Extra #10

377 45 39
                                    

La siguiente vez que ve luz, una fina manta cubre su pecho. No puede hablar, pero sí escuchar. Particularmente, una conversación en el extremo de la habitación.

— Oto-san me va a matar.

— Lindo, cálmate, por favor, o el próximo hospitalizado serás tú. — Esa es la segunda voz, que no hace más eco que la primera. Ambos susurran. — O mejor dicho, los dos.

Man — Empieza otro, quien definitivamente es Chris — Me quedé allí como un idiota... Syouma ¿estás seguro que sí estará bien?

—Kichirō sí. Su abuelo ya viene. Lo que no te puedo asegurar es mi sanidad si Oto-san se entera de esto. Ya logré reducir las cinco llamadas diarias a dos, ¡no puedo volver al punto de inicio!

La otra voz hace un sonido de consuelo — Shh. Ya, cálmense ustedes dos.

— ¡Se supone que estoy en Tokyo estudiando, no en Hiratsuka perdiendo el tiempo!

— Oh, vamos. No seas así ¿cómo te quito esa amargura? ¿Un beso-?

— Ya basta — Reclaman en coro Syouma y Chris. El primero se levanta y sale por la puerta. El cuarto queda en un tenso silencio a partir de eso.

Cuando regresa, no entra solo, sino que viene quien Kichirō necesita con urgencia. Identifica su presencia con el ligero sonido de sus pisadas. Así, la habitación se sintió demasiado pequeña y el grupo sale, quedando únicamente el abuelo con su nieto.

Fukuzawa acaricia la coronilla de Kichirō con la yema de su pulgar — Abre los ojos. Sé que estás despierto.

Kichirō lo hace además de sentarse y recostar su espalda en la cama. Sus ojos hinchados quieren encogerse al verlo. Fukuzawa retira el nebulizador de su boca.

— ¿Qué sucedió? — Le pregunta este, sentándose en una banca junto a la camilla — Puedes contarme.

Claro que lo sabe.

Con él siempre puede contar.

Kichirō narra todos los sucesos de la noche sin lograr contenerse las lágrimas. Fukuzawa le agarra la mano y le da fuerza para seguir hablando. Sólo así, alcanza un pequeño grado de paz al terminar. Fukuzawa asiente y aclara su garganta, preparándose para proveer su natural sabiduría. Kichirō pensó que lo siguiente iría enfocado en algo distinto, pero le termina sorprendiendo.

— Entonces quieres ir a Estados Unidos.

— ¿¡Es eso lo que extraes de todo esto?!

— Entre muchas otras cosas — Sus ojos van hacia el agarre que comparten en sus manos — Te voy a contar una historia.

— ¿Ahora?

— Es por lo que me preguntaste aquel día ¿lo recuerdas?

Kichirō abre los ojos en sorpresas y lo agarra con mucha más firmeza — ¿Sobre tú y el jefe-?

— De la Port Mafia, sí.

El chico guarda silencio. El hombre relame sus labios antes de soltar aquella historia.— Desde que lo conocí, lo amé, pero nunca fue el momentos ni las personas correctas. Convencido de que lo que decía mi corazón era el camino indicado, actué irracionalmente. Le propuse matrimonio, pretendiendo que no existía lo malo.

— Lo malo siempre existe, Kichirō, recuerda eso.—Fukuzawa desliza por lo largo de su antebrazo con suavidad sus dedos — Una y otra vez intentamos avanzar, o eso creíamos, en vez de dejar crecer nuestra relación, sólo regamos las semillas de nuestra futura ruptura.

Con un nudo en su garganta, Kichirō se recuesta en él — ¿Quieres decir que apesar de amarse uno debe mantenerse alejado?

Fukuzawa niega con la cabeza. Suspira con pesadez — Por el momento, quizás. No tienes que dejar de amar, tal como tampoco debes permitirte congelar tu vida por su ruptura.

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora