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Ya hacía varias semanas desde que Ranpo compartiera la gran noticia con Poe. A partir de allí, la pareja se tomó su tiempo para investigar a fondo todo lo que debían hacer.

Y fue cuestión de días para que Ranpo mostrara las verdaderas señales del embarazo.

Con sólo despertarse ya bastaba para que despertaran unas náuseas desquiciadas, que lo hacían lanzarse a correr al baño inmediatamente.

Sostiene su cabello hacía atras con una mano y con la otra se aferra al lavabo. Se escuchan unos toques a la puerta, por lo que figura que su carrera había despertado a Poe.

—Querido ¿estás bien?—El hombre abre la puerta levemente, pidiendo permiso para entrar.

—Entra porfavor, no creo poderme levantar— Edgar hace cómo le pide y se acerca para alzarle y limpiar un poco de restos que quedaron en su barbilla.

—Lo siento, Ranpo-kun—Le murmura, aseando su cara adormecida, pues el pobre parece estar en sus últimos días.

—Edgar, no se cómo aguantaré esto hasta octubre, me voy a morir— Somnoliento decía cosas sin sentido y Poe le carga hasta la cama.

—Los vómitos son sólo hasta el tercer mes, así que no morirás, yo sé que puedes querido—Por más que Poe intentara consolarlo, no hay nada que pueda hacer. Ranpo está condenado a sufrir náuseas mañanera por un buen tiempo.

—Lo sé, pero sigue siendo insoportable

Se queja como un niño y de la misma forma, se acurruca en las cálidas sábanas de su cama tamaño King.

—Sé buen novio y buen papá y prepara el desayuno ¿Porfa?— Le pide Ranpo, al mismo tiempo Poe se pone las pantuflas para dirigirse a la cocina.

—No tienes por qué pedirmelo y tú lo sabes, querido—Ríe algo tímido,
mientras cruzaba la puerta, pero se devuelve un segundo asomando su cabeza — ¿Qué quieres que te prepare?

Ranpo alza la mirada de las gordas almohadas.

—Algo salado.

Poe arqua una ceja, pero no comenta  al respecto y parte por la puerta.

(...)

Poe saca dos rebanadas de pan tajado y queso, le agrega azúcar al chocolate caliente,  echa cubitos de queso en la bebida y restrega suavemente la mantequilla por el pan.  De repente, siente que su espalda está apretada. Voltea a ver a la sala ubicada detrás suyo.

Allí era donde hace semanas Ranpo le había dado la noticia y en ese mismo lugar que dio inicio a los besos de aquel  enero 19 que los llevó a todo esto.

Mientras más observa ese espacio, se vuelve a sumergir en su mente, en aquel rincón en el que se ocupa su imaginación llena de ánimos por el bebé.

Cuando pestañea queda helado. Esa misma imaginación le permite ver a esa futura familia. Un tierno niño se sitúa en el regazo de lo que parecía ser Ranpo.

Este se ve ya un poco mayor, él sonríe al ver al chico que parecía estar entre los cinco y siete años recitar un poema, uno en especial que resonaba en sus oídos.

Lo reconocería donde sea. Le enternecía escuchar "Anabel Lee" de alguien que no era él mismo.

Sin embargo, esa imagen se esfuma al percibir un exagerado olor a su alrededor.

Sale de su burbuja y gira hacia el mesón. La mantequilla ya chispea de la alta temperatura de la sandwichera y el pan estaba negro de haberse quemado.

—¡Mierda, nunca logro medir el tiempo!

(...)

Iban comiendo en una mesita de cama y Poe procuraba que no fuese tan notorio lo quemadas que habían quedado esas tostadas. Sin embargo, una duda le surgió.

— Por cierto, Ranpo-kun, ¿en la agencia ya lo saben?—Ranpo se embute otra tostada y mira pensativo.

—Bueno, si estás preguntando por Yukichi, no, él no tiene ni idea—  Le responde Ranpo, quien no tiene en consideración de qué manera esas palabras hacen que en Poe surja un terrible temor.

—A los de la agencia tampoco les he comentado nada, pero les podría decir el lunes como si nada, tal vez debería anunciarlo con un megáfono.

Poe intenta mencionar su angustia, pero se ve interrumpido por Ranpo, quien se había perdido en una lluvia de ideas para su anuncio.

—Eddy ¿sabes donde podría conseguir un megáfono?

—No creo que gritar tanto sea bueno para el bebé- Esa no es la cuestión tampoco.

—Oh, ahora que lo pienso, Yosano seguramente debió notar mi actitud estos últimos días, así que lo más probable es que ella sepa-

—¡Ranpo!—Edgar exclama alzando el volumen de su voz. No es agresivo. Sin embargo, esto no es algo que se ve todos los días, por lo que toma por sorpresa al ojiverde.

—Lo siento, no fue mi intención gritar.—El hombre aclara con pena y el otro le da pequeños toques en su cabeza.

—Perdón.

—Dime, cariño—Sonríe—Fue mi error alocarme, tú sabes, lo típico— Carcajea un poco, a lo que Edgar empieza a hablar.

—Bueno, la cosa es que Fukuzawa-san me va a matar...

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora