Capítulo 72

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Llegaron a casa, y cada una fue a su habitación. Ambas se demoraron dándose un baño en la tina. Olivia ya había decidido tomarse el día siguiente libre para tratar de averiguar lo que le sucedía a su hija. Estaba casi segura que ella quizás le pidiera al otro día que la dejara quedarse en casa por lo que no la dejaría sola. Aunque estaba siendo un poco egoísta también, quería disfrutar un poco más de su hija antes de que le dijera la verdad y la odiara. 

Emma había intentado hablar con Matt mientras su madre cocinaba pero él no le respondía las llamadas, lo intentó tres veces y dio por terminado todo. Era muy obvio que él lo había hecho y que no había esperado a comunicárselo. Zoe la había llamado indignada porque lo había visto a la salida con la misma chica y ella le había dicho que hasta ese día tuvieron una relación y que probablemente no iría al colegio al día siguiente.

Después de cenar en silencio, mientras Olivia limpiaba todo en la cocina, Emma estaba acostada en la cama de su madre, bajo muchas sábanas y edredones. El invierno era un hecho por esas fechas por lo que el frío había aumentado, aunque todavía no había nevado. Olivia ingresó a la habitación con dos botecitos de helado de medio kilo, del sabor favorito de cada una. Se sentó al lado de su hija, debajo de las sábanas y le entregó una cuchara.

—¿A cuántos grados estamos? ¿Cuatro? —preguntó tomando la cuchara.

—Nunca hace mucho frío para comer helado... y se me antojó —sonrió y puso una cara pensativa—. Puedo comerme los dos si no quieres.

—Si quiero. ¿Quién dijo que no? —rió.

—¿Quieres ver una película?

—Nuestra serie —respondió y se comió la primera cucharada de helado—. ¿Vas a contarme lo que pasó con Elliot? 

—Después.

—Ok... Quizás puedan solucionarlo.

—No te preocupes por eso, cariño.

En mitad de medio capítulo de la serie que veían y luego de varias bromas e intentos de robar alguna que otra cucharada del helado de la otra, Emma se quedó mirando fijamente en la televisión la pareja de chicos muy enamorados y sintió que quería llorar de nuevo. Necesitaba sacarlo de su sistema y superarlo. Bajó un poco el volumen de la televisión.

—Matt y yo terminamos —susurró y se acurrucó mucho más al cuerpo de su madre—. Bueno... no terminamos, terminamos, pero ya no saldré más con él... ni volveré a hablarle.

—¿Quieres contarme lo que pasó? —preguntó Liv en el mismo tono de voz, intentando comprender lo que quería decir su hija.

—No va más.

—¿Dijo algo que no te gustó? Quizás si puedan solucionarlo, es un buen chico.

—No lo es —aseguró y su madre resopló—. No se sobrepasó conmigo —aclaró para no preocuparla.

—¿Entonces?

—¿Recuerdas que te hablé de Kim?

—Mmm... ¿la chica de Londres? 

—Ajamm.

—¿Qué tiene que ver ella con uste... —paró de hablar imaginando por donde iban las cosas.

—¡Exacto!

—¿Alguien te lo dijo o esa misma chica fue o... 

—Los vi. Me ignoró todo el fin de semana con la excusa que iba a visitar a su abuela, ¡y estaba bien! —dejó de lado el helado y apagó la televisión—. Llegó a clases muy tarde hoy y no me habló en ningún momento. Luego cuando salimos al receso salió casi corriendo, ni me esperó, ni se acercó a mí, otra vez. Cuando salí del edificio, hacia el jardín, los vi. Se estaban besando como si nada —su madre limpió sus lágrimas y ella respiró profundo—, como si yo no existiera, como si no tuviéramos una relación, como si yo no le importara ni un poco. ¡Lo odio!

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora