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- Oi Dazai - el chico subió la mirada ante la llamada de su nombre, incluso cuando uno de sus ojos estuviera cubierto por vendas.

- ¿Alguna vez has probado el alcohol?

Cuando Chuuya le pregunta aquello, presiente que si responde lo incorrecto, será mofado.

- Un par de veces. Sí. ¿Y tú?

En sus diesiséis años ha vivido mucho, ha visto cosas. Pero jamás le interesó mucho el alcohol, no parecía ser algo lo suficientemente potente para ahogar sus pesares. Así que nunca se dio la ocasión.

- ¿Yo? Pues cada que Sheep vencía a otras pandillas o lograba poner manos en unos grandes billetes, nos lucíamos, Shirase y yo comprabamos, o si se necesitaba, robabamos un gran trago y entre los mayores nos lo disfrutabamos.

Dazai asiente y deja que el otro divague más en el recuerdo lleno de nostalgia. Es luego de unos minutos que Chuuya suelta su propuesta.

- Robemos un trago, no tenemos nada pendiente hasta pasado mañana. - Con mirada pícara, el pelirrojo sonríe - ¿Te unes o eres una gallina?

(...)

Chuuya realmente no esperaba que ese robo pasara a grandes. Se escabullieron en una lujosa pero pequeña tienda de vinos recientemente establecida, ya tenían la botella en mano, pero Dazai terminó tropezando. Esto hizo que un estante detrás suyo cayera y las alarmas se activaran.

Fueron perseguidos por un guardia varias calles hasta que Chuuya activó su habilidad y tomara a Dazai por el cuello de su camisa de manera que esta no se viera anulada.

Lo trajo hasta una azotea, ambos muertos de risa. En aquel techo tomaron la botella robada.

El nombre de esta apenas lo podían leer por la oscuridad.

Si le preguntan al castaño, ese vino sabe asqueroso. Sin embargo, tomó este con tal de no dejar a Chuuya bebiendo solo. Además que tenía que demostrarle al chico que él era un buen bebedor.

Y así, ahora está mareado y mira borroso. Lo único que reconoce es el cabello rojo fuego de su compañero. Tan brillante que lo lograría reconocer estando ciego. Como una llama candescente que jamás se apaga.

Sentado a su lado, sus cabezas se chocan y entre ellos se contienen de caerse al vacío.

- Hey chibi -llama Dazai con voz movida por las varias rondas tomadas- Ahora que sabes que tienes con quien tomar en la mafia. ¿Ya no desearás volver a tu vida en Sheep?

El mayor pestañea y el tiempo en el que tarda en responder hace que el corazón de Dazai se acelere.

Aunque ambos estén borrachos, lo saben.

- ¿Eh?

- Yo...- su mano vendada se desliza hasta la contraria. Ahora que este tacto existe, Chuuya vuelve a caer en cuenta de algo, un sentimiento.

Tan intenso que ni sobrio puede negarlo. Tan doloroso que mantenerlo en secreto es una tortura.

Chuuya.

No quiere que Dazai lo suelte.

- Chuuya, quiero que desees estar conmigo.

Y Dazai quiere que Chuuya esté consigo, a salvo.

Sea el alcohol hablando, hoy Dazai quiere ser un lugar seguro para alguien, y fue Chuuya quien le abrió la puerta a ello.

La mano que no se aferra al pelirojo trasciende del tacto a la nada y viaja hasta la mejilla contraria.

Y sus labios entreabiertos inhalan y exhalan, incluso cuando sus vistas están obstruidas por la oscuridad, Chuuya es capaz de ver brillar un orbe marrón y Dazai ve dos resplandecientes gotas de agua.

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora