Las semanas habían pasado más rápido de lo que imaginaron. Olivia fue dada de alta casi tres semanas después de ser ingresada en el hospital. Su salud mejoró casi de forma milagrosa y el doctor confirmó que su embarazo de veinticinco semanas no estaba en riesgo, sin embargo, no podía regresar a trabajar y debía estar lo más relajada posible. Por medio de su doctor pudo contactarse con el Dr. Peter Lindstrom, un terapeuta de práctica privada, que aceptó tener sus consultas con ella aún internada. Cinco días de esos veintiún días en el hospital, fue visitada por él durante una hora. Al principio le costó ser totalmente sincera y poco a poco lo fue logrando. Aunque su barriga no era muy grande le prohibieron conducir así que Elliot sería el encargado de llevarla al consultorio con el psicólogo. Cambiaron sus horarios de terapias para que coincidieran con los de Emma. Todos los lunes y viernes, madre e hija visitarían a sus respectivos doctores.
Elliot había evadido todas y cada una de las conversaciones que Olivia había iniciado con respecto a Eli. Luego de la llamada de atención que le dio Alex y Voight, de cierto modo, volvió a ser el mismo de siempre. Tuvo unas cuantas discusiones más con Hank, antes de que regresara a Chicago, sobre la seguridad de su familia. Le dejó en claro que él se haría cargo y que no era necesario que interviniera. Liv le comentó lo bien que le resultaba la terapia, trató de que visitara a Lindstrom o que consiguiera otro doctor y él se negó asegurando que estaba bien.
—¿Ell, has pensado en lo que te sugerí? —preguntó Olivia mirando por la ventana del auto hacia el colegio de Emma.
—El restaurante italiano será, cariño —sonrió tomando su mano.
—No hablo de comida.
—No sé de...
—No puedes evitar el tema de Eli toda la vida —resopló frustrada y soltó su mano—. Ni siquiera me has dicho si hablaste con ella sobre...
—Olivia, por favor.
—¿Por favor qué? Si no quieres hablar conmigo, ¡bien! Habla con un maldito psicólogo entonces.
—Hablo contigo. Hablamos de eso. No lo necesito —contestó con tranquilidad, observando a cada uno de los adolescentes que salían del edificio frente al que estaba estacionado.
—¿Yo sí porque soy débil y tú no?
—No dije eso y sabes que no lo creo.
—Quiero estar para ti. Estoy aquí para ti —susurró minutos después—. Te pedí perdón por darte una noticia tan dolorosa como esa de la forma en que lo hice y solo me ignoraste. No quiero que me odies o que tengas algún resentimiento por lo que dije —agregó con la voz temblorosa.
—Liv, mírame —pidió, llamando su atención y no consiguió que volteara a verlo—. Mírame por favor —repitió tomando su barbilla y girándola hacia él—. Te amo, Olivia. Jamás podría odiarte. Solo quiero que tú, Emma y la bebé estén bien y felices. No necesitas el peso de esta información en ti.
—Somos pareja. Se supone que nos vamos a casar —miró hacia sus manos y jugó con el anillo en su dedo anular—. Si no confías en mí y no me consideras un apoyo para ti entonces no sé de qué se trata esto.
Elliot iba a responder pero el sonido de la puerta trasera del auto cerrándose lo interrumpió. Ninguno de los dos se dio cuenta que Emma había salido del colegio y acercado a ellos. No empezaba clases oficiales y solo asistía por un par de horas por actividades extracurriculares que le servirían cuando aplicara para Harvard o Yale en unos años.
La joven observó atenta a sus padres durante unos segundos antes de saludar. No le tomó mucho darse cuenta que estaban discutiendo o tenían algún desacuerdo. Se hundió en el asiento y al igual que ellos no habló en todo el camino al restaurante. Cansada del trámite silencioso entre todos entabló un tema de conversación agradable y no conflictivo. Hablar de la gimnasia le subía el ánimo y la hacía tener un brillo especial en sus ojos. Sabía que tenía que ser realista con lo de su participación en la competencia dentro de unos meses, ya que su entrenador aún no confirmaba que la incluiría en el equipo. Sin embargo, eso no le quitaba sus grandes expectativas para su gran regreso, su instinto le decía que esa era su oportunidad para demostrarles a todos que su lesión quedó en el olvido.
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Sacrificio de Amor
FanfictionOlivia Benson regresa a su ciudad natal, New York, después de pasar los últimos 15 años de su vida lejos de ahí. Su hija adolescente de 14 años no estaba de acuerdo con mudarse pero no podía hacer nada al respecto ya que si quería conservar su placa...