14.5

34 6 2
                                        


Aunque hubiese notado algo no le hubiera importado mucho ese recuerdo. Sin embargo, el olvido vino por sí solo de forma totalmente imperceptible. Y cuando el recuerdo hubo desaparecido por completo le pareció como si él hubiera sido siempre como entonces. Y precisamente por eso su deseo de ser bien parecido se calmó, porque alguien que ha siempre bien parecido no lo desea ya.

Apenas había llegado a ese punto cuando sintió cierta intranquilidad y se despertó en él un nuevo deseo ¡Ser sólo bien parecido no servía de nada! ¡Quería ser también fuerte, mas fuerte que nadie! ¡El mas fuerte que hubiera!

Mientras seguía andando por perelín, la selva nocturna, comenzó a sentir hambre, cogió aquí y allá algunos de los frutos luminosos y de extrañas formas y probó cautelosamente si eran comestibles. No sólo lo eran, como comprobó con satisfacción, sino que sabían también extraordinariamente bien, unos agrios, otros dulces, otros un poco amargos, pero todos realmente apetitosos. Sin dejar de andar, se comió uno tras otro, y sintió al hacerlo que una fuerza maravillosa recorría sus miembros.

Entretanto, la resplandeciente maleza de la selva se había espesado tanto a su alrededor que le impedía la vista hacia todos lados. Y, por añadidura, también las lianas y raíces aéreas empezaban a crecer de arriba abajo y a entretejerse con la espesura, formando una maleza impenetrable. Bastián, dando golpes con el canto de la mano, se abría camino, y la espesura se separaba como si utilizarse un machete o un facón. La brecha se cerraba enseguida tras él, tan perfectamente como si nunca hubiera existido.

Siguió adelante, pero una pared de gigantes arbóreos cuyos troncos no.dejaban espacio alguno entre ellos, le cerró el paso.

Bastián extendió ambas manos... ¡ y separó dos de los troncos! La abertura se cerró de nuevo sin ruido tras él.

Bastián lanzó un salvaje grito de júbilo.

¡Era el rey de la selva!

Durante algún tiempo, se contentó con abrirse camino por la jungla, y como un elefante que hubiera oído la gran llamada. Sus fuerzas no se agotaban, no tenia que detenerse en ningún momento para recuperar el aliento, no tenía punzadas de costado ni.palpitaciones; ni siquiera sudaba..

pero finalmente se hartó de hacer estragos y le entraron ganas de contemplar perelín, su reino, desde lo alto, para ver hasta dónde se extendía.

Miró hacia arriba calculadoramente, y se escupió en las manos, cogió una liana y comenzó a izarse, sencillamente asi, mano sobre mano, sin utilizar las piernas como había visto hacer a los artistas de circo. Como un pálido recuerdo de dias muy pretéritos; se vio por un momento a si mismo, durante la clase de gimnasia, balanceándose como saco de patatas, con gran regocijo de toda la clase, al extremo inferior de una escala de cuerda. Tuvo que sonreír. Sin duda se habrían quedado con.la boca abierta si hubieran podido verlo ahora. Se hubieran sentido orgullosos de ser sus amigos. Pero él no les hubiera hecho ni caso.

sin detenerse una sola vez, llegó finalmente a la rama de la que colgaba la liana. Se colocó sobre la rama a horcajadas. La rama era gruesa como un barril y fosforecía por dentro con un resplandor rojizo. Bastián se en pie cautelosamente y se balanceó hacia el extremo del tronco. También allí una espesa vegetación trepadora le cerraba el paso, pero él la atravesó sin esfuerzo.

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora