Pequeño ángel

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-Y dime cariño, ¿has ido al médico ya?

Mi suegra preguntó y negué. Estábamos Bela, mi suegra y mi madre conversando sobre el bebé y como fue todo lo que paso.

-Aún no, con Vanesa íbamos a preguntarte acerca de si nos podías recomendar uno.
-Claro que sí, me encantaría.
-Cuando lo supiste?
-Ayer.
-Cuanto tienes?
-Dos meses según mis cálculos.

Me estaban llenando de preguntas entre las tres y ya me sentía abrumada, en cambio Vanesa estaba relajada, bebiendo con su padre y con Alexa, y riendo de alguna payasada.

-Como lo tomó?

Marcela preguntó señalando a su hija y sonreí.

-Es una lenta.

Bela me interrumpió y reímos.

-Le pedí que leyera el resultado y no entendió a qué se refería, luego saque los zapatitos de bebé y quedó aún más confundida.
-Ven, es muy lenta.

Sonreí y me fije en mi prometida quien sintió mi mirada y me regalo una hermosa sonrisa.

Le correspondí y ella se levantó algo inestable y se acercó. 

-De que hablan mis mujeres favoritas?
-Agh, a mi sácame de ahí quieres?

Bela habló riendo y mi prometida Bufó.

-Les estaba contando acerca de cómo reaccionaste con la noticia del bebé.
-Y yo les dije que eres idiota y no supiste adivinar que era.

De nuevo Bela interrumpió y Vanesa le mostró la lengua.

-Cállate.

La mano derecha de Vanesa inmediatamente se posó sobre mi vientre y empezó a acariciar suavemente. En su otra mano tenía su décimo vaso de whisky y suspire mirándola.

-No crees que es suficiente whisky por hoy?

Hablé suavemente y ella me miro con sus ojos algo idos.

-Por qué? No estoy borracha.

Arrastraba las palabras al hablar y me incline para poner mis labios sobre los suyos sin llegar a moverlos.

-Si lo estas cielo.
-Estoy bien, estoy celebrando que voy a ser mamá.
-Está bien, solo recuerda que mañana iras conmigo al doctor a la primera consulta del bebé y no quiero que llegues con cara de orto.

Sonrió cerrando los ojos y busco mis labios para besarme.

-La cara de orto la llevo siempre. -Habló separándose un poco y subió su mano para acariciar mi mejilla. -No sabes lo feliz que estoy. Soy la mujer más afortunada del puto mundo, por tenerlos a ustedes y a este pequeño frijol.

Me alejé riendo y le di un golpe juguetón en la mejilla.

-No es un frijol.
-Tienes razón. Entonces es...- Se quedó pensativa y arrugo las cejas. -Es un ángel. Es mi pequeño ángel.

Morí de ternura como por milésima vez en la noche y pasé mis brazos por su cuello para abrazarla.

-Eres adorable.
-Lo sé. Soy la mejor.
-Eres la mejor y eres solo mía.
-Solo tuya.

Deje su copa a un lado para que me pudiera abrazar bien.

-Te amo.
-Yo te amo mucho más.

Nos olvidamos de los demás y entramos en nuestra pequeña burbuja de amor, nos besamos lentamente sin importar quién nos viera y le hice un montón de mimos para que olvidará que estaba bebiendo y así poder tener una conversación estable con ella.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora