90

823 110 41
                                    

- ¿Por qué tanta ropa? - Chuuya ya ha perdido la cuenta de cuántas jodidas veces Dazai había preguntado la misma cosa. Y como cada condenada vez, le responde lo mismo.

- Es ropa de hombre hecho y derecho, el día del padre pasó hace unos días, deberías intentar practicar el perfil que pronto has de cumplir.

- Por favor, yo seré un padre bacán.

Dazai hace un gesto egocéntrico, también enrollando su brazo por la cintura ajena. Juntos, exploran el centro comercial a paso calmado - Mientras que serás el brabucón que les mande a hacer la tarea.

Chuuya tuerce los labios y se inclina hacia el lado del corredor que se avecina al balcón - Jódete. Necesitas ropa para nuestra cena de hoy - El comentario logró formular un puchero en la expresión ajena.

- Ibas bien por hoy, empezaba a creer que tu incesante mal humor no es permanente.

El pelirojo rueda sus ojos y encoje sus labios. El menor se dispersa de la realidad el momento en el que un local a la distancia le llama la atención. Tras esto, este propone que separen para así terminar rápido.

Chuuya acepta extrañamente rápido. Lo es más cuando cuarenta minutos después se reunieron y Dazai le pregunta qué compró. Según Chuuya, compró lo que vestiría esa misma noche.

Pero la bolsa era diminuta...

El tema se desvió luego cuando le hizo la misma pregunta a él. Dazai sólo abrió la bolsa y dejó que Chuuya lo viera por sí mismo, eran dos pequeños vestidos de bebé y dos pares de zapatos blancos del mismo tamaño.

(...)

La cena fue jodidamente exquisita. Incluso Chuuya que recientemente no se sacía con nada, salió con una sonrisa de oreja a oreja.

Realmente lo pasaron bien. Sin embargo, durante el trayecto a casa, en el tacto del mayor era visible cierta ansiedad, parecía saborearse los labios cada pocos minutos y sobre todo miraba con el rabillo de su ojo a Dazai.

Este no preguntaría nada, es más, no intercambiaron palabras hasta que llegaron a casa y dejaron todo en la isla de la cocina y no en la habitación.

Dazai ya iba a ir a la habitación de las bebés, donde lleva durmiendo todo este tiempo, a retirar sus prendas, pero Chuuya le detuvo.

- Espera, entra a mi habitación - le atrajo agarrando su mano, la propia estaba temblando ligeramente, tal como antes en el auto - Solo dame unos minutos.

Luego de que pasara ese tiempo, tocan la puerta desde adentro, se despega de esta y se da vuelta para ver a Chuuya, este solo asoma su cabeza, pero el inicio de su hombro desnudo es visible.

- Oh ¿De veras? - La revelación le pega fuerte. Chuuya desea estar con él otra vez luego de todo lo que ha sucedido. La noticia, su partida, la boda, las discusiones...

Es notorio que su cabello está suelto y los habituales pequeños mechones rizados sobresalen en las puntas.

- No empieces.

- Solo lo digo porque...- Dazai empuja la puerta con tal de pasar, pero sin esperarselo, el peso de la palma ajena al otro lado se le oponía - ¿Va cuánto tiempo...? ¿Cinco meses?

- Sí, pero este es tu regalo de cumpleaños, aunque tengo una regla - Afirma con voz baja. Chuuya gira su cuerpo cambiando a ser su espalda la que evita que Dazai pase.

- Tienes que usar esto.

Chuuya extendió su brazo y muestra una tira negra, facilmente reconocible como una venda.

♡𝚅𝚎𝚛 𝚝𝚞 𝚂𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora