En la vida de tres niños de ocho años, no hay espacio para ser consciente de los verdaderos males de la vida. Mucho menos cuando sus padres son quienes son. Desde pequeños los protegieron de la maldad humana, de sus trabajos y sobretodo de desconocidos.
Las gemelas, juguetonas como siempre, hacen caso omiso a eso, más de una vez se han ganado un regaño de su papá, pero jamás es agresivo. Prometerán no hacerlo de nuevo, pero romperían su promesa a la semana.
Por el contrario, el mayor de ellos, Kichirō, se mantiene al margen cuando se trata de extraños. No se atrevía a mirarlos, en vez se daba la vuelta y seguía en lo suyo.
Eso cambia este día. Se culumpia junto a Sonoko y Satoko, los tres dando frente a la pared de vidrio que permite ver a la sala de estar.
Dazai leía el periódico cuando llaman a la puerta, entonces este se levanta para ir a atender. Kichirō persigue el ruido y ve al recién llegado. El desconocido está aquí otra vez.
A pesar de no ser afin de desconocidos, Kichirō es incapaz de despegar la vista de él. Su culumpio pierde el impulso y termina por quedarse quieto. Satoko frunce el ceño, pero se balancea aún más fuerte.
- ¿Soko-chan? - Kichirō usa el apodo especialmente creado para referirse a las dos hermanas. Sonoko voltea la cabeza. Satoko lo ignora. - ¿Por qué visita tanto ese niño?
La mayor de las gemelas redirecciona la mirada hacia donde la tiene Kichirō. Adentro de la casa, Dazai le ofrece agua al niño; cabello oscuro, bien peinado. Sus ojos son azules y su rostro es pálido, pero superior a sus labios hay una sombra que suelta una pista sobre su edad. Así supo que es un par de años mayor. Sus piernas son definidas, sus brazos languidos, viste pantalones oscuros y un jersey azul que ha traído puesto todas las veces anteriores que ha venido a la casa.
Kichirō se pregunta si lo usará todos los días. Pero tendría que hablarle para saberlo, así que tacha la naciente duda.
Oto-chan sabría...
- Pasa las tardes aquí para no quedarse sólo en casa. Papi lo aprecia mucho.
- Más que a nosotras... - Gruñe Satoko entre dientes. Kichirō tilda la cabeza, pero no despega sus ojos del chico en la sala. Este se sienta frente a la mesa de centro y saca unos cuadernos de la mochila que trae consigo. Parece que estudia.
- Eso no es cierto...
- ¡Sí lo es!
- Daddy dijo que los hijos siempre serán a quienes los padres más aman.
Sonoko deja de culumpiarse y se baja para pararse frente al culumpio de Kichirō. Así interponiéndose en el rango de visión que deja visible al niño en la sala - ¿Por qué lo miras tanto?
Kichirō baja el rostro, ya no tiene el sol directo en él y es en este entonces que lleva sus manos a sus mejillas. Están calientes.
- Si tanto te interesa ven y háblale.
Kichirō espernanca los ojos y se baja del culumpio, alejándose de Sonoko. Satoko, aún en el culumpio, suelta un quejido y se culumpia aún más fuerte.
- ¡Vamos!
- ¡No, no me toques!
Sonoko se echa para atrás asustada, mientras que Kichirō cae de espalda contra la arena del patio. Su rostro se ha llenado de dolor y esta muerde su labio inferior. Lágrimas amenazan salir.
Y la amenaza se practica porque instantes seguidos Sonoko tiene el rostro rojo por el llanto. Kichirō se sienta en el suelo y mira a Satoko como pidiendo auxilio. Ella bufa y usa su habilidad para dar una vuelta completa en el culumpio.

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♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡
FanfictionEn el mejor momento de su relación, ni Edgar o Ranpo lo hubiera anticipado. ¡Esperan un bebé! Ranpoe, Soukoku, Shin Soukoku, Kouyosano, Fukumori. [Longfic - 170k + 50k Extras] Iniciado: 24/12/21 Finalizado: 24/5/23 #1 tragicomedia (1/1/24) #1 bungou...