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—Desvistete—Ordenó serio mientras removía su gabardina y la situaba en un gancho de la pared.

—Tan ingenuo...ya no somos adolescentes—giró a verle Chuuya, una sonrisa pícara y burlesca pintaba su rostro—Llevo un mes sobrio, así que no lo intentes.

—Si no te quitas la ropa tú, lo haré yo— caminaba lento hacia él, y tomó su mano para llevarlo consigo hacia la segunda planta de la casa, donde se encuentra la habitación principal.

Su tono lo embriaga más que el vino más fino, escondía sus motivos en nasales sonoras que traían recuerdos, pero no los suficientes para hacerlo caer en su juego.

— Eres tan malpensado.. —Habló sonriente al levemente empujarlo en la cama tras llegar a la recámara, se burlaba de él—Chuuya.

—¿Te das cuenta que suenas como esas veces?—replicó algo enfurecido el mayor, mientras se sostenía con sus codos sobre el colchón.

—Ese es el punto, chibi—Dazai se alzó de hombros y esperó acción del mafioso—empieza a quitarte la ropa, te haré un masaje.

Chuuya rio.

¿Enserio?

Pfft—burló mirándole, levantó uno de sus pies para golpearle suave en el estómago — No lo harás.

— No me importa lo que opines, a mi bebé le daré un masaje, si también lo quieres, sólo dime y uso mis mañas de cuando teniamos quince — Dazai sacó de su bolsillo trasero un frasco de lo que parecía ser crema caliente.

—Después de esa brusquedad de antes, pobre pequeño ha de estar abrumado..—Añadió el castaño, quien aún seguía sonando como un chiste.

—¡Eso lo causaste tú!—refunfuñó, golpeando otra vez al detective con su pie, esta vez fue en la cara.

Dazai se hizo el sordo y tampoco le dio el gusto de reaccionar al impacto. En cambio, subió su mirada hacia la visión de Chuuya, trazando su diestra por el muslo del más bajo

—Además.. mis masajes siempre son los mejores ¿No?

Chuuya suspiró y cedió

—Espero que no me hagas arrepentirme..— Empezó removiendo su chaleco, tragando su orgullo fuerte. Pues, él ya tenía por hecho que caería en las trampas de Osamu; es como una droga.

Una vez consumió de este, no pudo parar, y ahora es un adicto, sus acciones, hasta las más estúpidas, detestaba amarlas. Sentir un revuelto dentro de su estómago al verlo sonreír, aunque fuera una situación casi inexistente; Chuuya quería ser la razón para ver su sonrisa.. Chuuya Nakahara era un adicto; Un día se prometió no volver a dejarse consumir del embriague, sólo era de abstenerse. Pero recae cómo un infante intentando dar sus primeros pasos.

Sus dedos temblaban al bajar por la tela de su pálida piel. Y podría ser sólo él quien se encuentra tan exaltado por la situación. Otra vez interpretando todo de forma incorrecta.

Se repite mucho el "podría ser" en esta historia. Pero el mundo está lleno de posibilidades y "podría ser" ¿No?

El ojiazul se fue deslizando fuera de sí las correas que rodean su pecho. Dazai lo miraba pasmarote agachado a sus pies, con una mirada absorta en cada mínimo detalle, examinando el movimiento más nulo,  le parecía algo divino. El pelirrojo dudó en seguir al percatar esa vista tan intrigada. Como un inocente niño esperando abrir su regalo de navidad más anhelado, con las mismas ansias que ese jóven, se dio cuenta que en cualquier instante, y cómo es niño pequeño, el menor se encargaría de remover prenda por prenda si no se abría en poco tiempo.

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora