Extra #9

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Kichirō se mantiene en su asiento con sus manos aferradas a sus muslos. A su lado, va sentado Fukuzawa, quien no parece querer quitarle la mirada de encima.

— ¿Te sientes bien?

Claramente, no lo hace. Kichirō se siente cálido al ver cómo su abuelo lo conoce tan bien. Aún así, no tiene manera de decirle todo ahora.

Sus manos empiezan a jugar entre ellas —Karl debería estar aquí...

No está mintiendo. No del todo. En primer lugar, Karl estuvo aquí, junto a él, hace quince años. Cuando Kichirō tenía unos meros seis meses de nacido. El día estará pesado, pero Kichirō tampoco es capaz de sacarse ese detalle de la cabeza.

Fukuzawa pone una mano en su espalda. — Él está aquí con nosotros.

Kichirō sonríe con ligera pena por sí mismo. Guarda silencio y empieza una  suave música a sonar en el fondo. La renovación de votos ha empezado.

Así, entran sus padres, los dos sonríen grandemente. Sus dientes parecen a punto de romper sus encías.

De la manera en la que Poe mira a Ranpo trae el aspecto del hombre más feliz del mundo, pero pasa que en realidad, sí lo es.  Ranpo se aferra a él con una sutileza que radía comfort. Desde unos centimetros más abajo, devuelve el contacto visual con el mismo amor. De veras parecen un par de adolescentes enamorados. Quizás, en el fondo siempre lo serán.

Así cada uno toma su lugar. Poe empieza y con su papel en mano, mantiene la barbilla en alto mientras enuncia:

— Ranpo, mi querido — El mencionado pestañea con dulzura al escuchar su nombre— Han pasado quince años desde que nos juramos amor eterno. Quince años en los que hemos compartido todo, buenos y malos momentos. Quince años en los que hemos construido una familia juntos, nuestro hijo Kichirō.

Poe dirige la mirada a Kichirō, le sonríe y de nuevo pone su vista en su esposo. Sin darse cuenta, sus manos se conectan. Eso no alenta nada. Por el contrario, le da más deseo a Edgar de continuar.

—Hace veintiún años, me enamoré de ti a primera vista. Eras lo que has conservado hasta hoy; el hombre más guapo, inteligente y carismático que he visto en mi vida. Los dos nos sabemos aquella historia como la palma de nuestras manos y podemos decir que juntos hemos elaborado un vínculo inquebrantable partiendo de ese trascendental día.

—Me acuerdo como si fuera ayer el día de nuestra boda. — Poe ríe— Estaba tan nervioso que casi no podía hablar, pero cuando te vi entrar todos mis nervios se desvanecieron. Cada día, mis temores se extinguen con tu presencia.

— En nuestro tiempo juntos, me has demostrado que eres el hombre más fuerte, inteligente y cariñoso que conozco. Eres mi mejor amigo, mi preciado alegado rival y el ideal con el que ir de la mano en el futuro que tenemos por delante.

Hoy, Kichirō puede ver en ese par de ojos su amor. Son dos personas que no desean dejarse ir nunca. Tampoco lo dudan. Ahora, lo hacen sentir torpe. Kichirō está dudando demasiado cuando se supone que quiere a Sonoko. No a partir de ahora, pero desde siempre. Desde que tiene memoria. En sus padres, está su ejemplo a seguir por medio de cada una de sus palabras. 

—Te amo más que todo en el mundo. Prometo amarte y respetarte siempre, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en lo cálido y lo frío, yo seré tuyo y tú serás mío.

Aplausos surgen y Kichirō no puede contenerse de hacer arder sus palmas en el proceso.

En su garganta se acumula una pesadez cuando es el turno de Ranpo — Edgar, hace quince años, nos prometimos amor eterno. En ese momento, no sabía lo que el futuro nos deparaba, pero estaba seguro de que quería pasar el resto de mi vida contigo.

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora