15,4 capítulo re subido

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Otra vez se había borrado en Bastián una parte de su memoria del mundo de los seres humanos. Ya no sabía que antes había sido sensible, hasta quejica a veces. Su resistencia y su dureza lo llenaban de orgullo. Pero ya se anunciaba en él un nuevo deseo.

<<Desde luego, no tengo miedo>>, dijo para sí como acostumbrada, <<pero me falta el verdadero valor. Soportar privaciones y aguantar es algo grande, ¡Pero la audacia y el valor son otra cosa! Me gustaría correr una verdadera aventura que exigiera un valor temerario. En el desierto no se encuentra a nadie... Y sería estupendo encontrar a un ser peligroso... No haría falta que fuera tan horrible como Ygramul pero sí mas peligroso aún. Debería ser hermoso y, al mismo tiempo la criatura mas peligrosa de toda fantasía. Y yo me enfrentaría con ella y...>>

Bastián no pudo seguir, porque en aquel instante sintió que la arena del desierto vibraba bajo sus pies. Era como un trueno de tal intensidad que se sentía más que se oía.

Bastián se volvió en el lejano horizonte del desierto una aparición que, al principio, no pudo explicarse. Algo se movía como un bólido, a toda velocidad. Con rapidez increíble, describió un amplio círculo en torno al lugar en que se encontraba Bastián y luego, de pronto, vino directamente hacia él. En el aire vibrante de calor, que hacía que todos los contornos se estremecieran como llamas, aquel ser parecía un demonio de fuego danzante.

El miedo se apoderó de Bastián y, antes de haberlo pensado bien había corrido al valle que había entre la duna roja y la azul para ocultarse de aquel ser de fuego que se acercaba. Pero apenas estuvo allí se avergonzó de su miedo y se dominó.

Cogió a AURYN de su pecho y sintió como todo el valor que acababa de desear se precipitaba en su corazón, llenándolo por completo.

Entonces oyó otra vez aquel trueno profundo que hacía temblar el suelo del desierto, pero esta vez muy cercano. Levantó la vista

sobre la cumbre de la duna de color rojo encendido había un león gigantesco. Estaba exactamente delante del sol, de forma que su majestuosa melena le rodeaba el rostro como una corona de llamas. Pero aquella melena, y también el resto de su piel, no era amarilla, como suele ser en los leones, sino de un rojo tan encendido como el de la arena en que se encontraba.

El león parecía no haber visto al chico que, en comparación con él, resultaba diminuto en el valle que separaba las dos colinas, mirada más bien las letras rojas que cubrían la colina de enfrente. Y entonces dejo oír otra vez su voz poderosa y retumbante.

-¡¿Quien ha hecho eso?

-yo -dijo Bastián.

-¿Y que quiere decir?

-Es mi nombre -respondió Bastián- me llamo Bastián Baltazar Bux.

sólo entonces volvió el león hacia él la mirada y Bastián tuvo la sensación de que lo envolvía un manto de llamas, en el que ardería en el acto para convertirse en cenizas. Sin embargo, la impresión desapareció enseguida y sostuvo la mirada con el león.

-Yo -dijo el poderoso animal-

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora