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Es domingo 17 de septiembre, Ranpo responde al timbre de la puerta un tiempo antes del almuerzo. Tenía a Kichirō en brazos y no estaba muy concentrado, al fin de cuentas, es domingo por la mañana.

La visita se trata de nadie más que Chuuya y Dazai, cada uno traía en brazos a una bebé, pero sólo el castaño carga una pañalera en su hombro.

— Teníamos que hacerlo — Explica Chuuya, en sus manos ofrece una canasta con dulces y demás aperitivos.

— Sobretodo porque realmente no cargas con ningún compromiso con nosotros o nuestras hijas — Agrega Dazai, quien está detrás de Chuuya. Ranpo mira el obsequio y al par de hombres con detenimiento. No logra expresar lo que siente, su boca meramente cae en auge.

— Gracias por cuidar de nosotros —  Los dos hacen reverencia y Ranpo en últimas toma en sus manos el regalo y lo pone sobre la barra de la cocina.

Como siempre ocurre en esta historia, Ranpo es quien rompe el silencio cuando aparenta haber incomodidad.

— Dios santo, cuanta formalidad — Ríe, les da al par unos golpecitos en los hombros y les hace enderezarse — ¿Es este el efecto del matrimonio?

Chuuya y Dazai intercambian miradas nerviosas. Aparentemente, no duraron ni veinticuatro horas sin que su matrimonio fuese descubierto, incluso cuando ya mínimamente lo esperan de Ranpo.

— Siéntense de una vez por todas — Ranpo les señala el sofá y asoma su cabeza dentro del pasillo que lleva a las habitaciones.

— ¡Edgar! — Grita, Kichirō se sobresalta, notorio por como sus manitas se mueven en reacción— ¡Ya sal de la cama!

Ranpo regresa y toma un asiento frente a ellos.

— Como decía...

— Es una lista larga, Ranpo-san — Agrega Dazai, así hablan al estar juntos. Chuuya va al punto, Dazai elabora, linda dinámica.

— Cuando no estaba seguro de tener a las gemelas, cuando Arahabaki intentó dominarme, me defendiste cuando Osamu actuaba como un imbécil, el día de la boda en varias ocasiones me sacaste de apuros, cuando estaba dudoso aquel día en la playa me volviste a enseñar como quererlas y... En especial antes de ayer.— Chuuya rasca su nuca y baja la mirada — De no haber sido por ti, seguramente hubiese dado a luz solo. Gracias.

Ranpo respira lento, también separa sus labios y echa hacia atrás su cabeza. Se endereza para hablar, pero Dazai lo hace antes.

— También me guíaste, dedujiste las estupideces que iba a hacer repetidas veces y siempre me golpeaste (literalmente) hasta ser consciente de que las iba a cagar.

—...Gra...

— ¿Ranpo? — Una suave voz emerge desde el pasillo. Claramente, es Poe — ¿Quiénes están allí?

— Son Dazai y Chuuya — Ranpo responde, cuando Poe entra a la sala en solo pantalones de algodón y una camisilla blanca, este se sonroja ligeramente — También trajeron dulces.

Chuuye rueda los ojos, Dazai ríe. Poe saluda meciendo una mano y la visita hace lo mismo.

— ¿A caso vinieron a presentar a los niños?

Ranpo levanta las cejas y una sonrisa se forma en sus labios. Kichirō había dejado de estar adormilado en sus brazos y por lo visto, las gemelas por más que lograran no estar chillando todo el tiempo, no hay forma de que en algún momento estén dóciles.

— No sería mala idea — Comenta Ranpo levantándose de su silla — ¿Me puedo acercar?

Chuuya y Dazai se separan en sus respectivas posiciones en el sofá y dejan un espacio libre para que Ranpo se siente entre ellos.

Chuuya remueve la manta que antes cubría el rostro de Sonoko y Dazai opta por simplemente desenvolver a Satoko de sus mantas por completo.

Kichirō tiene sus ojos abiertos y su mirar está perdido como ha estado desenfocado desde el primer momento.

El bebé evidentemente desconoce quienes son las otras masas alrededor suyo. Son más pequeñas, más blancas y además idénticas entre ellas. Hay dos pares de ojos azules claros y eléctricos al frente, pero llegan a ser más que ello.

Kichirō en ese momento es tan sólo un bebé, incapaz de manifestarse con palabras o movimientos, carece de mucha moción y noción. Sin embargo, de haber podido hacerlo, hubiese demostrado cuanto abate la presencia de esas dos niñas allí.

Al final, la llegada de esas bebés esa mañana marcarían el inicio de su nuevo capítulo, no cabe duda.

¿Cómo se sabe con certeza?

Bueno, es debido a que la existencia de todas las previas palabras son detonadas por la longeva serie de eventos que ese primer encuentro desencadenó.

Porque hoy la trascendencia es visible.
Porque hoy sé que nada sería igual si la historia hubiese sido distinta.

Las personas vivimos en la búsqueda de algo. Dazai buscaba una razón para vivir, Chuuya un lugar seguro, Poe un hogar al que regresar, Ranpo la comprensión.

Todos buscamos algo. Y se puede decir que como muchos, yo no sabía eso con certeza. No hasta ahora que alcanzo el desenlance.

¿Cómo no encontrarlo sin examinar todo desde donde inició todo? Aquel domingo, aquella emotiva charla...

Tomó mucho tiempo descifrarlo. No obstante, para cuando me dediqué a ir a por él, me di cuenta que lo estaba consiguiendo en la misma búsqueda.

¿Entonces, cuál es la respuesta?

¿Qué busco yo, Kichirō Edogawa?

Dad y Oto-san nunca dejaron de enseñarme lo importante de las acciones de uno y cuan importante es valorar nuestros pasados; los orígenes de nosotros porque sin ellos no seríamos lo que somos en el presente.

Y así, yo tuve la misma iniciativa y determinación que caracteriza a Oto-san.

Todos los registros, mis orígenes, estaban guardados en aquel apartamento de Hiratsuka. Es una subestimación afirmar que dad escribe demasiado, en especial sobre Oto-san y yo.

Tardé meses leyendo diarios, tiernas historias que escribió en mi infancia para hacerme dormir, cortos y largos poemas e incluso el mismo que le dedicó a mi Oto-san para pedirle matrimonio.

En esos textos también había información sobre Satoko y Sonoko; las circunstancias nacidas por su gestación, el conflicto interno entre organizaciones y ese matrimonio forzoso, no con el mismo nivel de detalle que mi historia, claro. Sin embargo, no era información que preguntando a mis seres queridos, a los compañeros de dad y Oto-san no pudiesen darme.

En todo ese tiempo, yo siempre seguía buscando identificar qué es lo que yo busco.

Ahora tengo la respuesta.

No te asombres. Es algo tan simple, pero con un impacto en las personas indicadas y no indicadas. Yo parezco repetir la misma serie de hábitos e incluso desde que nací ya lo intentaba con mis padres.

Sea con palabras o con acciones, llegar al corazón de una persona es lo más bello que puede hacer alguien en este y mil otros mundos.

Así que sin darme cuenta, cuando yo resumí los meses de investigación, estaba haciendo eso tan añorado. Tanto así que es digno de título. No te asombres.

Lo que yo siempre he añorado es ver tu sonrisa.

FIN

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora