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Cuando Atreyu despertó de nuevo, se sintió totalmente descansado y fuerte. Se incorporó.

Era de noche, la Luna brillaba luminosa y vio que se se encontraba en el mismo lugar en que se había desplomado junto al dragón blanco. También Fujur seguía allí, pero respiraba de una forma tranquila y profunda y parecía totalmente dormido. Todas sus heridas habian sido vendadas.

Atreyu observó que también su propio hombro habia sido curado del mismo modo, no con vendas sino con hierbas y fibras vegetales.

A unos pasos sólo había en la roca una pequeña gruta, por cuya entrada salía un resplandor amortiguado.

Sin mover el brazo izquierdo, Atreyu se puso de pie con cuidado y se dirigió a la baja entrada de la cueva. Se inclinó y vio en el interior una estancia que parecía la cocina de un alquimista en miniatura. En el segundo plano chisporroteaba en la chimenea una alegre hoguera. Por todas partes había crisoles, cacharros y botellas de forma extraña. En una estantería habia almacenados manojos de plantas secas de distintas especies. La mesita del centro y los demás muebles parecían hechos de raíces. En conjunto, la vivienda producía una impresión agradable.

Sólo al oír una tosecilla se dio cuenta Atreyu de que, en una butaca, delante de la chimenea, habia un tipejo pequeñito. Llevaba en la cabeza una especie de gorro de madera de raíz, que parecía la cazoleta invertida de una pipa. Su rostro era del mismo color pardo oscuro y tan arrugado como el que Atreyu había visto inclinado sobre él la primera vez que se despertó. Sin embargo, tenía sobre la nariz unas gafas grandes y sus rasgos eran más duros y preocupados. El tipejo leía en un gran libro que tenía sobre las rodillas.

Entonces apareció bamboleándose, procedente de otra habitación que habia más atrás, una segunda figurita en la que Atreyu reconoció enseguida al ser que antes se le habia aparecido. Únicamente entonces vio que se trataba de una mujercita. Además del gorro de hojas, llevaba -lo mismo que el hombrecillo del sillón situado junto ala chimenea- una especie de hábito de monje, que parecía hecho también de hojas marchitas. Tarareando contenta para sí, se froto las manos y se ocupó luego de un caldero que colgaba sobre el hogar. Aquellos dos personajes eran apenas más altos que una pierna de Atreyu, medida de la planta del pie a la rodilla. Era evidente que los dos eran miembros de la muy ramificada familia de los gnomos, aunque de una clase poco frecuente.

-Mujer -resongó el hombrecillo-, ¡quitate de la luz! No me dejas estudiar
-¡Tú y tus estudios!
-Respondió la mujercita-. A quién le interesan? Lo que importa ahora es que se cueza mi elixir mágico. Esos dos de ahi afuera lo.necesitan.

-Esos dos de ahi afuera -repuso el.hombrecillo irritado- necesitarán mucho más de mi ayuda y mis consejos.

-Por mi... -replicó la mujercita-, pero sólo cuando estén bien. ¡Déjame sitio,viejo!

El hombre, refunfuñando, se apartó un pocodel fuego.

Atreyu carraspeó para llamar la atención. La pareja de gnomos se volvió para mirarlo. 

-Ya está bien -dijo el hombrecillo-. ¡Ahora me toca ami!

-¡Nada de eso! -Lo regaño la mujercita-. Si esta bien o no lo decido yo. Te tocará a ti cuando yo diga que te toca.
Luego se volvió hacia Atreyu.

-Nos gustaría invitarte a entrar. Sin embargo, es un poco estrecho para ti. ¡Un segundo! Enseguida estoy contigo.

Trituro algo en un pequeño mortero y lo echó al cardero. Después se lavo las manos y se las seco en el hábito, diciendole al hombrecillo.

-Tú te quedas aquí, Ênguivuck, hasta que yo te llame, entendido?

-¡Esta bien, Urgl! -Refunfuño el hombrecillo.

La mujercita gnomo salió de la gruta al aire libre. Miro atentamente a Atreyu desde abajo, contrayendo los ojos

-Qué tal? Parece que ya estamos bien, no?

Atreyu asintio.

La mujercita trepó a un saliente rocoso que quedaba a la misma altura que el rostro de Atreyu y se sentó

-No te duele ya? -quiso saber

-Apenas -respondió Atreyu.

-En que quedamos?  -Lo apremió la mujercita con ojillos centallantes-. Te duele o no te duele?
Todavia me duele -explicó Atreyu- pero no me importa...

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora