23,4

23 3 3
                                    

-Entonces aún no sabía aún que seria de Bastián.

-¿Qué otro remedio te queda? -pregunto Fújur-. ¿Qué vas a hacer para quitarle el signo?

-Tendré que robárselo -respondió Atreyu.

Fújur levantó bruscamente la cabeza. Con sus ardientes ojos de color rubi miró a Atreyu, que bajo la vista al suelo y repitió en voz baja:

-Tendré que robárselo. No hay otra posibilidad.

Tras un silencio inquieto Fújur preguntó:

-¿cuándo?

-Esta misma noche -respondió Atreyu-, porque mañana puede ser demasiado tarde.

Bastián no quiso oir más. Lentamente se alejó. Sólo sentía un vacío frío y sin fondo. Ahora todo le daba igual... Como había dicho Xayide.

Volvió a su tienda y se quitó el cinturón Guemmal.

Luego envío a Illuan a llamar a los tres caballeros Hysbald, Hykrion y Hydom. Mientras esperaba andando arriba y abajo,   recordó que Xayide lo había vaticinado todo. Él no había querido creerle, pero ahora tendría que hacerlo. Xayide se había portado sinceramente con él, ahora lo comprendía. Era la única que le había sido fiel. Sin embargo no era seguro que Atreyu pusiera realmente su plan. Quizá había sido sólo una idea de la que se avergonzaba ya. En tal caso, Bastián no diría ni una palabra... Aunque a partir de ahora su amistad no le importaría. Había terminado para siempre.

Cuando llegaron los tres caballeros, les digo que tenía razones para suponer que aquella misma noche un ladrón entraría en su tienda, por ello les pedía que montaran guardia el interior y capturasen al ladrón quienquiera que fuese. Hysbald, Hydom y Hykrion estuvieron de acuerdo y se pusieron cómodos. Bastian se fue.

Se dirigió a la litera de coral de Xayide. Ella estaba profundamente dormida y solo los cinco gigantes, con sus negras corazas de insecto, permanecian ergidos e inmóviles a su alrededor: En la oscuridad parecían cinco bloques de piedra.

-Deseo que me obedezcan -dijo Bastian en voz baja. Inmediatamente, los cinco volvieron hacia él sus negras caras de hierro.

-Mándanos, señor de nuestra señora -respondió uno con voz metálica.

-¿Creen que podrán dominar a Fújur, el dragón de la suerte? -quiso saber Bastian.

-Eso depende, señor, de tu voluntad que nos guía -contestó la voz metálica.

-Es mi voluntad -dijo Bastian.

-Entonces podemos dominar a cualquiera -fue la respuesta.

-Esta bien, acercense a él -señaló con la mano la dirección-. En cuanto Atreyu lo deje, ¡tomen a Fújur prisionero! Pero quédense con el allí. Ya les avisaré cuando tengan que traerlo.

-Lo haremos de buena gana fue la respuesta de la voz metálica.

Los cinco gigantes se pusieron en movimiento silenciosamente y al mismo paso, Xayide sonrió en sueños.

Bastian volvió a su tienda, pero cuando la vio delante titubeó. En el caso de que Atreyu intentará realmente el robo, no quería estar presente cuando lo capturasen.

Las primeras luces del amanecer  subían ya por el cielo, y Bastian se apostó no lejos de su tienda, bajo de un árbol, y aguardo envuelto en su manto de plata. El tiempo pasó de una forma infinitamente lenta, amaneció una mañana pálida, se hizo más claro y Bastian empezaba ya a alimentar esperanzas de que Atreyu hubiera renunciado a sus propósitos, cuando de repente se oyó ruido y confusión de voces en el interior de la suntuosa tienda. No pasó mucho rato antes de que Atreyu, con las manos atadas a la espalda, fuera sacado por Hykrion de la tienda. Los otros dos caballeros los seguían.

Bastian se levantó pesadamente y se apoyó contra el árbol

-¡De modo que si!, Murmuró para sus adentros. Luego penetró en su tienda. No quería mirar a Atreyu y también éste mantuvo la cabeza baja.

またね 

la historia  sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora