Capítulo 11

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Olivia llegó a su casa con el corazón roto en mil pedazos, de nuevo. Reprochándose el haber aceptado cenar con Elliot.

—No debí regresar a New York —sollozó y se lanzó a su cama a seguir llorando.

Una vez empezaba a llorar por él le era imposible parar, era como si abriera una llave en sus ojos la cual no se cerraba hasta vaciar la última lágrima.

Elliot no sabía qué hacer. Estaba preocupado por el estado en el que se había marchado Olivia de aquel estacionamiento. No quería hacerle daño pero lo había vuelto a hacer y no sabía a quién acudir. Lo más seguro era que ella no respondiera sus llamadas. Sólo se le pasó por la cabeza el nombre de Alex. En todos esos años ella había sido su único apoyo y al parecer su única amiga.

La llamó y le contó parte de lo sucedido en el restaurante y luego en el estacionamiento. Le hizo prometer que aunque sea le enviaría un mensaje indicando que Olivia estaba bien y terminaron la llamada.

—¡Liv! ¡Soy Alex! —se anunció apenas estuvo dentro de su departamento—. ¡Usé la llave que me diste para emergencias! —caminaba despacio por el departamento e iba encendiendo las luces, estaba todo a oscuras. "Esta si es una emergencia" pensó y respiró hondo.

Llegó a la habitación de su mejor amiga y la encontró en su cama. Estaba acostada y acurrucada a una almohada, llorando. Alex tomó su celular y le envió un mensaje a Elliot diciendo que estaba con ella. Él respondió al instante preguntando cómo estaba pero lo ignoró.

—Liv...

—Lo odio —trató de controlar sus sollozos pero le era imposible.

—Todo va a estar bien —susurró Alex y la abrazó.

Estuvieron así por un largo tiempo. La rubia se sentó en la cama y Olivia sobre una almohada que tenía en las piernas. Trataba de que se relajara acariciando su cabello pero ella no paraba de llorar, su mente la había regresado al tribunal. Aquel 17 de Mayo, aquel día que no iba a poder olvidar. Tenía la ilusión de que las cosas con Elliot funcionaran pero él mandó todo al desagüe.

(...) —Elliot —llamó su atención. Lo vio muy nervioso desde que salieron de la estación. No había cruzado mayor palabra con ella. "El juicio del asesino de Darius nos tiene a todos de cabeza" pensó.

—¿Si? —preguntó mirándola con timidez y tristeza.

—Cuando se termine el juicio tengo algo muy importante que decirte —susurró sonriendo levemente pero él seguía ido—. ¿Qué te ocurre? Viste el reloj hace dos minutos.

Ella esperaba una respuesta mientras él rogaba para que la tierra lo tragara. La amaba y le haría daño con lo que tenía que decirle.

—Lo siento tanto.

—¿Qué es lo que sientes? —preguntó y él esquivó su mirada—. Me estás asustando, Ell.

—Kathy... —tomó aire y ella sintió que no le agradaría lo que él tenía que decir—. Ella... ella esta... esta... embarazada.

Sintió un puñal atravesando su corazón. La palabra embarazada retumbaba en su cabeza. Él la había engañado.

—Habías vuelto con ella —susurró, tratando de controlar las lágrimas que se empezaban a acumular en sus ojos.

—No lo hice —aseguró pero por supuesto que ella no le creyó. Puso una mano en su frente. Se le estaba haciendo tan difícil decirlo—. Soy patético. Jugueteando como un niño. Fue hace más de dos meses. Lo juro. Nosotros...

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora