Monito

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La semana se había pasado volando, entre preparar la mudanza y arreglar los papeles de la universidad se habían pasado los días y sin que me diera cuenta de que ahora volvería a Nueva York a vivir con Vanesa.

El solo pensamiento me llenaba de alegría y hacia que una sonrisa se escapara de mis labios.

Las cosas iban bien, excepto porque habíamos hablado en contadas ocasiones ya que según lo que me dijo la última vez tenia demasiado trabajo, contando con que no había vuelto a viajar por las mismas razones.

A pesar de eso Damian estaba emocionado, siempre se levantaba enérgico y tenía un calendario colgado en la cocina donde marcaba los días que pasaban. Reí mientras lo veía tachar el día de hoy en que finalmente nos íbamos.

-Estas emocionado? - Pregunte suavemente mientras le daba de comer a Sofí.
-Sii!
-Tienes tus cosas listas?
-Aún no, puedes ayudarme por favor?
-Claro, apenas Sofí termine su desayuno.

-Mami vendrá por nosotros?
-No lo sé amor.
-Por qué? - Preguntó haciendo una mueca.
-Está trabajando.
-Ah.- Hablo triste y suspire. Lo entendía, hace dos días Vanesa no llamaba y no sabíamos nada de ella, me molestaba, claro que lo hacía, como es posible que no tenga tiempo de mandar un maldito mensaje, ¡solo uno! ¡Al menos para avisar que estaba viva! Tenía ganas de ahorcarla.

-Mamá...- Sacudí la cabeza y mire a Damian.
-Lo siento, que pasa?
-Acaba de sonar el timbre.- Hablo obvio y me levante para ir a abrir.

-Buenos días señora.- Mike hablo apenas abrí la puerta, entre cerré los ojos y lo mire seria dando una mirada rápida a los otros diez escoltas.
-Que tal Mike, como estas?
-Bien gracias, la señora Vanesa me mando a...
-Donde esta ella?

-En Nueva York.
-Ah.- Aparte la mirada molesta.
-Me manda que los recoja y los lleve a Nueva York.
-Por qué no ha venido ella?
Se encogió de hombros y mi molestia aumento.

-Mike!! - Damian llegó corriendo hasta él y se lanzó a sus brazos.
-Hola pequeño, como estas?
-Bien, donde esta mami? ¿Ha venido contigo? - Preguntó con esperanza y Mike borró su sonrisa pidiéndome ayuda con la mirada.
-Bueno, ella no pudo venir porque está preparando una sorpresa para ustedes.

-Entonces podemos irnos ya mamá?

-No hemos alistado las cosas todavía.- Hable mirando a mi hijo y luego a Mike.
-Bueno, empecemos no?

Deje que entrara y Damian lo guio hasta la habitación. Recogí los platos sucios del desayuno aún con Sofí en mis brazos y me sobresalte al escuchar mi celular sonar. Lo tomé y rodé los ojos al ver el nombre en la pantalla.

-Hola.- Respondí lo más seca posible mientras sentaba a Sofí en su sillita.
-Hola mi amor como estas?
-Como te imaginas que estoy?
Mi molestia era evidente y sé que en este momento ella se está mordiendo su labio inferior nerviosa.

-Nena yo...
-Nena nada Vanesa, dos días sin saber nada de ti, puedo preguntar qué demonios te pasa!?

Hable alterada y me aleje de la cocina teniendo cuenta de Sofí.

-He estado colgada en trabajo.
-Desde cuando tu trabajo se volvió más importante que tus hijos? A mi ignórame lo que quieras, pero ten los pantalones suficientes para llamar y preguntar por tus hijos al menos.

No espere respuesta y corte la llamada tirando el celular lejos. Me lleve las manos a la cara y suspire frustrada. El timbre volvió a sonar y rodé los ojos.

-Y ahora qué. - Hable molesta.

Lo primero que encontré al abrir fue un enorme ramo de rosas que me impedían ver a la persona que las tenía.
-Pero que...?
Fruncí el ceño y me cruce se brazos. La persona detrás de las rosas se movió un poco y quise abofetearla en ese momento.

Vanesa me miro con una tímida sonrisa y negué indignada.

-Nena, sé que quieres ahorcarme y te entiendo, pero antes que lo hagas quiero que me escuches. -Aparte la mirada. -Por favor.
Rogó y la mire de nuevo, porque tenía que ser tan hermosa?

-Entra.

Le dije y señalo las rosas, las tome sin querer darle importancia y ella hizo una mueca para luego entrar. Su ropa era casual y me sorprendió verla vestida de esa manera, unos pantalones de chándal color gris medio ajustados y que resaltaban su trasero, junto con una camiseta negra que tenía estampado un emoji y unas zapatillas deportivas blancas.

Dios, se veía perfecta y su camisa me regalaba la vista sexy de sus sexys y fuertes brazos. Me mordí el labio y la seguí adentro tratando de concentrarme.
Escuche el grito alegre de Sofí y vi como una sonriente Vanesa la cargaba y llenaba su cara de besos.

Me recosté en la entrada de la cocina y observé la interacción de las dos. La elevó casi hasta el techo y luego la dejo caer de golpe recibiéndola en su pecho y rodeándola con sus brazos, a Sofí parecía gustarle así que lo hizo una vez más. Pase por su lado con la intención de poner las flores en un jarro con agua y de paso llamar su atención.

-Donde esta Damian?
-En la habitación con Mike, está empacando sus cosas.- Asintió y miro a Sofí para luego dejar muchos besos por todo su cuerpo haciendo que ella se removiera en sus brazos riendo.

Vanesa sabía que, si hacia eso yo bajaría mis barreras, maldita chantajista. Sabe perfectamente que mi debilidad es verla haciendo el rol de mamá divertida y descomplicada. La odio.

-Mike dijo que estabas en Nueva York.- Rompí el silencio y ella me miro.
-Era una sorpresa

Asentí y nos quedamos mirando. La mayoría de las veces las miradas hablaban por nosotras. Ella estaba arrepentida por su ausencia y me lo dejaba saber a través de su asustada mirada.

-Deberías hablar primero con Damian, esta algo decaído.

Ella hizo una mueca y cerró los ojos escondiendo su cara en la barriga de Sofí quien manoteaba su cabeza.

-Lo siento de verdad.
-Dile eso a Damian.

No quería ser dura con ella, pero tenía que entender que cometió un error, y nada era excusa para evadirlo.

-Iré por él.- Paso por mi lado y antes de alejarse se inclinó y me dio un rápido beso en los labios, se alejó sonriendo y negué divertida, la amaba, definitivamente lo hacía.

Vanesa
Apenas entre a la habitación mi corazón cayó al ver la mirada triste de mi hijo.

-Mike, me regalas un momento.
-Claro, permiso.
-Te la encargo.- Le pase a Sofí con cuidado y él salió de la habitación.

-No vas a saludarme campeón?
Él se acercó vacilante y paso sus brazos por mi cuello, correspondí su abrazo y al separarme deje un beso en su cabeza.-Como estas?
-Bien.-Respondió apartando la mirada.

Sabía que el mentía, lo conocía perfectamente. Suspiré y decidí no presionar.

-Estás listo para viajar a tu nueva casa? - Pregunte pareciendo emocionada.
-Si.- Él me dio la espalda y guardo algunas cosas en su maleta con forma de banana.
-Todo bien monito? -Utilice el apodo que tenía para él y se sentó en la cama mirándome.

-Rompiste tu promesa.- Eso fue como una patada en el estómago, suspire y me incline frente a el.
-Por qué dices eso monito?

Hablo con ternura y puse mis brazos en su regazo recostándome un poco.

-Dijiste que nunca nos dejarías.
-Y no lo hice amor.
-No volviste a llamar.
-Tenía mucho trabajo, además estaba preparando una gran sorpresa para ustedes, lo siento monito, no tuve tiempo.

Eso no justificaba mi ausencia, pero tenía que intentarlo al menos.

-Sorpresa? - Su carita se iluminó y cambio su expresión por completo.
-Así es, tengo una sorpresa para los tres.
-Que es! ¿¡Que es!? - Salto emocionado y sonreí.

-Lo verás cuando lleguemos a Nueva York. - Hizo un puchero y me levante dejando un beso en su cabeza. -Vamos a ver que están haciendo nuestras princesas.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora