que apenas llegaba algún rayo de sol al suelo. Quizá por ello no había maleza. Era agradable cabalgar por aquel suelo blando y liso. Fujur se había resignado a andar con la comitiva, por que si hubiera volado con Atreyu sobre las copas de los árboles habrian perdido inevitablemente a los otros.
Durante toda la tarde anduvieron entre los altos troncos, en la luz crepuscular de color verde oscuro. En la noche encontraron en una colina las ruinas de un castillo y descubrieron, entre las torres y muros, puentes y aposentos destruidos, una bóveda bastante bien concervada aún. Alli se instalaron para pasar la noche. Esta vez le toco cocinar al pelirrojo Hýsbal y resulto que lo hacia mucho mejor. El Faisán que asó sobre el fuego sabia estupendamente.
A la mañana siguiente continuaron el camino. Durante todo el día atravesaron el bosque, que parecia ser igual por todas partes. Sólo cuando se hizo de noche observaron que, al parecer, habian descrito un gran círculo, porque otra vez se tropezaron con las ruinas del castillo del que habian salido. Solo que esta vez se habian acercado a ellas por otro lado.
-¡Esto no me habia ocurrido nunca! -dijo Hykrion retorciendose el negro mostacho.
-¡No doy crédito a mis ojos! -opinó Hysbald, sacudiendo su roja cabeza.
-¡No puede ser! -gruño Hydorn, entrando en las ruinas del castillo con sus piernas largas y descarnadas. Pero era así: los restos de la comida del dia anterior lo demostraban.
Tampoco Atreyu y Fujur podian explicarse cómo se podian haber extraviado. Pero los dos guardaron silencio. Durante la cena -esta vez hubo asado de liebre, preparado por Hykrion de forma bastante comestible-, los tres caballeros le preguntaron a Bastian si no tenía ganas de contarles algo de sus recuerdos del mundo de donde venia. Pero Bastian se disculpó diciendo que le dolia la garganta. Como durante todo el dia había permanecido silencioso, los caballeros aceptaron la disculpa. Le dieron buenos consejos sobre lo que tenia que hacer para curarse y se echaron a dormir.
Solo Atreyu y Fujur sospechaban lo que le pasaba a Bastian
Otra vez salieron muy de mañana, anduvieron durante todo el dia por el bosque poniendo especial cuidado en seguir siempre la misma dirección... y cuando llegó la noche estaban otra vez ante las ruinas del castillo.
-¡Que el diablo me lleve!, -vocifero Hykrion.
-¡Me estoy volviendo loco! -suspiró Hysbald.
-Amigos -dijo Hydorn secamente-, debemos dedicarnos a otra cosa. No servimos para caballeros andantes.
Ya la primera noche, Bastian habia buscado un rincon especial para para Yicha, porque a la mula le gustaba estar de vez en cuando sola sumida en sus pensamientos. La compañía de los caballos, que no hablaban entre ellos más que de sus respectivos orígenes distinguidos y de sus nobles árboles genealógicos, le molestaba. Cuando Bastian, esa noche, llevo a la mula a su sitio, ella le dijo:
-señor, yo se por qué no adelantamos.
-¿como vas a saberlo, Yicha?
-porque te llevo, señor. Cuando sólo se es burra a medias, una se da cuenta de todo lo imaginable.
-¿Y cuál es ese motivo, según tu?
-Que no deseas continuar, señor. Has dejado de desear algo.
Bastian la miró sorprendido.
-Realmente eres un animal muy sabio, Yicha.
La mula balanceó confundida sus largas orejas.
-Sabes en qué dirección nos hemos movido realmente?
-No -dijo Bastian-, ¿lo sabes tú?
Yicha asintió
-Hasta ahora nos hemos dirigido siempre hacia el centro de fantasía. Esa era nuestra dirección.
-¿hacia la torre de marfil?
-Si, señor. Y mientras mantuvimos esa dirección avanzamos mucho.
-No puede ser -dijo Bastian dudoso-, Atreyu lo hubiera notado y Fujur con mayor razón. Y ninguno de los dos lo sabe.
-Las mulas -dijo Yicha- somos criaturas sencillas y, desde luego, no podemos compararnos con los dragones de la suerte. Pero hay algunas cosas que si sabemos hacer, señor. Y una de ella es orientarnos. Es algo innato en nosotras. Nunca nos equivocamos. Por eso estoy segura de que querías dirigirte hacia la emperatriz infantil.
-Hacia la hija de la luna... -murmuró Bastian-. Si, me gustaría verla otra vez. Ella me dirá lo que debo hacer.
Luego acaricio el morro blanco de la mula y susurró:
-Gracias, Yicha, ¡gracias!
A la mañana siguiente, Atreyu se llevó aparte a Bastian.
-Escucha. Bastian: Fujur y yo tenemos que disculparnos contigo. El consejo que te dimos era bien intencionado... pero poco sensato. Desde que lo sigues, no avanzamos. Hoy hemos hablado mucho tiempo sobre ello, Fujur y yo. No saldrás de aquí, ni saldremos nosotros, mientras no desees algo otra vez. Es inevitable que, al hacerlo, olvides más cosas, pero no hay otro remedio. Sólo podemos esperar que encuentres a tiempo el camino de vuelta. Quedarnos aquí no serviría de nada. Tienes que utilizar el poder de AURYN y encontrar tu siguiente deseo.
-Si -dijo Bastian-, Yicha me ha dicho lo mismo. Y ya sé cuál es mi próximo deseo. Ven, porque quiero que todos los oigan.
Volvieron a donde estaban los otros.
-Amigos -dijo Bastian en voz alta-, hasta ahora hemos buscado inútilmente el camino que pueda devolverme a mi mundo. Me temo que, si seguimos así nunca lo encontraremos. Por eso he decidido buscar a la única persona que puede ilustrarme al respecto. Y esa persona es la Emperatriz infantil. Desde hoy, la meta de nuestro viaje será la torre de marfil.
-¡Hurra! -gritaron los tres caballeros como un solo hombre.
Pero la retumbante voz de bronce de Fujur intervino:
-¡Desecha esa idea, Bastian Baltasar Bux! ¡lo que pretendes es imposible! ¿no sabes que a la señora de los deseos, la de los ojos dorados, sólo se le encuentra una vez? ¡Nunca la volverás a ver!
Bastian se irguió.
-¡La hija de la luna me debe mucho! -dijo irritado-. Y no puedo imaginarme que se niegue a recibirme
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