Capítulo 6

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Emma daba vueltas en el nuevo departamento. En serio estaba poniendo todas sus fuerzas y ganas para adaptarse a esa nueva ciudad. Todo lo hacía porque no quería ver mal a su madre. Si ella estaba mal pues su madre también y no quería eso por nada del mundo.

Encendió su computadora y empezó a escribir una entrada en su blog. Hace casi 18 meses lo había empezado como un trabajo del colegio y no había parado de usarlo. Escribía sobre cómo se sentía o de algún tema específico. Todo lo que llegara a su cabeza. Subía videos cantando. Cualquier cosa que se le ocurría, lo hacía.

Pensó en como le estaría yendo a su madre en su primer día de trabajo. Estaba demasiado inquieta, pensativa y más callada de lo normal al salir del departamento. Decidió llamarla cuando se dirigía a la piscina del edificio. 

—¿Cómo está la mamá más hermosa y divina del mundo? —preguntó Emma al escuchar la voz de su madre diciendo su apellido.

—Hola cariño. Muy bien —respondió con el rostro iluminado. Ese era el efecto que su hija causaba—. ¿Cómo está la hija más hermosa, divina y aduladora del mundo?

—Tomando sol en la piscina —rió—. Pensaste en todo mamá eh.

—Que ganas de acompañarte.

Miró su escritorio lleno de papeles. En un par de horas se había llenado de expedientes y un par de casos que aún no se cerraban y que le habían interesado.

—Ahora que recuerdo... Dijiste que no saldrías del departamento.

—Me refería al edificio —echó a reír la joven—. Bueno mamá es que era para que te fueras más tranquila y dejaras de darme instrucciones como si tuviera 8 años. Me sorprende Capitana que no me hayas contratado una niñera.

—No está mala tu idea. Ya buscaré una —bromeó y sonrió de solo imaginar la cara de su hija—. ¿Sigues odiando a las niñeras rubias? —preguntó sin aguantar la risa. Cuando era niña, Emma le hacía la vida imposible a todas las niñeras rubias y con las morenas, pelirrojas y cualquiera con otro color de cabello que tuvieran se quedaba tranquila. La única rubia que aceptaba a su lado era a Alex.

—Muy graciosa y repetiré lo mismo de siempre. Todas las niñeras rubias que me traías eran huecas. Imagínate si me quedaba de largo con una así y no con Luz. Quedaba igual de hueca, seguro.  

—Nada de rubias huecas. Entendido.

—¿Puedo ir a tu trabajo para almorzar juntas y luego me doy una vuelta en el centro comercial en lo que sales? —preguntó Emma cruzando los dedos.

Olivia escuchó trabajo y a su hija en la misma oración y sintió como se le fue el alma al piso.

—El silencio es un no. Ya entendí —aseguró la joven y resopló.

—Es pronto para que visites mi trabajo, cariño.

—En el otro me conocían todos.

—Fueron 15 años trabajando ahí, Emm. Te vieron crecer y eras adorable.

—Soy adorable. No confundas los tiempos por favor.

—Eres adorable —rió—. Pide que te lleven la comida al departamento. Emma, si sales del departamento por favor no te alejes tanto y no se te...

—Ocurra hablar con extraños ni detenerme por nadie en la calle —terminó la frase de su madre—. Haré todo eso. Lo prometo. Te espero en casa a las 2:30 de la tarde. Te amo.

—Te amo.

Olivia se quedó viendo su celular y la foto con su hija que tenía de fondo. Ella era su vida. 

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora