Capítulo 17

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—¿Accidentalmente tu puerta chocó con tu puño? —preguntó observando de nuevo los nudillos de su amigo.

—Podría decirse. Tengo que cambiarla por varias razones.

—Tu hijo.

—Mi hijo... y que si no hacía algo lo más seguro era que me volvería loco y acabaría con todas las puertas del departamento —resopló y apretó los puños.

—¿Dónde está ese vino que me ofreciste? —preguntó sonriendo, le esperarían varias horas de conversación—. Yo supervisaré la puesta de la puerta.

—Creí que ibas a ayudarme a cambiar la puerta.

—Sí, te ayudaré supervisando.

Rieron.

Elliot se tomó casi una hora sólo para sacar la puerta. Renegaba y la golpeaba aún más. Alex le estaba teniendo paciencia y esperando que empezara a hablar de una vez por todas de lo que le estaba molestando.

Terminó de dejar inservible la puerta de su dormitorio y se la quedó mirando. Así de destruida había quedado su vida cuando no se decidió por Olivia y así como pondría una nueva puerta necesitaba una nueva oportunidad para hacerla feliz.

—Estás así por Liv —se atrevió a decirle una vez puso la nueva puerta en su lugar.

—Quedó muy bien ¿no? —soltó el aire retenido y ella se cruzó de brazos, era hora de que él empezara a hablar—. Así quisiera que se pudiera arreglar mi vida y la de ella. Creo que así —señaló la puerta dañada—, quedaron nuestros corazones, el de los dos y no sólo el de ella... puede que el de ella quedara peor, lo sé —suspiró y se le llenaron los ojos de lágrimas, lágrimas que estaban luchando por salir pero él no dejaría que lo hicieran—. Lo único que quiero es repararlo todo.

—¿La amas?

—Te juro que no dejé de hacerlo. Te juro que me arrepiento todos los días de mi vida por la decisión que tomé... creí que era lo mejor —cerro los ojos—. Ojalá pudiera regresar en el tiempo y hacer las cosas bien.

—No se puede.

—No y no quiero dañarla. Sé que no me odia y no quiero que pueda llegar a hacerlo.

Alex no iba a confirmar, ni negar nada, no era algo que le correspondía. Ahora sabía que Elliot estaba tan destruido como Olivia y que si se lo proponían podía salir algo bien de todo pero para nada su amiga lo dejaría entrar de nuevo a su vida.

Se quedaron conversando el resto del día sobre sus sentimientos y sus miedos. Elliot preparó la cena, una lasaña exquisita, tal y como se lo había prometido a Alex. Ella se fue a su departamento pasadas las 7 de la noche. Cuatro largas horas le había servido a su amigo como paño de lágrimas y él había llegado a una conclusión, lucharía por ella. Lucharía para que sus sentimientos hacia él se aclararan y se pudieran amar sin restricciones.

—¿Cuál traje crees que debería utilizar la próxima semana en la competencia? —preguntó con una gran sonrisa.

—Me gusta el azul —respondió y una gran sonrisa se formó en su rostro. Ver a su hija feliz era lo único que le importaba en la vida. Tenía más de una hora en la habitación de ella tratando de escoger un traje.

—Me va por mis ojos ¿no? A todos parece gustarles.

—¿Acaso no te gustan? —preguntó y suspiró, esos hermosos ojos sin duda le recordaban a Elliot. "La misma mirada. Nunca pude dejar de pensar en él. Cuando ella me mira siento que él lo hace de alguna forma." pensó.

—Sí que me gustan —tomó aire y sonrió tristemente—. Supongo que así deben ser los de mi papá —murmuró.

Olivia sintió que le faltaba el aire, había escuchado lo que dijo. Se sentía tan mal de no poderle decir la verdad. Su hija hablaba o preguntaba por su padre y ella no podía no bloquearse o sentir como las lágrimas se le acumulaban de golpe en sus ojos.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora