Olivia habló con el nuevo jefe adjunto de la policía, con el subcomisionado y hasta con el mismo comisionado para corroborar la imposición de la presencia de ese nuevo teniente en su unidad. Intentó poner de su lado aunque sea a alguno de los tres para que le permitieran estar dentro de la investigación pero se negaron rotundamente, y no sólo eso, la obligaron a tomarse unas semanas y a visitar un terapeuta; sólo regresaría hasta que éste diera el visto bueno. Durante el tiempo que ella estuviera fuera, el Teniente Murphy se iba a encargar de Víctimas Especiales como su oficial al mando.
Estaba furiosa después de que la obligaran a abandonar la unidad con custodia. La primera orden del nuevo Teniente había sido colocarles, a ella y a Elliot en el hospital, dos agentes a cargo de su seguridad. Había hecho todo lo posible para ayudar a la investigación desde fuera pero su equipo estaba a cargo de Murphy y era demasiado astuto como para no darse cuenta que le estaban filtrando información. Ella hizo su tarea e investigó con sus contactos los antecedentes de aquel hombre y parecía confiable, eso esperaba.
Las primeras tres noches, después del tiroteo, no había podido dormir. Se despertaba a mitad de la noche gritando el nombre de Elliot, sudando y demasiado exaltada. Le tomaba varios minutos centrarse en la realidad, sin poder contener sus lágrimas. Las pesadillas eran recurrentes, Elliot muriendo desangrado en sus brazos. Emma se despertaba por los gritos y luego se quedaba durmiendo con ella. Su hija logró convencerla de que era hora de buscar algún terapeuta y que estaba bien que se diera un tiempo fuera de la unidad para que se recuperara del trauma. Emma había pausado su vida los primeros días. No escuela. No Chelsea Piers. No cheerleaders.
—Ho... hola —contestó su celular titubeando. Había reconocido el tono de llamada, era del hospital y si le llamaban no tenía que ser bueno—. ¿Es Elliot? ¿Ocurrió algo malo con él, doctora? —puso su mano sobre su pecho.
—¿Qué pasó? —Emma llegó corriendo tras ella—. ¿Qué tiene? ¿Está bien? Dijiste que se estaba recuperando. ¿Ya despertó? Ya pasó más de una semana, dile... ¿cuánto tiempo más lo tendrán sedado?
—Cariño, intento escuchar a la Doctora Turner.
Cubrió su celular para que la doctora no escuchara el bombardeo de preguntas de su hija. Tomó aire y caminó unos pasos lejos de ella, que no sirvieron de mucho porque Emma se pegó al otro lado del celular.
—¿Crees que puedas venir Olivia?
—Estoy saliendo para allá... pero dígame, ¿se puso mal?
—No, él está muy bien...
—¿Quiere hablar claro, por favor? Si es urgente que vaya es porque algo no anda bien.
—Tranquila. Él está tan bien que hasta ya preguntó por ti.
—¿Cómo?
—¡Ahhhhh! ¡Despertó! ¡Está bien! Pregúntale si está bien —Emma gritó y la doctora sonrió.
—Alégrate como tu hija lo hace y sí, él está mejorando exitosamente.
—Estaré ahí en menos de media hora.
—Le diré pero sólo serán unos pocos minutos los que podrás estar con él.
—Entiendo. ¿Violet...
Caminó de nuevo lejos de su hija, que esta vez no se volvió a acercar a su celular. Intentaba buscar en su cabeza cómo preguntar. La doctora se había portado tan bien con ella en todo ese tiempo, se podría decir que entablaron una amistad. Se tuteaban. Se escribían para hablar sobre la salud de Elliot. Tomaron un par de cafés juntas. Era un ángel que le había caído del cielo ya que por alguna extraña razón simpatizó con ella y no con Kathy.
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Sacrificio de Amor
FanfictionOlivia Benson regresa a su ciudad natal, New York, después de pasar los últimos 15 años de su vida lejos de ahí. Su hija adolescente de 14 años no estaba de acuerdo con mudarse pero no podía hacer nada al respecto ya que si quería conservar su placa...