El club

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Vanesa
Iba por mi décimo vaso de whisky y mi tercer cigarrillo cuando escuche el sonido de mi celular.

Mire la pantalla y suspire pesadamente.

- ¿Hola? ¿Hija dónde estás?

-Hola...- Me aclare la garganta para parecer un poco más decente y que no se diera cuenta de mi deplorable estado.

-Estas bien?

-Sí, lo estoy.

-Me quede esperándote para almorzar.

-Umm... Yo he tenido algunos contratiempos y...

-No quiero escuchar tus excusas, ya me las sé de memoria- Noté dolor en su voz y cerré los ojos - ¿Estas bebiendo verdad?

-Tengo que colgar, adiós. - No espere respuesta y lance el celular contra la pared viendo cómo se hacía pedazos. Mi respiración era agitada y lance las botellas vacías al suelo también. Me fui a mi cuarto y me lancé a la cama cerrando los ojos y apretando los puños.


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Michelle
Cuando llegamos al edificio donde vivía, Alexa lo miro detalladamente haciendo una mueca. Me despedí de ella, pero insistió en acompañarme hasta la puerta, según ella, aún estaba débil y no quería que me pasara algo. Exagerado para alguien que apenas conoces ¿no? Cuando llegamos a la puerta toqué el timbre y vi a mi madre asomar por la puerta antes de quedar estática.

-Hola mamá.

-Hija estas bien? ¿Te paso algo?

-Estoy bien solo necesito descansar un poco. - Hable débil y mire a Alexa.

-Buenas tardes señora.

Mi madre la miro sorprendida y luego me miro a mi.

-Es una larga historia.

-Bien, creo que ahora si me voy, espero que te mejores.

-Gracias por todo.

-No te preocupes, permiso. - Ella hablo educada y mi madre me dio un golpe en la cabeza. Amaba a mi madre, nuestra manera de tratarnos era increíble.

-Michelle Hernández, quiero explicaciones, y las quiero ahora. Ella hablo seria y le hice un puchero.

-Mamá por favor, queremos descansar- Ella cambio su expresión y miro a Sofí.

-Está bien, ¿necesitas algo? ¿Tienes hambre?

-Tenemos hambre...- Me recosté en la cama y recosté a mi bebé a mi lado y quien dormía plácidamente. - Ella está bien.

Suspire y mi madre me miro con cariño para luego salir de mi habitación.

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-Hola... Hola princesa...- Cuando salí de ducharme vi a mi madre hablarle a mi hija quien seguía durmiendo. Sin duda mi madre estaba encantada con Sofí, y quien no, si era hermosa.

-Despierta princesa, tu abuela quiere saludarte.- Sonreí y me acerque a ellas.
-Alguien va a ser muy desobediente cuando grande.

Hable sonriendo y mi madre me miro mal.

-Así como tu cuando pequeña. - Mi madre me mostró la lengua y reímos.

En ese momento me sentía tan bien y feliz, a pesar de que mi vida era un infierno. Luego del cobarde abandono por parte de mi padre, me vi obligada a dejar mis estudios y buscar trabajo para ayudar a mi madre. Ella trabajaba en un reconocido orfanato, y su directora nos ha ayudado mucho, y más cuando se enteraron de mi embarazo.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora