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Dazai está presente y ausente a la vez. Sí, alcanza a procesar lo que dice Chuuya y las voces en el teléfono. Sin embargo, no es suficiente para superar el volumen de la voz gritando en su mente.

Este sitúa a las bebés en una silla alta a cada una e ignora lo que Chuuya le dice. Se imagina que se trata del desayuno, no sobre la gran confusión que tuvo antes.

Dazai se agacha en el recibidor y se pone los zapatos. Ya giraba el pomo de la puerta cuando una mano se recarga en su hombro.

- ¿A dónde vas? - Pregunta Chuuya, en sus brazos carga a la niña que persiste en sus llantos.

- Yo, eh...Pañales. No me tardo

Antes de que Chuuya le pudiese explicar que ya tienen más que suficientes pañales, el castaño ya había salido por la puerta.

(...)

Chuuya traga en seco, el escalofrío que recorre a su espalda lo hace por poco soltar a la bebé, sorprendido, acaricia la cabeza de Sonoko y regresa a la cocina.

Sabe que es déjà vu.

Sí, demasiado. No es la primera vez en la que un día, de la nada, cuando están aparentemente bien, él salga por la puerta con una pobre excusa.
¿Cómo no habría de sentirse algo alterado?

Chuuya muerde su labio inferior y deja que aire salga por su nariz.

No.

Esta vez no es así.

En la llamada, Yosano le habría dicho que bañe a las bebés y le llame otra vez cuando ya sea hora de ponerles el pañal, así esta le enseñaría como hacerlo.

Y así va porque en ese plazo de tiempo, Chuuya toma su teléfono y se pone unos audífonos para así no perder la cordura por los llantos de su bebé y desayuna.

La comida de Dazai la guarda en la nevera y luego sí va a por la ducha. Sonoko y Satoko en la bañera plástica de la mitad del tamaño se le quedan viendo perdidamente. Ahora que no tiene el pañal sucio, la mayor de las gemelas calma su llanto y si Chuuya dijera que eso no le alivia, estaría mintiendo.

El pelirrojo sale por un momento del cuarto de baño y se recuesta en la baranda del balcón que da a la primera planta de la casa. Respira profundo, luego exhala.

La resaca parece haber perecido, pero su tren inferior aún duele. Sus muñecas están tensas como su espalda y sí, quiere descansar. No obstante, no lo hará hasta que Dazai llegue. Chuuya sabe que Dazai regresará, que como él dijo, no tardaría. Confiará en él, en su participación en este nuevo capítulo de sus vidas y su devoción a esto. Aún así, debe verlo cruzar la puerta, sí.

Chuuya entra de nuevo al baño y se agacha junto a la bañera, iba a acercarse a agarrar a una de las bebés cuando recuerda que había dejado la puerta abierta. Sus rodillas actúan por impulso y busca ponerse de pie, pero sus ojos se abren en cuanto le pega cierta revelación.

Chuuya extiende su brazo apuntando a la puerta abierta y con una luz roja, hace que esta se cierre. Pestañea una, dos, tres veces-

-¡Mi habilidad!- Chuuya pega un brinco y se abraza a si mismo fuertemente.

Después de tanto tiempo (tanto que se había olvidado de su existencia) tiene su habilidad de vuelta, ya no es inútil e indefenso. Estará gordo, pero puede estampar a alguien a kilómetros de lejanía con sólo un toque.

Lloraría de felicidad si no fuese que se percata de las dos bebés sin comprensión alguna de por qué el hombre que las cuida actúa como actúa.

- ¿Es que creyeron que iban a poder derrotar a su asombroso padre?

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora