La cena

273 10 0
                                    

Michelle
Desde el inesperado día en que mi hija camino por primera vez y le dijo "Ma" a Vanesa todo ha ido de maravilla, aunque Vanesa no ha hablado del tema se le ve feliz y más cercana con mi hija.

Yo ese día me había limpiado las lágrimas que habían salido al ver aquella imagen, había cargado a Sofí en mis brazos para dejarla en el sofá mientras traía una manta una almohada para Vanesa.

Hoy, días después, terminaba de arreglarme para salir a cenar con Vanesa. Decir que estaba nerviosa era poco, era la primera cita enserio que teníamos.

-Hija, la señorita Ferrer acaba de llegar.
-Dile que salgo en un momento. - Hablé terminado de pintar mis labios y salí. Cuando llegue a la sala escuche las risas de Vanesa y de mi hija, la tenía en sus brazos mientras la elevaba y luego simulaba que la dejaba caer, hermosas. Me aclaré la garganta y sonreí tímidamente cuando Vanesa recorrió mi cuerpo con la mirada.

-Hola. - Habló acercándose a mí y depositando un beso en mis labios. -Estas jodidamente hermosa. - Le di un golpe en el brazo y reímos. -Estas lista? -Asentí y me despedí de mi madre y de Sofí, mi madre me prometió llamarme en caso de emergencia, le agradecí y tomé la mano de Vanesa para salir.

Observe su vestimenta y me mordí el labio, llevaba su casual traje de empresaria que consistía en un pantalón gris claro de paño perfectamente a su medida, un chaleco del mismo color que tenía unos tres o cuatro botones, camisa blanca y sus... Oh Dios, ¿converse? ¿Enserio? Sonreí y ella me miro.

-Que? - Pregunto divertida y pase mis brazos por su cuello parándonos frente a su auto.
-Siempre llevas converse con tus trajes elegantes?
-Sip, me siento cómoda.- Se encogió de hombros y nos miramos. Su mirada que parecía conocer lo más profundo de mi ser, sus ojos verdes brillaban y su mirada era intensa. La vi inclinarse y capturar mis labios en un suave y tierno beso. Sus manos rodearon mi cintura y me apretó ligeramente contra ella ganando un suspiro por parte de ambas. Rompimos el beso y nos quedamos en la misma posición, con delicadeza puso un mechón de cabello detrás de mi oreja y acaricio mi mejilla. Cerré los ojos al sentir sus caricias y me abracé a ella poniendo mi oído justo en su corazón que latía rápido.

-Sientes eso? - Pregunto poniendo su cabeza contra la mira y hablando en mi oído. -Eres la única que lo ha hecho latir así. - Sentí morir en ese instante. 

Ahora mismo no había ni rastro de la grosera y fría empresaria que todo el mundo conocía, aquí solo veía a la Vanesa que me gustaba, la Vanesa que pocas veces salía y cuando lo hacía, lo hacía en mi presencia.

Sentí que dejo un suave beso a un costado de mi cabeza y nos separamos. Sonrió tiernamente y caminamos al auto, me abrió la puerta y se subió después. Estaba estúpidamente enamorada de ella.
-------------
Vanesa
Sentía una paz y una tranquilidad que nunca antes había sentido. La compañía de Michelle me relajaba y me hacía sentir bien. Cuando llegamos al restaurante, di mi nombre en recepción y esperamos al mesero.

-Estas bien? - Pregunte y ella asintió mirando a su alrededor, no había escogido algo muy lujoso, quería que ella estuviera cómoda.

Por suerte para Michelle y por desgracia para mí, el mesero, hombre, nos llevó a nuestra mesa y pedimos vino para entrar en comodidad. El imbécil no dejaba de mirarla y tuve que apretar mis puños para no golpearlo ahí mismo.

-Vino tinto. - El imbécil asintió mirando a Michelle y se fue, no quería joder la noche así que apreté los puños y me trague la ira.
-Todo bien? - Ahora era ella la que preguntaba y asentí. 

-Michelle yo...- El estúpido mesero interrumpió y mire a otro lado mientras servía el vino. Di golpecitos con mis dedos en la mesa mientras se iba para tratar de calmarme. No me iba a joder la noche, no cuando había me preparado para finalmente pedirle a Michelle que fuera mi novia.

-Si fuera una chica las cosas serían diferentes. - Michelle evitó mi mirada mientras daba un sorbo a su copa de vino, había notado mi molestia y levante una ceja. -No me gusta que estés enojada.
-Y quien dice que lo estoy?
-La forma como aprietas los puños cada que viene el mesero lo dice.
-Es un idiota, y no vine a hablar de él, no me importa, vine por ti. - Hable suave y mi expresión cambió, le di mi encantadora sonrisa, su expresión cambio también y tome su mano por encima de la mesa.

-Primero que todo, gracias por estar conmigo, por ser paciente y por aguantarme, sé que no es fácil, pero lo has logrado. - Tome una respiración profunda preparándome psicológicamente para lo que venía. -Dios esto es una mierda.

Reímos y me encargue de mirarla a los ojos.

Ya no había vuelta atrás, la quería a ella, y quería todo con ella. Todo...

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora