Capítulo 109

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El departamento de las Benson se quedó en completo y absoluto silencio luego de que Maureen y Kathleen Stabler se fueran. El único ruido que se escuchaba ahí era el que emitía Sweety cuando dormida, un pequeño ronquido. Emma se encerró en su habitación indicando que se daría una ducha y se cambiaría de ropa para cenar. Olivia se quedó en la sala, esperando a que su hija saliera para hablar. La visita inesperada de las hijas mayores de Elliot las dejaron con más de una pregunta flotando en sus cabezas y sus emociones a flor de piel.

El celular de Olivia sonó y vio el nombre de Elliot en la pantalla. Contó hasta diez antes de aceptar la llamada.

—Hola... —cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás en el sofá.

Por un momento creí que tu celular nuevo también me odiaba —bromeó y ella supo que una sincera y tranquilizadora sonrisa se instalaba en su rostro—. ¿Liv?

Ella estaba tratando con todas sus fuerzas no derrumbarse en ese momento. Todas sus emociones se habían juntado y lo único que quería era que él estuviera a su lado abrazándola y dándole mimos. 

¿Liv, estás llorando?

—No... todavía no —cubrió su rostro con su antebrazo y tomó aire una vez más—. Estoy bien.

Cariño, esa es tu palabra favorita y no siempre puedo creerla —susurró con calma.

—Es sólo... todo. Lo siento.

No tienes que disculparte. 

No pudo contener sus lágrimas por mucho más tiempo, con él hablándole de forma tan dulce y tierna. Odiaba tenerlo tan lejos, uniendo eso a su embarazo y que Kathy hubiera regresado a crear intrigas sólo empeoraba todo. En conjunto era un manojo de vulnerabilidad, inestabilidad e inseguridad.

Todavía no hemos podido hablar sobre nosotros... Mi amor, lo nuestro no va a cambiar por nada en el mundo. Nuestros planes siguen ahí —suspiró, su voz se empezaba a entrecortar—. Te amo y esta vez nada nos va a separar. Encontraremos la manera y...

—No puedes estar seguro de eso.

Liv...

—No. Está bien —inhaló profundo y poco a poco soltó el aire—. En primer lugar, no debería estar llorando contigo tan lejos. Te dije que debías cuidar de tu hijo. Sólo... —su voz se quebró una vez más—, no creí que te extrañaría tanto.

Cariño, estoy a unas horas y...

—Sólo estoy exagerando. Haciendo el ridículo contigo al teléfono —sollozó y limpió sus lágrimas—. Una tonta embarazada y hormonal. No deberías estar escuchándome llorar.

Nena, esta bien. No eres tonta, no estás exagerando y claro que no estás haciendo ningún ridículo.

—Claro que sí.

No. Liv, estaré de vuelta más pronto de lo que te imaginas... ¿Cómo están mis chicas?

—Bien —se sentó con cuidado. Tomó algunos pañuelos desechables para limpiar sus lágrimas y sonar su nariz—. Aparte del desastre hormonal que soy a veces, bien —rió un poco—. La bebé está siendo muy inquieta pero me alegra... quiere decir que está bien.

Por supuesto que esta bien, cariño. Nuestra bebé está perfecta —ambos sonrieron y ella llevó su mano a su barriga—. ¿Estás comiendo bien?

—Eso trato —tardó unos segundos en responder. Su apetito no había sido el mejor desde el fin de semana, el día anterior apenas había comido algo en la cena.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora