Mi ángel

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El tiempo fue eterno, tenía sueño, estaba agotada, y sentía mis párpados pesados.

-Estamos aterrizando.

Mike habló y sentí que fue la mejor noticia de mi vida.

-Tienes que estar tranquila.
-Qué hora es?
-Medio día del miércoles.
-¿Por qué no aterriza de una puta vez?

Hablé inquieta.

El avión por fin se detuvo y me levante rápidamente.

-Abre la jodida puerta quieres?

Casi salte por las escaleras y entre al auto que ya estaba allí, como estaba tan alterada no iba a conducir así que Mike llego rápido.

Condujo lo más rápido que pudo y hasta se saltó unos cuantos semáforos en rojo. Llegamos al hospital y baje antes de que el auto se detuviera. No pensaba en nada, no escuchaba nada, solo quería llegar y ver a Michelle y a mi hijo.

-Donde esta?

El primero en aparecer fue mi padre.

-Felicidades hija.
-Donde esta?
-Quien?
-Como que quien? ¿El pato Donald tal vez?

Hablé sarcástica me solté del abrazo caminando sin rumbo.

-Está en una habitación ahora mismo y el bebé....
-Llévame ahí.

Me deje guiar por mi padre y por el camino me encontré con algunos de mis familiares que me abrazaban y felicitaban, por supuesto los ignore ya que no quería nada más, solo ver a Michelle, ¿era mucho pedir?

-Hija....

Lo ignoré y abrí la puerta de la habitación indicada. Michelle estaba acostada en una camilla y apenas me vio sonrió cansada.

-Llegaste.

Corrí a su lado y la besé sin importar nada más.

-Como estas mi amor?
-Cansada.

Sonreí y acaricié su mejilla.

-Donde esta?
-Le estaban haciendo algunos exámenes, no tardan en traerlo.
-Que fue?
-Niño.

No sé porque, pero no sentí la emoción que se supone debí sentir. La puerta se abrió y una enfermera entró con un pequeño bulto en sus brazos, nos sonrió y se acercó.

-Qué tal si lo cargas tú?

Asentí medio pendeja y la enfermera me lo pasó con cuidado. Lo cargué y.... Sentí morir ahí mismo, estaba envuelto en una manta blanca y tenía un gorrito del mismo color. Sus dedos, Dios, sus dedos eran de un tamaño diminuto, sus puños estaban cerrados y apretados, dormía plácidamente y sus diminutos labios estaban ligeramente abiertos, pero había algo raro en él....

-Niño?

Michelle se sentó con cuidado y me miró.

-Si, ¿no querías un niño acaso? Pues ahí lo tienes.
-No es un niño.

Lo mire de nuevo y acaricie su mejilla con suma delicadeza, no podía ser un niño.

-Es una niña verdad?
-Es un niño.

Volvió a repetir y negué.

-No, es una niña, es mi niña.

Ahora si mi corazón saltó y amenazo con salir de mi pecho. Un bostezo salió de su boquita y movió las manitas como cuando recién te levantas y quieres quitar la pereza.

-Si es una niña, ¿feliz?

No respondí, sino que seguí embobada mirándola, abrió los ojitos lentamente y me miro. Sonreí y sentí algo húmedo mojar mis mejillas.

-Hola mi princesa.

Probé mis lágrimas y apreté los labios. Mi hija estaba bien, mi hija había nacido, y la tenía en mis brazos ahora mismo mirándome fijamente.

-Bienvenida mi ángel.

Sonrió ligeramente y mire a Michelle.

-Ella...ella sonrió.

Hablé emocionada y me acerqué.

-Su primera sonrisa nena.
-Estas llorando.
-Y qué?
-No lo sé, no sueles llorar.

La mire confundida y fije mi atención en la bebé.

-Estoy feliz, es todo.

Puse mis labios sobre su frente y los deje allí por unos segundos. Ella golpe ligeramente mi nariz y sonreí.

-Te amo.

Seguí mirándola hasta que hizo una mueca y comenzó a llorar.

-Hambre.

Se la pase a Michelle y ella acomodo su traje de hospital para darle de comer. Observé todo con suma atención y sonreí, no quería perderme nada de lo que hiciera.

-Te duele?

Señale su seno y ella asintió cerrando los ojos.

-Suelen succionar muy duro, están sensibles por la leche y bueno, duele bastante, a decir verdad.

Acerqué una silla al lado de la camilla y me recosté un poco sin despegar la mirada de mis dos princesas.

-Estoy muy orgullosa de ti Michelle, lo hiciste bien.

Me miró un segundo y asintió.

-No sabe cuánto la amo señora Ferrer.

Sonreí y estiró su mano dejándola sobre mi mejilla. Cerré los ojos y puse las mías sobre esta.

-Gracias por traer al mundo a mi tesoro más pequeño y valioso.

Abrí los ojos y sonreí.

-Te amo Michelle.
-Yo más Vanesa.

Apreté su mano y nos fijamos en la bebé quien seguía comiendo.

-Cómo quieres llamarla?

Pregunte suavemente.

-Aún no lo sé, tienes algo en mente?
-Mm, varios.
-Cuales?
-Me gusta Maia, Sofía, Scarlett, Sara....
-Ya tenemos una Sofí.
-Pero Sofí y Sofía son diferentes.
-Ok, me gusta Maia.
-Es lindo.
-Maia Ferrer Hernández.
-Es perfecto.

Asintió y miro a Maia.

-Comes como mamá, manchando tu boca.

Sonreí y no sé cómo no me dolía la cara, llevaba sonriendo desde que llegue y creo que nunca había sonreído tanto como ahora. Pero claro, antes no había sido tan feliz como ahora, ahora estaba completa, mi felicidad era entera y no podía esperar para presentarle a mi hija a todo el mundo.

-Luces cansada.
-Yo no importo ahora nena.
-Pero estas cansada.
-Nada comparado contigo, estoy bien, tu eres la que debe descansar.
-Vanesa....
-Estoy bien, vale?

Asintió y me pasó a Maia quien volvía a dormir.

-Trata de descansar. Estaré aquí cuando despiertes.

Asintió somnolienta y cerró los ojos. En menos de dos minutos ya se había dormido y me levante con Maia en mis brazos, camine por la habitación y fui susurrando palabras lindas para ella.

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