Capítulo 48

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Elliot parecía una fiera encerrada en una jaula. Estaba furioso, iracundo y con ganas de golpear a todo el que se cruzara en su camino. Desde que le llegó la notificación del departamento de policía esa mañana, se quedó en su departamento, nada podía hacer, había sido suspendido. Suspendido injustamente por "agredir" al jefe Dodds. Se quedaría en su casa, sin paga y asistiendo a terapias para el control de la ira por milésima vez. No podía creer que ese hombre se atreviera a eso después de lo que había hecho. No tenía cómo defenderse sin una denuncia formal por parte de Olivia. No estaba arrepentido de haberlo golpeado, si hubiera podido lo mataba con sus propias manos por lo que pretendía hacerle a ella pero sí le hubiera encantado verlo con una denuncia encima.

Por suerte no le habían impuesto un psicólogo y podía ir a cualquiera que trabajara con la policía. Decidió ir de una vez antes de hacer una estupidez como ir a la oficina de Dodds y matarlo a golpes por lo que hizo. Conocía a una psicóloga muy bien ya que hace 15 años había tenido que ir a terapia con ella. Su ira estaba desbordada y en cualquier momento su Capitán tenía previsto que cometiera alguna tontería que arruinara su carrera por lo que le impuso ir a terapia o unas vacaciones sin paga y como estaba él en ese momento después de la partida de Olivia, no le iba a resultar estar todo un mes en su casa, con su esposa.

—Hola, ¿podemos hablar unos minutos? —preguntó impaciente luego de que abriera la puerta una rubia muy hermosa, con ojos verdes, quuién lo recibió muy sorprendida.

—Elliot Stabler... —murmuró y después de la sorpresa en su rostro se empezó a ver cómo una sonrisa se había formado—. Estás en tu casa —añadió haciéndose a un lado para permitir que pasara.

—Llamé a tu consultorio y me dijeron que no trabajas los lunes —comentó, recorriendo el camino, ya conocido, hacia la sala.

—Adivino... ¿se te perdió mi número de celular? —ladeó la cabeza con una sonrisa de medio lado, dejándolo sin palabras—. No importa, Elliot. —se acercó a una mesita de minibar que tenía en la sala y sirvió dos vasos con whisky—. Es temprano todavía y seguro no has almorzado pero creo que te ayudará a relajarte —añadió entregándole uno de los vasos.

Elliot aceptó el trago y la miró fijamente. Su mirada era la misma de siempre, penetrante. Ella tenía ese poder en su mirada que hacia que todos bajaran la guardia y se empezaran a mostrar como de verdad eran. La mirada de la Dra. Megan Hunt sin duda era poderosa, ella era una mujer fuerte pero que podía demostrar una dulzura y empatía insuperable para cualquier otro psicólogo siempre y cuando la situación ameritaba. 

—Tu mirada me recuerda a la primera vez que estuviste en mi consultorio. La misma expresión. Cuerpo tenso. Puños cerrados con fuerza... —rompió el silencio y dejó su vaso sobre la mesa de centro—. Dijiste que querías hablar, ¿no?

—Supongo que ya me analizaste —contestó con una mueca y bebió el último trago de whisky.

Ella esperaba paciente por él. Con el tiempo había aprendido a conocerlo, Elliot Stabler no era un hombre al que se pudiera obligar a hablar o hacer algo que no quisiera.

—Me suspendieron por una semana y tengo que asistir a terapia hasta que un psicólogo diga que estoy curado.

—Tenía la esperanza que vinieras por mí y no por una psicóloga.

—Yo...

—Estoy bromeando, Elliot. Supongo que yo sería ese psicólogo que tiene que certificar que estas "curado".

—Si no aceptas...

—¿Por qué no aceptaría? —preguntó con una sonrisa, profesionalmente no podía coquetear si fuera su paciente pero hace tiempo que había roto todos sus códigos con él—. ¿O porque se te perdió mi número desde hace seis meses? No soy rencorosa, Ell y lo sabes.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora