Capítulo 98

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Elliot las envolvió a ambas entre sus brazos y dejó un tierno beso sobre sus cabezas. Emma había soltado su muleta para poder abrazar a ambos muy fuerte.

—¿Qué pasó, cielo? —preguntó Liv cuando se dio cuenta de que lloraba.

—Nada —susurró Emma volviendo a abrazarlos muy fuerte—. Sólo... sólo los extrañé. Los amo.

—Nosotros también te amamos, cariño.

Emma los soltó y les dio a cada uno un beso en la mejilla. Charlie se acercó a ellos para saludarlos también. A ninguno se le pasó por alto que tenía una perrita en sus brazos ya que ladró y se hizo notar al instante.

—Se supone que estarías arriba.

—Sólo salimos un momento —le dio una gran sonrisa y vio que las manos de sus padres seguían juntas—. Creo que me tienen que poner al día con ciertas cosas que al parecer me perdí —le guiñó un ojo a Elliot.

—No sabía que tenías una perrita, Charlie —dijo Olivia intentando cambiar el tema para dejar de sonrojarse. Soltó suavemente la mano de Elliot para acariciarla.

—No es mía, señora Benson.

—¿No? ¿Se la cuidas a alguien?

—No señor Stabler —sonrió y le entregó la perrita a Emma—. De hecho, si subo con ella mi madre me mata. Sé que ahora sólo me va a medio matar por hacerle dar alergia hasta que me cambie de ropa y la ponga a lavar —se sacudió un poco los pelos que le había dejado la perrita y miró a su amiga.

—¿Me ayudas bajando mi bolso y me despides de tu madre?

—Ok. Ya regreso.

Emma miró a su madre con un puchero en sus labios.

—¡Oh no! ¡No, Emma!

—Es que...

—No.

—Pero... —Liv levantó la mano, interrumpiéndola y ella le dio una mirada intensa a su padre—. ¿Me ayudas?

—¿A qué? Liv, no entiendo —murmuró la última parte mirando entre ambas.

—Tu padre no te va a ayudar en esto. Es un labrador, Emma.

—Una cachorrita —tomó aire y la acercó más a su madre—. Mira su carita. La abandonaron. No podía dejarla sola en el parque. Siempre quise una mascota.

—Debemos regresarla con sus dueños, cariño.

—No tiene, papá —se apresuró a decir mostrando la placa con tan sólo la letra S—. Charlie buscó en el parque y no había nadie.

Elliot se derritió al escucharla decirle papá de nuevo y al verla tan entusiasmada con la idea de llevarse a casa la perrita, por lo que decidió ponerse de su lado. Quizás ella podría ayudar a que su hija dejara de encerrarse en sus problemas.

—¿Qué pasó con mi adolescente de quince años? ¿Se convirtió de repente en una nena de cinco?

—Liv, ayudaré con ella y...

—Elliot, esto no puede ser dos contra uno.

—Hasta encontrar a su dueño —se le ocurrió y Emma asintió rápidamente.

—Por favor. En nuestro edificio se puede tener mascotas —volvió a darle "su" mirada y Olivia resopló.

—¿Qué daño puede hacer una cachorrita? —preguntó Elliot parándose al lado de su hija.

—Sólo hasta encontrar a su dueño.

—¡Sí! Los niños que crecen con mascotas se enferman menos —murmuró.

Sacrificio de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora