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Mientras Hydorn, el duro, intentaba asar sobre el fuego con su larga espada un gran pedazo de carne de sus provisiones y todos, a su alrededor, lo miraban impacientes, Atreyu se volvió a Bastian y le pidió:

-Háblanos de Kris Ta!

-De quién? -preguntó Bastian sin comprender.

-De tu amiga Kris Ta, la niña a la que le contabas tus historias.

-No conozco a ninguna niña que se llame así -respondió Bastian-, ¿y de donde sacas tú que yo le contaba historias?

Atreyu lo miro otra vez con aquella mirada pensativa.

-En tu mundo -dijo lentamente- contabas muchas historias... A ella y a ti mismo.

-Como lo sabes, Atreyu?

-Lo dijiste tú. En Amarganz. Y dijiste también que, por eso, se reian de ti.

Bastian miro fijamente el fuego.

-Es verdad -murmuró-, lo dije. Pero no sé por qué. No puedo recordarlo.

A él mismo le resultaba extraño.

Atreyu cambio una mirada con Fujur y asintio gravemente, como si los dos hubiesen comentado algo que ahora se confirmarse. Pero no dijo nada más. Evidentemente, no quería hablar de ello delante de los tres caballeros.

-La carne está hecha -anuncio Hydorn.

Corto con el cuchillo un pedazo para cada uno y todos comieron. No se podia decir ni con la mejor voluntad, que la carne estuviera hecha -por fuera estaba un tanto quemada y por dentro todavia cruda- pero, dadas las circunstancias, no hubiera sido oportuno mostrarse melindroso.

Durante algún tiempo todos masticaron y luego Atreyu rogó una vez más:

-Cuéntanos cómo llegaste hasta nosotros!

-lo sabes -respondió Bastian-: tú me trajiste hasta la emperatriz infantil.

-Quiero decir antes -dijo Atreyu-. En tu mundo, ¿donde estabas y como pasó todo?

Y entonces Bastian contó cómo le había robado el libro al señor koreander y como se había refugiado con él en el desván del colegio y había empezado a leerlo allí. Cuando quiso empezar a contar la gran búsqueda de Atreyu, éste hizo un gesto negativo. No parecía interesarle lo que Bastian había leido sobre él. En lugar de ello, le interesaba muchísimo saber mas detalles sobre el cómo y el porqué de la visita de Bastian a la tienda del señor Koreander y de su huida al desván del colegio.

Bastian pensó intensamente, pero no encontró ningún dato más en su memoria. Todo lo que se relacionaba con aquello -que habia tenido miedo, que era gordo y debil y delicado- lo había olvidado. Sus recuerdos eran fragmentarios y esos fragmentos le parecian tan lejanos y vagos como si no se tratase de él sino de algún  otro.

Atreyu le preguntó por otros recuerdos y Bastian habló de los  tiempos en que su madre vivia aún, de su padre, de su casa, de su colegio y su ciudad... De todo lo que recordaba todavía.

Los tres caballeros se habían dormido ya y Bastian seguía hablando. Le extrañaba que Atreyu mostrase tanto interés precisamente por lo mas corriente. Quizá dependiera de la forma en que Atreyu lo escuchaba el que también a él las cosas más corrientes y cotidianas no le parecieran poco a poco tan corrientes. Sino como si encerraran un secreto del que nunca se hubiera dado cuenta.

Finalmente no supo más, no se le ocurrió nada más que contar. Era ya de noche avanzada y el fuego se había consumido. Los tres caballeros roncaban suavemente. Atreyu se sentaba con el rostro impasible y parecía sumido en sus reflexiones.

Bastian se estiró, se envolvió en su manto de plata y estaba apunto de dormirse cuando Atreyu dijo suavemente:

-Se debe a AURYN.

Bastian apoyó la cabeza en una mano y miro soñoliento a su amigo:

-Qué quieres decir? 

-El Esplendor -siguio diciendo Atreyu como si hablara consigo mismo- nos produce a nosotros un efecto distinto que a los seres humanos.

-De qué  lo deduces?

-El signo te da un gran poder y cumple todos tus deseos, pero al mismo tiempo te quita algo: el recuerdo de tu mundo.

Bastian reflexionó. No notaba que le faltase nada.

-Graógraman me dijo que debia seguir el camino de los deseos si queria encontrar mi verdadera voluntad. Y eso es lo que quiere decir la inscripción que hay en AURYN. Pero para ello tengo que ir de un deseo a otro. No puedo saltarme ninguno. De otro modo no se puede avanzar en fantasía, dijo el. Y para eso necesito la alhaja.

-si -dijo Atreyu-, la Alhaja te da el camino pero, al mismo tiempo, te quita la meta.

-Bueno -dijo Bastian despreocupado-. La hija de la luna debia de saber lo que hacia cuando me dio el signo. Te preocupas sin necesidad,  Atreyu. No hay duda que AURYN no es ninguna trampa.

-No -murmuró Atreyu-, tampoco yo lo creo.

Y al cabo de un rato añadió:

-De todas formas, es buena cosa que estemos buscando ya el camino de tu mundo. Porque lo estamos buscando, ¿verdad?

-Claro, claro -respondió Bastian medio dormido ya.

En mitad de la noche se despertó a causa de un ruido extraño. No podia explicarse qué era. El fuego se habia apagado y lo rodeaba una oscuridad total. Entonces sintió la mano de Atreyu en el hombro y lo oyó susurrar:

-Qué es eso?

-Tampoco yo lo sé -susurró a su vez.

Se arrastraron hasta la entrada de la caverna, de donde venia el ruido, y escucharon con más  atención.

Sonaba como un sollozo o llanto sofocado salido de innumerables gargantas. Sin embargo. No tenia nada de humano ni tampoco parecido alguno con los gritos de dolor de los animales. Era como un murmullo general que, a veces, crecia hasta convertirse en un suspiro, como una ola espumeante, y luego disminuía otra vez para volver a crecer al cabo de algun tiempo. Era el sonido mas lastimero que Bastian habia escuchado jamás.

De

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la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora