Elliot y Olivia se las arreglaron muy bien con dos niños pequeños todo el sábado. Liv parecía tener superpoderes que controlaban a ambos. Por lo general con Elliot eran ruidosos y bastante inquietos, con ella eran unos ángeles caídos del cielo. Su dulce voz los tranquilizaba, cosa que nunca pudo hacer él.
Luego de su visita al acuario y de almorzar pizza, acompañada con una deliciosa ensalada que los niños comieron sin hacer ningún reclamo, fueron a casa para seguir con el día maravilloso con los abuelos porque Liv les había dicho que harían cupcakes y que podrían decorarlos. Emma y Sam se fueron al cine, al día siguiente ella pasaría en Brooklyn para un día de chicas con sus hermanas mayores.
—¿No quieres tomar una siesta, bebé? —preguntó Elliot acercándose detrás de Olivia y cruzando sus manos sobre su barriga. Los niños estaban sentados en el piso, alrededor de la mesa de café con un juego de operando minions que Sam les había regalado.
—Estoy bien —sonrió, girando su cara para besar su mejilla—. ¿No me veo bien?
—Liv... —echó a reír y negó con un movimiento de cabeza.
—No estoy cansada, lo prometo.
—Si llegas a estarlo...
Amelia chilló de emoción cuando pudo sacar una pieza con las pinzas sin tocar los bordes. Empezaba a molestarse porque Leo había sacado más piezas y tenía más puntos.
—Sí. Sí. Tú cubres el fuerte —dijo mirando a los niños, aún no podía creer que dentro de poco ella tendría una nueva pequeña corriendo a su alrededor.
—¿Pasa algo, Liv?
—¿Realización?
—¿Realización? —repitió parándose frente a ella, quería leer su expresión. ¿Felicidad? ¿Pánico? Su voz había sido temblorosa y sus ojos se habían llenado de lágrimas a punto de ser derramadas—. ¿Liv?
—Realización. Plenitud interior. Siento una gran satisfacción por lo que hemos logrado —sacudió la cabeza y respiró hondo.
—Fue un largo camino para llegar aquí y estoy agradecido con Dios y la vida por traerte de nuevo a mi lado.
—A veces me parece que es un sueño del que pronto despertaré.
—Es real, es lo más real que he tenido en mi vida.
—Lo sé y soy la mujer más feliz sobre la faz de la Tierra.
Se abrazaron hasta que escucharon un grito de victoria y un chillido seguido de quejas sobre alguien haciendo trampa. Olivia intervino con rapidez. Esta vez los niños gritaron de emoción ya que empezarían a preparar los cupcakes y eso era lo que más los emocionaba. Corrieron a lavarse las manos como ella les había indicado y la pelea había quedado en el olvido.
—¿Cómo lo haces?
—¿Hacer qué?
—¡Eso! Se olvidan de lo que estaban haciendo cuando hablas.
—Claro que no, Ell —rió y caminó a la cocina a sacar los ingredientes para su postre.
—Sí. Los hechizas con tu mirada o tu voz o...
—¿Los hechizo? ¿Como una hada madrina con una varita mágica o una bruja con sombrero y escoba?
—Es más como un superpoder... Una sexy superheroína —sonrió y la ayudó a bajar un bowl del estante superior.
—¿Una sexy superheroína con un traje de látex o cuero? —susurró cerca de su oído con una voz muy baja.
—Liv... Debes dejar de hacer eso —gimió.
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Sacrificio de Amor
Fiksi PenggemarOlivia Benson regresa a su ciudad natal, New York, después de pasar los últimos 15 años de su vida lejos de ahí. Su hija adolescente de 14 años no estaba de acuerdo con mudarse pero no podía hacer nada al respecto ya que si quería conservar su placa...