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En el otro extremo del lugar, un hombre en traje oscuro que empareja el tono de su cabello, chequea la mesa de postres con detenimiento.

Tanto así que no se da cuenta el momento en el que cierto chico de contextura delgada se le queda viendo como estatua.

Si tuviera cejas, las arquearía, ya que la última persona con la que esperaba reunirse esta noche era Atsushi Nakajima.

Los eventos sociales no son su más grande afición de por sí. Este inoportuno encuentro subirá al tope de su lista de malestares actuales.

— ¿Tú que haces aquí, jinko? — Rechista, pero la fijación ajena no está en él directamente, pero en su ropa. — ¡Hey! ¿Qué tanto miras?

El hombre tigre espabila y se concentra en el mayor — De verdad nunca te quitas ese saco ¿No apesta?

Akutagawa dio un paso delante y tensionó su mandíbula.

— ¿Algún problema con eso? No estás en posición de hablar. Llevas meses con el mismo pantalón que luego de cada pelea remendas. Además, hoy pareces que te fueras a casar.

En parte tenía razón el mafioso. El albino viste un tuxedo blanco con bordes negros, el pantalón es del mismo tono claro. Su aspecto el día de hoy es tan blanco que alguien podría confundirlo con una hoja. Akutagawa hace la pregunta más normal en este caso.

— ¿De dónde rayos sacaste eso siquiera?

El agente hace un puchero.

— Dazai-san me lo prestó, por eso sé que no es un traje de bodas.

La mención del tan admirado por Akutagawa, Dazai, hizo que el mayor relajara su cuerpo y se compusiera de manera más recibidora ante el chico. Quizás si es atento descubrirá la estrategia para que su ex-mentor le preste algo.

Le pasó una copa a Atsushi y este a pesar de haberla recibido le vio extrañado.

—...Ya que Dazai-san jamás se ha casado...— Al ir finalizando la frase, Atsushi recordó una cosa; en realidad desconoce demasiado del pasado de su senpai y así como encontró aquella foto ese día de él junto a otros dos hombres, podrían haber más cosas por saber. Entonces la duda surge — ¿Cierto...?

— Sí, en eso estás correcto, por primera vez. — respondió — Sería muy peculiar si alguien...

— Se casara con el almanaque que es él.

Sin querer, había terminado la frase ajena y ese instante de revelación hizo que Akutagawa y Atsushi conectaran miradas algo sorprendidas. No duró mucho antes de que salieran de su burbúja y el albino retomara su misión original: Pastel y bebidas.

— Sobre la paleta de colores de mi ropa... No tienes derecho a burlarte — bufó — Después de todo, tú tienes los dos mismos colores, pero invertidos.

El azabache abrió la boca impactado, quedando sin palabras y ahora dándole chance al joven de tomar varias tortas y regresar a su mesa junto a la agencia.

Les entregó lo que habían pedido sus compañeros y recibieron con gusto, Ranpo le cedió una torta suya incluso.

Antes de siquiera tomar una cucharada, que es realmente raro, (frente a Ranpo no se pueden poner postres porque en un abrir y cerrar de ojos ya está dando su último bocado) el ojiverde sacó su teléfono y le tomó fotos a cada una de las tortas. Mientras más azucarado, el detective filmaba más.

Abrió su aplicación de mensajería y selecciona un contacto que se sabe de memoria. Envió todas las fotos que por poco sobrepasaban los dos dígitos y escribió un texto:

"Que lástima que no estés aquí para evitar que me coma todos estos."

Eso era suficiente para causar sentimiento en su novio y le encantaba. No era en són de discusión, pero no hace mal jugar con Poe un poco.

Una vez guardó el dispositivo, no hubo segundo antes de que pusiera sus manos en los dulces.

Entonces todos se concentraron en los biscochos y lo deliciosos que estaban. Dazai sorbía su ponche mirando lejos, ve que Tachihara y Chuuya ya no caminan juntos.

Al primero lo ve por la sala charlando como estúpido (piensa Dazai), pero es distinto con el segundo. Se pregunta donde estará Chuuya.

¡Plum!

El castaño siente algo suave y húmedo caer sobre su camisa blanca, es entonces que se fija y descifra qué es. Un pedazo de chocolate que no había necesidad de preguntar de quién era. Frunció el ceño.

— Discúlpame, Dazai, fue un accidente.

Exclama Ranpo, no le ofrece nada para limpiarse, pero sí sugiere una cosa que puede ser obvia.

— Deberías lavarla directamente en el lavabo — señala la ropa ajena — Eso o arruinarás el cosplay de Atsushi.

Yosano casi escupe su bebida, sin embargo, al mirar de cerca, notó lo que decía el detective — Ranpo-san... Osea sí se parece pero...

Detuvo sus palabras el momento en el que el castaño se levantó y encaminó a lo que parece ser el baño.

— Yosano-sensei, Ranpo-san, con todo respeto, eso fue algo insensible.

Yosano suspiró y miró a su compañero —¿Sabes qué, Atsushi? Tienes razón, lo tendré en cuenta.

Ranpo no le prestó atención a ellos, seguía con la mirada la marcha de Dazai, él podrá quedar como un patán, pero también queda satisfecho con que las cosas van como quiere.

Dazai encontró el baño, separado por sexos y cabinas. Tiene tres cubículos cada uno y un espejo con lavabos debajo suyo también.

Lo que exalta al agente, es quien también está en el baño.

Chuuya.

Tiene su brazo torcido hacia atrás como si estuviera intentando quitar algo de su espalda. A pesar de la extraña posición, el pelirrojo nota su presencia, engrandeciendo sus pupilas por un instante, pero luego apartándola de manera que se sintiera como si el menor no está.

Dazai muerde su labio inferior y decide hacer lo mismo. Tomó un toalla de papel y la mojó conjunto a jabón para luego ponerla en su propia prenda y delicadamente intentar sacar la mancha de chocolate.

El único ruido en el cuarto es el recurrente sonido del grifo regando agua cuando Dazai empapa la toalla.

A Chuuya aún se le complica alcanzar la zona en la que tiene chocolate, intenta no parecer en apuros, pero sí lo está, Dazai también lo nota.

El ejecutivo iba a entrar a uno de los cubículos para así quizás no actuar así frente al castaño, pero este se le adelanta y lo toma del hombro.

Reaccionaría en un segundo de no ser que Dazai no hace más que limpiar su espalda con el paño mojado delicadamente.

Aquel tacto generó un escalofrío en su cuerpo, como cables electricos rozando entre ellos y despertando un destello.

Así se siente.

Luego de eso, el castaño se retira del baño en corto tiempo. Lo único que deja allí es a un Chuuya halando sus hebras.

¿Por qué?

¿Por qué cada gesto lo vuelve loco?

Es un simple paño, por su espalda corren pequeñas gotas de agua, marca de donde el castaño acaba de asear. Se siente culpable. No debería sentirse tan bien por esto.


El ritmo se acelera...

Me encanta la idea que el Shin Soukoku usa los mismos colores de una boda. No solo en sus prendas pero también en el cabello😭

Espero les haya gustado el capítulo, no se olviden de votar, comentar y estar el próximo miércoles para la actualización.

¡Les veo!

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora