Capítulo 121

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Elliot condujo lo más rápido que pudo y no tiene idea de cuántas infracciones cometió para llegar al hospital. Sabía que no era un asunto policial y aun así encendió la sirena que tenía para una emergencia, esta vez era su emergencia y eso ayudó a que ninguna patrulla lo detuviera.

Su corazón latía a mil por segundo, imaginándose lo peor. Sentía la preocupación de su hija a su lado y a pesar de no emitir ningún ruido, sabía que estaba llorando. Quería tanto consolarle. Decirle que Olivia y la bebé estarían bien. No podía decir nada. Ni una palabra de esperanza porque estaba aterrado y su imaginación no era nada positiva.

En el instante que estacionó el auto y quitó el seguro de las puertas, Emma estuvo fuera. Corrió detrás de ella y se plantó delante de la estación de enfermeras.

­—Buenos días, señorita —saludó Emma rápidamente, él seguía sin poder hablar ­y su hija pareció entenderlo—. Olivia Benson. Está embarazada. La trajeron aquí hace unos treinta minutos.

­—Buen día —respondió una de las enfermeras intercambiando miradas entre padre e hija—. La están atendiendo.

­—¿Estaba teniendo un parto prematuro?

­—No puedo darles esa información, señorita.

­—Usted está aquí a diario. ¿Qué tan mal estaba? ¿Mi mamá y mi hermanita estarán bien?

­—Deben esperar al doctor. Pueden hacerlo en la sala de espera con sus familiares —indicó señalando hacia uno de los pasillos—. Cuando el doctor termine de atender la emergencia, les dará información sobre la paciente.

­—¿Familiares?

­—Hay varias personas esperando por noticias de la Sra. Benson.

­—Bien. Gracias.

Elliot había sido solo un oyente de esa pequeña conversación. Su mirada había navegado por toda la sala de emergencias hasta encontrar la puerta blanca que la separa de Olivia. Se preguntaba qué tan rápido podía estar ahí sin que alguien lo detuviera.

Emma empezó a guiarlo a la sala de espera, no muy contenta por tener que esperar. Iba preguntándole en el camino si Kathleen pudo traer a Amelia y Thomas con ella pero él seguía mirando hacia esa puerta por la que quería pasar y buscar a al amor de su vida para no separarse nunca más de ella.

­—¿Kathleen?

­—Papá. Emma —la rubia caminó hacia ellos, alejándose del resto de personas en la esquina de la sala.

La atención de Elliot regresó al presente cuando Kathleen se acercó a abrazarlo. Sus pensamientos lo habían llevado hacia su última discusión, la había herido y no se había podido disculpar lo suficiente con ella. Envolvió a Emma con su otro brazo y se quedaron así, unos segundos en silencio.

­—¿Qué le pasó? ¿Qué hacías con mi mamá?

­—Yo no estaba ahí.

­—No entiendo. ¿Cómo te enteraste? — preguntó Elliot enfocándose en obtener información, algo que le diera la seguridad que todo estaría bien—. ¿La viste? ¿Hablaste con ella?

­—La tuve que llamar porque no lograba localizarte, papá —la voz de Richard resonó en la habitación. Eran los únicos ahí por lo que no se escuchaba ninguna otra cosa que no fueran sus voces.

­—¿Qué hacías...?

Emma empezó a preguntar y dio un paso hacia la derecha. Kathleen se había plantado delante, obstruyendo la vista de ambos y no le pareció importante hasta que escuchó a Richard. Cuando la rubia se hizo a un lado, Elliot y Emma pudieron fijarse en las personas que estaban en la esquina de la sala.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora