Capítulo 129

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Olivia estaba sentada en la cama luego de un largo baño en la bañera. Miraba hacia un punto fijo en la habitación. A lo lejos podía escuchar el sonido del agua de la ducha caer. Elliot se había armado de paciencia y respetó su silencio. Le preparó un baño para que se pudiera relajar, llenándola de mimos. Volvió a sentir la conexión que creía estar perdiendo con él desde que le dijo las dudas que tenía sobre Eli. Él le prometió que encontrarían una salida, sin embargo, era consciente que no había forma de escapar de las mil preguntas que Emma haría sobre sus padres. Cuando era una niña le fue tan fácil evitar el tema, esta vez no correría con la misma suerte.

Empezó a recordar todas y cada una de las historias que contó sobre su infancia. Se inventó las mejores fiestas de cumpleaños ya que era mucho mejor que decir que nunca las tuvo porque su madre solo quería olvidar el día de su nacimiento, que cada vez que la veía solo podría recordar que estaba en el mundo porque un desgraciado la había violado, que no era producto del amor. Los días de acción de gracia donde se quedaba sin cenar porque su madre decía que no tenían nada por lo que agradecer fueron sustituidos por deliciosas cenas y noches inolvidables. Las historias sobre las navidades más increíbles, llenas de hermosos regalos y gestos de cariño, reemplazaron las festividades que tuvo que esconderse de su madre ebria, en un departamento diminuto, para no ser blanco de su frustración.

En sus planes nunca estuvo tener hijos porque formuló mil y un preguntas que le harían sobre su infancia y le aterraba tener que responderlas. Cuando estuvo embarazada de Emma esas dudas regresaron. ¿Cómo iba a decirle a su hija que no tuvo cuentos y no recibió besos de buenas noches? ¿Cómo iba a enumerarle las veces que su corazón se partió al no ver el rostro de su madre cada vez que participaba en una obra escolar? ¿Cómo contarle su empeño por ser la mejor alumna para que su madre la notara y que sus esfuerzos no habían funcionado? ¿Cómo explicarle que su madre le hizo creer que no merecía el amor de nadie y lo histérica que se puso cuando supo que tenía una relación con uno de sus alumnos de la universidad? Simplemente no podía, no pudo decir la verdad porque ella misma había querido enterrarla junto con todos los malos recuerdos que Serena Benson le dio.

Deseó que cada una de las veces que se inventó una historia sobre lo buena madre que fue Serena, fuera real. Nada la hubiese hecho más feliz que haber sido una bendición para su madre, que ella la hubiera esperado con ansias y que la hubiera amado desde el primer momento que la tuvo en sus brazos, justo como le pasó con Emma. En lugar de amor, sintió desprecio porque era el recuerdo del peor día de su vida. Las pocas veces que su madre le demostró que la quería, aunque sea un poco, se sintió miserable por ser un estorbo, por no ser digna de su cariño. Toda su vida anheló ese amor de madre que veía que otros niños tenían. Ser criada por alguien que no la había deseado la marcó de por vida. En cada oportunidad que tenía, luego de haber bebido de más, le recordaba que había interferido en su vida, que fue un obstáculo para su futuro. Después de tantos años no podía quitar de su cabeza todas esas palabras y volvía a sentirse frágil e indefensa.

Su cabeza quería explotar, tantos recuerdos dolorosos amenazaban con quitarle la estabilidad a su familia. No quiso partirle el corazón a su pequeña niña diciendo que su abuela no era la mujer dulce y cariñosa que quería y ahora temía por su reacción. Haberle ocultado la verdad sobre quién era su padre, por años, no había funcionado y sabía que no sería muy diferente en esta ocasión. Tener que decirle que la imagen que tenía de su abuela no era nada parecido a la realidad provocaría otro conflicto entre ellas, que no estaba segura si sería capaz de soportar.

Las lágrimas empaparon sus mejillas y le fue difícil continuar respirando con normalidad.

—Liv... ¿Cariño?

Elliot salió con una toalla envuelta de la cintura para abajo y se dio cuenta que Olivia seguía con la bata de baño en lugar de cambiarse a un pijama. Se apresuró a pararse frente a ella ya que no estaba respondiendo a su llamado y se arrodilló entre sus piernas al instante.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora