Capítulo 88

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Se despertó con lágrimas en los ojos y gracias a un sueño que se había convertido en una pesadilla al final. Al parecer su cerebro se seguía aferrando a la idea de haber hecho esa llamada cuando se dirigía al hospital a dar a luz a Emma. Le pareció tan real todo lo que vivió que le partía el alma en dos al darse cuenta de que todo era producto de su imaginación. Limpió sus lágrimas, enojada con ella misma por no superar que no lo hizo y que tuvieron que pasar quince largos años de sufrimiento para que salieran a la luz tantas verdades y lo que sacrificó por ocultarlas.

Inspeccionó la habitación en la oscuridad. Intentaba adaptarse a ella para ver todo a su alrededor y ahí lo encontró, dormido en el sofá a su izquierda.

"¿Habrá dormido todas estas noches en el mismo incómodo y pequeño sofá?"

Respiró profundo. Quería salir de ahí y sobre todo quería recordar cómo demonios habia acabado en coma, en ese hospital. Resopló. Ni siquiera sabía en qué hospital estaba. Todo eso era una locura. Ver a Elliot ahí, preocupada por ella, diciéndole palabras de amor, eso era inimaginable.

Cerró los ojos para tratar de recordar día a día de todo ese nuevo año pero nada venía a su cabeza, excepto sus conversaciones con Elliot, conversaciones que sabe que nunca pudo haber tenido. Lo vio moverse, sabía que debía estar buscando una buena posición para seguir durmiendo. No hizo ningún movimiento y fingió estar dormida para que no despertara hasta que sin proponérselo y sin creer que podía, poco a poco volvió a caer en un profundo sueño.

Cuando despertó por segunda vez era todo mucho más claro por lo que era un hecho que había amanecido. Elliot ya no estaba dormido en el sofá en el que estaba la noche anterior. Escuchaba voces fuera de su habitación pero no entendía bien quiénes eran y menos de qué iba la conversación. Segundos después ingresó su doctora y Elliot ahí. Ella estaba confundida por su trato y sus miradas así que se dedicó a mantener el contacto visual con su doctora.

—Buenos días, Olivia —sonrió con amabilidad y ella le devolvió la sonrisa—. ¿Cómo te sientes hoy?

—Buenos días. Menos adolorida pero igual de cansada —bufó. Se sentía tan débil que empezaba a molestarla—. ¿Qué día es y cuándo podré levantarme de aquí?

—Es miércoles. Veo que estas ansiosa.

—Claro que sí. Odio los hospitales y odio estar aquí porque tuve un accidente y caí por las escaleras.

—¿Recordaste? —preguntó Elliot acercándose rápido a su lado y ella casi lo fulminó con su mirada.

—¡¿Qué demonios es lo que quieres que recuerde?! —gritó enojada y se arrepintió de su arrebato al sentir que todo le dio vueltas—. Si no me dices no podré recordar.

—¡Hey! Olivia, relájate. Esto no es bueno para ti —dijo la doctora apartando a Elliot de ella y poniendo su mano sobre su hombro para que se recostara—. Si no puedes soportar el dolor debes decirme.

—No quiero que me seden. Necesito estar despierta.

—Esta bien... pero si te sigues alterando de esta manera voy a suspender tus visitas hasta nueva orden.

—Quiero ver a mi hija.

—Y yo quiero que tú estés bien. Tuviste una cirugía cerebral y sé que no debo explicar lo afortunada que eres de estar aquí.

Ella se quedó en silencio y cerró los ojos con fuerza.

—Aparte del traumatismo que sufriste, llegaste aquí con los glóbulos rojos por el suelo.

—Anemia... —susurró para sí misma, como si estuviera armando un rompecabezas. "Por eso me sentía tan mal."

—Te sientes tan débil porque tu cuerpo recién está empezando a recuperar todo lo que ha perdido y porque ha pasado sin movimientos por algo más de una semana —explicó y tomó aire, no quería desanimar a su paciente pero tampoco quería que en lugar de recuperarse, decayera—. Mi intención no es...

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora