Capítulo 127

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Emma se estaba cansado de los pequeños viajes silenciosos en auto, la ponían ansiosa y de mal humor aunque era mil veces mejor el silencio a las discusiones en momentos de tensión, a veces...

Resopló al observar a su padre con una mirada perdida y una expresión que no podía descifrar. Ni siquiera se había inmutado del golpe en la nariz que le había dado su padrino en el hospital, como si estuviera en otro planeta.

­—¿Segura que no quieres que me quede? ­—preguntó Sam por tercera vez desde que ayudó a Emma a subir a Elliot al departamento.

­—Tu madre se infarta si no llegas a casa ­—sonrió un poco—. Tienes dieciséis años y tienes su auto en tu poder.

­—Solo tienes quince, Emm­ —comentó dándole a entender que era muy joven para lidiar con todo ella sola—. Puedo explicarle y...

­—No es necesario, Sam. En serio.

­—Esta bien ­—suspiró mirando hacia Elliot que se había quedado en el lugar que ambos lo dejaron, sin mover un dedo.

­—Dile a tu mamá que siento haber robado tu tiempo y su tiempo al tener que cuidar a Sweety ­—exhaló con pesadez—. Prometo ir por ella en la mañana. Se supone que mi tía debe estar de regreso o quizás mi papá lo que le hace falta es dormir ocho horas y ya. Él me lleva. ¡Dios! Necesito un permiso de conducir urgente.

­—Tienes el mío.

­—Y creo que tuvimos suerte de que estuviera contigo al volante dos veces en el día.

­—¡Oye! Soy un conductor responsable ­—se quejó fingiendo molestia mientras caminaba hacia la puerta.

­—Lo sé ­—se recargó en la puerta y respiró profundo—. Lamento el mal rato que te hizo pasar mi padrino. Normalmente no es así y no siempre arregla todo a golpes.

­—Debo confesar que me asustó un poco.

­—¿Más que mi mamá o mi papá? ­—miró hacia Elliot y negó con un movimiento de cabeza—. En su mejor momento por supuesto.

­—Si, señorita. Lo que no quiere decir que voy a huir.

­—No sé qué hubiera hecho hoy sin ti... Gracias por todo, Sam.

Sin pensarlo y casi por inercia beso a su amigo en la mejilla. Nunca había hecho eso y se congeló. Ellos se abrazaron como amigos cuando fue necesario. Besos así, espontáneos, jamás. Sus mejillas se tornaron rosas por el rubor y el joven frente a ella le regaló una gran sonrisa.

Sam se despidió y quedó en regresar al día siguiente con Swety. Dio tres pasos por el pasillo que lo dirigía al ascensor y regresó rápidamente para devolver el beso en la mejilla que Emma le había dado. Al cerrar la puerta, ella sacudió su cabeza tratando de alejar sus tontos pensamientos para poder centrarse en su padre. Corrió a la habitación y sacó el botiquín de primeros auxilios.

­—Papá, me estás preocupando ­—susurró Emma varios minutos después de intentar hablar con él y no recibir ni un asentimiento como respuesta—. No entiendo qué pasó contigo. Te vi hace un par de horas y no estabas en este estado.

Contó hasta diez. Una vez más no obtuvo ninguna respuesta así que lo guió a su habitación. Seguía sin poder creer que él se había derrumbado frente a todos y que no se defendió ni un poco de su padrino. Si no hubiera intervenido, Hank lo golpeaba más. No lo conocía desde hace mucho pero estaba convencida de que esa forma de actuar no era propia de él.

"A mi familia le urge una limpieza de malas vibras o ayuda divina, lo que sea que dé resultados."

Emma se lanzó en su cama y cerró los ojos.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora