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Atreyu dio otro paso adelante, quedando tan cerca del rostro que ahora podía ver claramente los incontables seres distintos de color azul acerado que revoloteaban en confusion. Y, sin embargo, aquel horrible rostro permanecía totalmente inmóvil.

-Soy Atreyu -dijo-, y cumplo una misión de la emperatriz infantil.

-En mal momento llegas -respondió el colérico zumbido tras una pausa-. Que quieres de Ygramul? Como vez, está muy ocupado.

-Quiero ese dragón de la suerte - respondió Atreyu- ¡Dámelo!

-Para qué lo quieres, bípedo Atreyu?

-He perdido mi caballo en el pantano de la tristeza. Tengo que ir al oráculo del sur, porque sólo Uyulala puede decirme quién es capaz de dar un nuevo nombre a la emperatriz infantil. Si no recibe ese nombre, morirá y, con ella toda fantasía... también vosotros, Ygramul, a quienes llaman el múltiple

-¡Ah! -Llegó desde el rostro como un sonido prolongado-. Esa es la razón de que haya esos lugares donde no queda nada?

-Si -replicó Atreyu-. Así que vosotros lo sabéis, Ygramul... sin embargo, el oráculo del sur esta demasiado lejos para que yo pueda llegar a él en el que dure mi vida. Por eso os pido el dragón de la suerte. Si me lleva por los aires, quizá pueda llegar aún a mi destino.

En el enjambre revoloteante que formaba el rostro se pudo oir algo que podia ser una risa ahogada de muchas voces.

-Te equivocas, bípedo Atreyu. Nada sabemos del oráculo del sur ni de Uyulala, pero sabemos que ese dragón no puede llevarte ya. E incluso aunque no estuviera herido vuestro vuelo duraría tanto que, entretanto, la emperatriz infantil morirá de su enfermedad. No puedes medir tu búsqueda teniendo en cuenta tu vida, bípedo Atreyu, sino la suya.

La mirada del ojo de pupila vertical era difícilmente soportable y Atreyu bajo la cabeza

-Eso es cierto -dijo en voz baja

-Además -siguió diciendo el rostro sin moverse- el dragón tiene ya en el cuerpo el veneno de Ygramul. Como mucho, le queda una horita de vida.

-Entonces no hay  esperanza -murmuró Atreyu-: ni para él, ni para mí, ni tampoco para vosotros, Ygramul.

-Bueno -zumbó la voz-, al menos Ygramul habrá comido bien otra vez. Pero no es nada seguro que se trate realmente de la última comida de Ygramul. El conoce un medio que te llevaría en un santiamén hasta el oráculo del sur. Que te guste o no, bípedo Atreyu, es otra cuestión.

-Qué quieres decir?

-Es el secreto de Ygramul. Pero también las criaturas del abismo tienen sus secretos, bípedo Atreyu, Ygramul no lo ha revelado nunca hasta ahora. Y también tú debes jurar que nunca lo revelarás.porque le perjudicaría a Ygramul, le perjudicaría mucho a Ygramul que se supiera.

-Lo juro. ¡Habla!

El enorme rostro azul acerado se inclinó un poco hacia adelante y zumbó de una forma casi inaudible:

-Debes dejar que Ygramul te muerda.

Atreyu retrocedió asustado

-El veneno de Ygramul -siguió diciendo la voz- mata en el plazo de una hora, pero da también aquien lo recibe la facultad de trasladarse al lugar de fantasía que desee ¡piensa en lo que ocurriría si eso se supiera! ¡A Ygramul se le escaparían todas sus víctimas! 

-Una hora? -Exclamó Atreyu- pero, que puedo haceren una hora? 

-Bueno... -susurró  el enjambre-, en cualquier caso es más que todas las cosas que aún te quedan aqui. ¡Decidete!

Atreyu luchaba consigo mismo.

-Dejaréis en.libertad al dragón de la suerte si lo pido en nombre de la emperatriz infantil? -Preguntó por fin.

-No -respondió el rostro-, no tienes ningún derecho a pedirle eso a Ygramul, aunque lleves a AURYN, el esplendor. La emperatriz infantil permite que todos seamos como somos. Por eso Ygramul se inclina ante su signo. Y tú lo sabes muy bien.

Atreyu seguía teniendo la cabeza baja. Lo que Ygramul decía era verdad. Así pues, no podía  salvar al dragón de la suerte. Sus propios deseos no contaban.

Se irguió y dijo: -¡Has lo que me has propuesto!

Con la rapidez del relámpago, la nube azul acerada cayó sobre él, rodeándolo por todas partes. Atreyu sintió un furioso dolor en el hombro izquierdo y sólo pensó: <<¡al oráculo del sur!>>

Luego la vista se le nubló.

Cuando, poco poco después, el lobo llegó a aquel lugar, vio la enorme tela de araña...  pero a nadie más. El rastro que habia seguido hasta entonces se interrumpía bruscamente y, a pesar de todos sus esfuerzos, no pudo volver a encontrarlo.

Bastian se interrumpió. Se sentía mal, como si él mismo tuviera el veneno de Ygramul en el cuerpo.

-Gracias a dios -dijo para si en voz baja- que no estoy en fantasía. Esos monstruos, por suerte, no existen en la realidad. Al fin y al cabo, se trata sólo de una historia

Pero, de verdad era sólo una historia? Como era posible entonces que Ygramul - y probablemente también Atreyu- hubiera oido el grito de espanto de de bastian?

Poco a poco, aquel libro empezaba a resultarle SINIESTRO.    

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora