Capítulo 21

1.9K 150 33
                                    

Eran las 5:30 de la tarde y ya todos los detectives de la unidad se habían ido hace algo más de una hora ya que su capitana les dijo que podían hacerlo temprano. Por días habían estado trabajando de lleno en el caso y no iba a retenerlos después de haberlo cerrado.

Ella se quedó en la estación revisando otro caso antiguo que había encontrado y le había llamado la atención. Sucedió unos años luego que ella se fuera de New York y le había interesado. Además faltaba poco para que se cumpliera la vigencia del caso y no se pudiera hacer pagar al responsable.

Salió de su oficina rumbo a la sala de archivos en busca de otro caso que recordó del pasado. Creyó que no había nadie ya que al salir todos los escritorios estaban vacíos.

—¿Por qué mandaron la sala de archivos tan lejos? Prefería la otra —se quejó al llegar. Era una habitación oscura, con una pequeña mesa, dos sillas y muchos archivadores. Tenía una la luz tenue que estaba justo encima de la mesa por lo que no la estaba ayudando a buscar—. Mañana mismo se cambia el foco de esta sala. No puede ser que ya nadie use estos archivos que no se han preocupado por este lugar.

Sacó su celular y con la linterna revisó ciertas carpetas sin sacarlas del archivador. La verdad es que no sabía qué buscaba, sólo buscaba porque tenía la corazonada de encontrar algo.

—¿Sabes? Ahora tenemos computadoras —sonrió y cerró la puerta detrás de sí.

Olivia del susto que le pegó Elliot dejó caer su celular.

—¡Maldición! No hagas eso —respiró hondo y trató de que su respiración se calmara—. Creí que te habías ido —se agachó a tomar su celular pero él fue más veloz y lo tomó.

—Ya te lo dije. No me iré de aquí hasta que mi jefa lo haga.

—Deja los jueguitos —pidió y quiso quitarle su celular pero él lo guardó en su bolsillo—. Dame mi celular.

—¿Te gustó la sorpresa de hoy?

—¿Quieres engordarme?

Él soltó una carcajada.

—No es mi intención. Los podemos compartir tomándonos un café.

—Quiero que dejes de regalarme cosas extravagantes —resopló—. De hecho quiero que dejes de regalarme cosas y que dejes de pretenderme.

—Podemos llegar a un acuerdo.

—Quiero mi celular.

—Ya sabes dónde está.

—Compórtate como un adulto. Deja de jugar conmigo —le dio una mirada de muerte—. No me hagas ir por el celular.

Sonrió pícaramente y se cruzó de brazos, invitándola a hacerlo.

Ella no le iba a dar el gusto de ponerla nerviosa así que su plan era tomar el celular y salir de esa sala. Se acercó a Elliot, que estaba apoyado sobre la mesa, muy segura y repitiéndose que tenía que relajarse.

Antes de que Olivia hiciera algún movimiento él la dejó sentada sobre esa mesa y puso las manos a los lados de sus muslos.

—¿Por qué crees que estoy jugando? —preguntó serio—. Nuestros sentimientos no son un juego.

—No... no hay... un... un... —respondió tratando de concentrarse. Lo tenía tan cerca de sus labios, de su rostro, de su cuerpo.

—Sí, sí que los hay. Ya nos demostramos eso.

—El alcohol...

—¿Vas a decirme que el alcohol es el responsable de lo que pasa entre nosotros? —inquirió alzando una de sus cejas y la besó muy cerca de sus labios.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora