No puede ser...

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Al día siguiente me levantaba sola en la enorme y cómoda cama. Estire mi cuerpo y me queje de dolor volviendo a enterrar la cara en la almohada.

Una sonrisa se escapó de mis labios al recordar la noche anterior y los eventos ocurridos apenas llegamos. Vanesa había estado distante, pero me las había arreglado para distraerla y hacerla olvidar su mal momento y su mal humor, me costó casi que demasiado pero finalmente lo había logrado.

Habíamos hecho el amor por horas y nos habíamos entregado a la otra de una manera increíble.

Vanesa me completaba, y yo la completaba a ella y me lo hizo saber anoche mientras susurraba palabras lindas en mi oído mientras me penetraba con lentitud y profundidad.

Su mirada me decía cuanto me amaba y cuanto me necesitaba en su vida. Y a pesar de mis inseguridades, me permití mirar sus hermosos ojos y confiar en que todo saldría bien, en que ella no volvería a lastimarme y que nuestro amor superaría todo.

La puerta se abrió y jadee de sorpresa al ver entrar a Vanesa en Top deportivo y pantalones de chándal, con gotas de sudor bajando por su pecho y abdomen descubiertos.

Me deleite con la hermosa vista y levante la mirada para encontrarme con su mirada curiosa.
Me permití volver a bajar la mirada y recorrí su abdomen marcado y sus sexys tatuajes.

-Buen día.
Su voz hizo que sacudiera la cabeza.
-Buen día.
-Cómo amaneces? -Se acercó y tomo una toalla del armario, limpio el sudor de su cara y bajo la toalla por su pecho y torso.

-De maravilla. -Pase las sabanas por mi cuerpo para cubrir mi desnudez e hice una mueca de dolor, ella lo notó y se sentó a mi lado preocupada.
-Estas bien? ¿Te he lastimado?

Tomó mi mano y negué sonriendo para calmarla.

Digamos que anoche su lado más salvaje había salido a la luz. Al principio las cosas eran tímidas y suaves, pero luego simplemente nos olvidamos de lo suave y nos permitimos explorar nuestro lado más lujurioso.

-Estoy bien no te preocupes, este es el resultado de una noche perfecta y entretenida.

Hablé tranquila y me moví un poco para quedar más cerca de ella, la sabana se corrió y los ojos de Vanesa fueron a la pequeña mancha de sangre ahí.  Su rostro se tornó tenso y suspiro pesadamente mirándome.

-Debiste haberme parado Michelle.

Habló apretando los puños y suspire.

-No pasa nada mi amor, es normal después de las horas que duramos haciéndolo.

-No no no! ¡Mierda!

Me levante con cuidado y me puse frente a ella.

-Amor mírame. ¿Estoy bien sí? Estas exagerando las cosas.

Se negaba a mirarme y aleje sus manos poniendo las mias en sus mejillas obligando a que me mirara.

-No quise lastimarte nena, lo juro yo solo...
Puse un dedo en sus labios y la callé.
-No me lastimaste, solo demostraste cuánto me amas de una manera un tanto diferente. -Bromeé para aliviar la tensión y en lugar de mis dedos puse mis labios sobre los suyos. -Estoy bien lo prometo. Además tu cuello no se ve muy bien que digamos.

Señale las notables marcas y una sonrisa se escapó de sus labios.

-El tuyo tampoco se ve bien.
Paso sus brazos por mi cintura y bajo su mirada por mi cuerpo desnudo.
Levante una ceja y mis brazos se enredaron en su cuello.

-Mis ojos están aquí arriba.
Ella río y me miro un momento para luego volver a mis senos.
-A quién le importa tus ojos cuando tengo una vista hermosa de esos perfectos senos tuyos.

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