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Las gotas de lluvia no lo detuvieron, caminó por dos jardínes hasta que encontró el lugar. En su bolsa aún quedaban dos platos con porciones de comida.

En esa misma bolsa hay artículos de limpieza que por más que él no acostumbre a hacer aseo, es el único que puede hacerlo.

Mejor dicho, el único que debería hacerlo.

El ser hijo único no solo le ofreció el regalo de dos padres que centraban toda su atención en él, pero también la soledad de ser el único con el peso de su partida.

Aquel sentimiento fue lo que ha impedido venir antes. Tantos años han pasado y él ha sido un mal hijo.

Hoy los visita con la mirada gacha. Es la primera vez en doce años que los Edogawa se reúnen.

— Mamá, papá — Ranpo se retira su sombrero para saludar — He vuelto.

Sus piernas fallan y este queda de rodillas en el barro, la brisa baila a través de sus hebras. Similares a las de su madre, sus piernas delgadas como las de su padre.

Piensa en ello mientras sirve los platos frente a las tumbas. Las gotas empapan estas. No obstante, no le prestaría atención.

—Lamento haberme ido por tanto tiempo.

No habría respuesta, siempre sería su voz nostálgica al intentar comunicarse con el pasado.

—¿Aún me parezco más a papá como me decías antes?

Ranpo se dirige hacia la piedra de su madre, sus ojos abiertos a pesar de estar cansados.

— ¿O queda alguna pizca de tu belleza en mí?

Un fuerte rayo suena a lo lejos causando sobresalto en su cuerpo, un temblor lo cubre — Poe me mataría si supiera que estoy aquí en este tiempo.

De repente, Ranpo se endereza por reflejo y mira entre sus padres.

— Cierto, — murmuró  — Debo ponerlos al día.

Este se ubica en su puesto y se relaja, toma un plato y empieza a comer.

— Podría empezar con que conocí a un hombre... Bueno, varios.

Con los recuerdos en la punta de la lengua, Ranpo divaga sobre lo sucedido en los últimos doce años de su vida, cómo fue haber dejado la casa en la que vivió toda su vida por la gran ciudad que le esperaba con hartos casos.

Cada palabra sobre el presidente fue grata. Les describió los acontecimientos que lo llevaron al museo, donde descubrió que tiene una habilidad. El alivio de ese día; el saber la causa de su anormalidad, era un buen recuerdo.

Luego llegó a Yosano, como él sanó las heridas no físicas, pero emocionales que la guerra le dejó. Fue la primera oportunidad que le trajo la vida para aprender a tratar con las emociones de alguien distinto a él. Con voz plácida, agradeció que ella hubiera sido su primer amiga y que ahora sea la más preciada.

Tras detallar seis años como una serie de muchos casos, algunos estúpidos, aburridos, otros tan obvios que ni siquiera los tomaba, pero a parte de ellos, narró su proceso de adaptación a esta nueva vida.

Sólo que traza una línea en los meses posteriores a su cumpleaños de dos décadas.

Poe.

— Ese fue el otro hombre que conocí - Dice, excepto que lo interrumpe el darse cuenta de qué dijo — ¡No como figura paterna, claro!

Por un instante se cuestiona si es idiota de su parte estar avergonzado frente a una par de tumbas. No obstante, Ranpo es todo menos idiota, así que prosigue tras asegurarse.

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora